JULIA GODDARD/LA TROMPETA
El descaro de los evolucionistas
“Ningún ingeniero cometería un error así”. Richard Dawkins, el famoso biólogo evolutivo británico, pronunció esas palabras mientras supervisaba la disección de una jirafa Rothschild.
La disección fue parte de un episodio de 2009 de la serie de documentales científicos británicos Inside Nature’s Giants, que continúa circulando en YouTube donde ha sido visto cientos de miles de veces. Se centró en el nervio laríngeo recurrente del animal, que es una rama del nervio vago. Este nervio se origina en el cerebro del animal y su órgano terminal es la laringe, a unos cinco centímetros de distancia.
En la laringe, inerva pequeños músculos que emiten sonidos, así como algunos que coordinan la respiración y la deglución.
Todo esto suena bastante sencillo. Pero lo que el equipo de Dawkins confirma con la disección es que, en lugar de ir directamente del cerebro a la laringe, este nervio va desde el cerebro por todo el cuello de la jirafa y llega hasta su pecho, allí gira en U y vuelve a subir por el cuello para finalmente conectarse con la laringe. En las jirafas grandes, este nervio puede tener más de 5 metros de largo.
La Dra. Joy Reidenberg es la anatomista que abre el cuello del animal y sostiene el nervio para que los miembros del público y las cámaras vean su largo e indirecto recorrido. “En realidad, sólo tenía que recorrer unos cinco centímetros”, dice, “pero fue hasta abajo para luego devolverse”.
“Obviamente un desvío ridículo”, dice Dawkins.
Mark Evans, cirujano veterinario y presentador de Inside Nature's Giants, interviene para explicar cómo surgió naturalmente ese “desvío ridículo”. “Resulta”, dice él, “que el nervio laríngeo evolucionó primero en criaturas parecidas a los peces como una conexión directa desde el cerebro a las branquias cerca del corazón”. Luego, a medida que los peces sin cuello supuestamente evolucionaron a lo largo de millones de generaciones hasta convertirse en criaturas con cuellos cada vez más largos, “este nervio se alargó gradualmente”. Se alargó en lugar de redirigirse directamente a la laringe, dice, porque “cada pequeño paso era siempre más sencillo que una gran reconexión a una ruta más directa”.
Y no es sólo en jirafas.
Dawkins señala que el nervio laríngeo toma esta misma ruta indirecta en todos los tetrápodos conocidos en la Tierra, incluidos los humanos. Por supuesto, no es tan largo en nosotros como en las jirafas porque nuestros cuellos son más cortos. Pero todavía constituye un “desvío ridículo” que, según Dawkins, no sólo demuestra que la evolución es cierta, sino que también demuestra que no existe un Diseñador Inteligente. “Recuerde que un diseñador, un ingeniero, puede volver a la mesa de dibujo, desechar el primer diseño y comenzar de nuevo con lo que parece más adecuado”, dice. Esto se debe a que un diseñador “tiene previsión”. Pero la evolución, por otro lado, “no puede volver a la mesa de dibujo” porque “no tiene previsión”.
Este nervio representa un “error que ningún ingeniero cometería jamás”, dice.
Así que ahí está. El nervio laríngeo se presenta como una pobre solución después de que la naturaleza, en ausencia de previsión, improvisó. Es un parche evolutivo. Un objeto sobrante de una fase primitiva de la vida que no aporta ningún beneficio a las jirafas modernas, a las personas ni a ninguna de las miles de otras criaturas en las que se encuentra el desvío. Y se produjo de una manera que un creador inteligente con previsión seguramente habría evitado.
Dawkins, Reidenberg y Evans están lejos de ser los únicos en declarar que este “desvío ridículo” del nervio demuestra que la vida no surgió por diseño sino por casualidad.
En su libro Por qué la teoría de la evolución es verdadera, el biólogo evolutivo Jerry Coyne llama al nervio laríngeo recurrente izquierdo de la jirafa “uno de los peores diseños de la naturaleza”. Argumenta que “fallas” de diseño como ésta son “precisamente lo que esperaríamos de la evolución”. Otros evolucionistas prominentes como Neil Shubin y Carl Zimmer, han hecho eco de los mismos pensamientos básicos.
¿Se acabó la discusión? ¿La evolución es real y Dios no existe? En realidad, hay más en esta historia.
Conexiones múltiples
Un hecho sobre el que Dawkins y los otros evolucionistas no suelen llamar nuestra atención es que los nervios laríngeos recurrentes son en realidad uno de los dos conjuntos de nervios que conectan el cerebro con la laringe. El otro son los nervios laríngeos superiores que van directamente del cerebro a la laringe, sin desvío hacia el pecho. Así que Dawkins y los demás deberían haber preguntado esto: Si un conjunto de nervios ya va directamente del cerebro a la laringe, ¿por qué los nervios laríngeos recurrentes toman la ruta aparentemente indirecta? ¿Realizan algo a lo largo de este camino hacia el pecho?
Esta es una pregunta crucial. Y su respuesta es un rotundo sí.
Para comprender, necesitamos ver a qué parte del tórax se dirige el nervio laríngeo recurrente. El conocido libro de texto Anatomía de Gray dice claramente: “El nervio laríngeo recurrente se curva alrededor de la arteria subclavia, o el arco de la aorta” (40ª edición, 2008).
Por lo tanto, el nervio no se desplaza hacia el tórax por una trayectoria arbitraria. Recorre una trayectoria específica que se engancha alrededor de un segmento de la aorta, a través del cual la sangre sale del corazón y fluye hacia el cuerpo. Y fíjese en lo que ocurre en este circuito: “A medida que el nervio se curva (…) da varios filamentos cardíacos a la parte profunda del plexo cardíaco” (ibíd.).
De modo que el nervio laríngeo recurrente se extiende hasta el plexo cardíaco, la gran red de nervios en el pecho, donde se conectan algunas de sus ramas (o filamentos). Estas ramas en realidad forman parte del plexo cardíaco y juegan un papel en la inervación del corazón.
Entonces, este nervio claramente no está diseñado sólo para inervar la laringe.
En Anatomía de Gray se explican las conexiones adicionales que realiza el nervio laríngeo recurrente cuando se dirige de nuevo al cerebro: “A medida que asciende en el cuello, proyecta ramas (…) hacia la membrana mucosa y la capa muscular del esófago; ramas a la membrana mucosa y las fibras musculares de la tráquea; y algunos filamentos faríngeos hacia el músculo constrictor inferior de la faringe”. Estas zonas desempeñan un papel en la respiración, la deglución o ambas; funciones importantísimas para la mayoría de los organismos. Y todas estas áreas están inervadas y coordinadas, al menos en parte, por el nervio laríngeo recurrente.
Si escucha a Dawkins y a otros neodarwinistas discutir el camino de este nervio, usted pensaría que es completamente fortuito. La verdad es que a lo largo de ese extenso recorrido, establece numerosas e importantes conexiones. Con estas conexiones, el nervio ayuda a que múltiples músculos operen en intrincada conjunción entre sí y realicen varias funciones vitales.
El Dr. Wolf-Ekkehard Lönnig, biólogo del Instituto Planck de Alemania para la Investigación sobre el Cultivo de Plantas, analizó recientemente las numerosas conexiones y funciones del nervio laríngeo recurrente, y ofreció una observación refrescantemente lúcida. Para lograr una gama tan amplia de inervaciones, escribió, “el nervio laríngeo recurrente tiene que ser, de hecho, muy largo”.
Este nervio, como los millones de otras partes intrincadas de las jirafas, de las personas y de toda la vida en la Tierra, es claramente la creación de una mente poderosa e incomprensiblemente brillante, no del azar.
Afirmaciones y engaños arrogantes
¿Acaso Dawkins y otros neodarwinistas, que llaman a este nervio una prueba irrefutable de la evolución, ignoran las numerosas e importantes conexiones y funciones que cumple el recorrido del nervio? No las mencionan ante los espectadores deslumbrados en Inside Nature’s Giants o en los libros y artículos más proevolutivos sobre este tema. Pero, ¿cómo podrían estos expertos no saber lo que está bien documentado en el libro de texto de anatomía más conocido del mundo y por autoridades como Lönnig?
Quizás, en algunos casos, omitir esta información científica crucial sea el resultado de la ignorancia. Pero en muchos casos, los científicos están impulsados por una agenda. Y su agenda eclipsa su interés por la ciencia verdadera.
El ya fallecido educador Herbert W. Armstrong explicó los orígenes de este enfoque moderno de la ciencia en su libro El misterio de los siglos. Explicó que en los siglos anteriores a la Revolución Científica, la Iglesia católica romana reinaba como la principal autoridad y guardián del conocimiento de gran parte del mundo occidental. Tras la aparición de la imprenta en el siglo xv, el conocimiento comenzó a difundirse ampliamente, y los líderes católicos solían considerar a los científicos y sus descubrimientos como una amenaza a sus posiciones de poder. Despreciaban a quienes debilitaban su autoridad demostrando que la iglesia estaba equivocada en enseñanzas como el geocentrismo (la Tierra como el centro del universo) y los cuerpos celestes perfectos.
Así que se desarrolló la competencia entre la Iglesia católica romana y los científicos. Y para algunos científicos, el deseo de socavar la autoridad de la iglesia se convirtió en una motivación impulsora. Algunos fueron incluso más allá: para desacreditar los fundamentos mismos de la religión, pretendieron eliminar a un Dios Creador. “En la vanidad de sus mentes, y considerándose ellos mismos como eruditos”, escribió el Sr. Armstrong, “trataron (…) de deducir una solución al misterio de los orígenes, de la existencia y la vida por medio de un razonamiento materialista que les satisficiera intelectualmente”. Éste fue el razonamiento que generó la teoría de la evolución.
Los defensores modernos de la evolución a menudo estudian un tema determinado con su conclusión ya establecida en la mente. Todo lo que puedan contorsionar para apoyar los argumentos a favor de la evolución, lo proclaman en voz alta. Todo lo demás lo ignoran, descartan o minimizan.
Esto es una gran parte de lo que aparentemente está en juego con Richard Dawkins y otros evolucionistas con respecto al nervio laríngeo recurrente. La integridad científica, e incluso una pizca de humildad, obligarían a estas personas a abordar el estudio como… bueno, como científicos. Esto significaría observar, estudiar, reunir y verificar hechos y luego sacar conclusiones basadas en la imagen completa de lo que se descubre.
En cambio, estas mentes que se consideran a sí mismas eruditas, lo hacen todo al revés. Y en el proceso, su objetividad e integridad son eliminadas.
Mucho antes de que surgiera la teoría de la evolución, el apóstol Pablo habló sobre este tipo de enfoque. En 1 Timoteo 6:20, lo llamó la “falsamente llamada ciencia”.
La verdadera ciencia es objetiva. Es humilde. Tiembla ante la verdad, renuncia a todo lo que se refuta y sigue a donde llevan los hechos, libre de cualquier agenda.
Pero la “falsamente llamada ciencia” quiere demostrar que tiene razón, incluso a expensas de la verdad. Eso a veces significa presentar sólo la mitad de la historia, como tienden a hacer los evolucionistas que discuten el nervio laríngeo recurrente. En el mundo académico actual existe un antagonismo creciente hacia aquellos que no se someten a este tipo de enseñanzas parciales y falsas. Aquellos que creen en un Dios Creador son cada vez más intimidados y silenciados.
Pero en lugar de acobardarnos ante este acoso de la “falsamente llamada ciencia”, deberíamos confiar en que Dios es perfecto (Mateo 5:48), y las personas y los animales que creó, incluida la jirafa con su nervio laríngeo recurrente, son “buenos en gran manera” (Génesis 1:25, 31). Cada uno de nosotros debería adoptar la hermosa actitud que David tenía hacia Dios, sabiendo perfectamente que Él es nuestro brillante y maravilloso Creador: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmos 139:14). ▪
EL MISTERIO DE LOS SIGLOS
Se ha preguntado usted alguna vez: "¿Quién soy yo? ¿Qué soy? ¿Por qué existo?"
Usted es un misterio. El mundo que lo rodea es un misterio. ¡Ahora usted puede comprenderlo!