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‘El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy’
Es probable que hoy pague más por el pan que en cualquier otro momento de su vida. Lo mismo podría decirse de la carne, la leche, los huevos y muchos otros alimentos básicos. Los precios de estos productos básicos se acercan al doble de lo que se pagaba en el mundo anterior a la pandemia. Caminar por el pasillo del supermercado es una experiencia angustiosa para muchos. Poner alimento en la mesa es cada vez más difícil. Le hace preguntarse: ¿Qué tan difícil se volverá?
Sin embargo, Dios nos dice en realidad que no nos preocupemos por esta cuestión.
Observe las propias palabras de Jesucristo: “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:30-32).
Dios conoce cada detalle de nuestras vidas. Un aumento de precios, una cadena de suministro interrumpida, un aumento de inflación o cualquier otro desafío que enfrentemos no es un problema para el Dios que eleva el sol al cielo todos los días. Sin embargo, Su diligencia para suplir nuestras necesidades está condicionada a lo que nos motiva cada día.
Las siguientes palabras de Jesús fueron: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (versículos 33-34).
Considere lo que siente Dios por aquellos que están orientados hacia el Reino en su forma de pensar, vivir y planificar. Dios es perfecto, absolutamente fiel a Su palabra. Él promete suplir las necesidades de aquellos que buscan primero Su Reino. Eso no significa una vida cómoda y fácil. A menudo Él nos examina y nos pone a prueba, nos hace esperar en Sus promesas y nos ayuda a ver los deseos y las necesidades como Él los ve (p. ej. Santiago 1:2-4).
¿Está buscando primero el Reino de Dios? Mídase examinando sus oraciones diarias. Anteriormente, en Mateo 6, Cristo enseñó a sus discípulos cómo orar. “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (versículos 9-10).
Este enfoque en el Reino debe ser evidente en nuestras oraciones y priorizado correctamente. Una vez que lo sea, entonces Cristo nos ordena orar: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (versículo 11). Dios conoce nuestras necesidades, pero aun así espera que le pidamos que provea.
Esto es crucial: Jesús nos instruye para que pidamos a Dios el pan nuestro de cada día. Dijo que no nos afanemos por el día de mañana (versículo 34). No tiene por qué angustiarse por la asequibilidad del alimento mañana, siempre y cuando busque primero el Reino hoy.
Permítame darle un ejemplo. A finales de la década de 1920, Dios llamó a Herbert W. Armstrong a Su servicio. Tras sufrir varios reveses empresariales graves, junto con el inicio de la Gran Depresión, los Armstrong entraron en un periodo de pobreza que duró ¡28 años! Buscaron primero el Reino de Dios y aprendieron a confiar en Dios para sus necesidades diarias. Esto les enseñó a confiar en Dios para llevar a cabo la Obra de Dios que Él les había llamado a realizar.
A inicios de 1933, el Sr. Armstrong transmitía un programa de radio semanal. En su programa, El Mundo de Mañana, él predicó el evangelio del venidero Reino de Dios. En 1942, se abrió una oportunidad para las emisiones diarias. Pero esta transición a la producción diaria supuso un aumento asombroso de los gastos. El Sr. Armstrong sabía que se trataba de una oportunidad increíble, pero no sabía de dónde saldría el dinero. Cada semana de programación debía pagarse por adelantado. Llamó a la oficina de la Iglesia y le informaron de que el saldo del banco en ese momento era la cantidad exacta de una semana de emisión diaria.
“¡Bueno, aunque fuera nuestro último dólar, Dios había provisto la cantidad necesaria para esta oportunidad colosal que Él nos había abierto! El ejemplo de oración de Jesús nos enseña a pedir: ‘El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy’. (…) Dios había abierto ahora la puerta más grande hasta el momento. Había suplido la necesidad inmediata de ese día en particular” (Autobiography of Herbert W. Armstrong).
Hizo el cheque y comenzó la emisión diaria. El Sr. Armstrong no se preocupó por la semana siguiente, ni por ninguna otra. "Decidí que eso era problema y responsabilidad de Dios ”.
Inmediatamente se produjo un aumento sustancial de la respuesta de los oyentes. Y aunque el Sr. Armstrong nunca pidió contribuciones durante la transmisión, ¡también hubo un aumento de apoyo financiero!
“El día que había que pagar por adelantado la segunda semana por el tiempo de radio”, escribió el Sr. Armstrong, “Llamé a nuestra oficina (…) ¡El dinero para la emisión de la segunda semana estaba en el banco! Y, una semana después, había suficiente para la tercera, y luego para la cuarta, ¡y así sucesivamente! Dios continuó, semana tras semana, ¡proveyendo para esta necesidad!”.
Ejemplos como éste demuestran la fidelidad y el cuidado de Dios. Es vital recordar estas experiencias, porque la vida se volverá más difícil. Nuevos retos y obstáculos inesperados interferirán en su vida diaria. ¡Pero tenemos las promesas de Dios! Busque primero el Reino, y nuestras necesidades diarias serán suplidas. Y a medida que la vida se hace más dura, la dolorosa necesidad del Reino de Dios se hará cada vez más fuerte. ¡Esa necesidad, también, Dios la suplirá pronto algún día!