Reciba nuestro boletín gratis

Jezreel Valley

Jezreel Valley by StateofIsrael on flickr/CC by 2.0

El mundo necesita un líder fuerte

Ésta es una realidad innegable: la única esperanza para la supervivencia humana es una autoridad global bondadosa lo suficientemente fuerte para imponer la paz mundial.

El mundo se está sumergiendo en el caos. Guerras y rumores de guerras generan titulares a diario. El empeoramiento de los conflictos en Oriente Medio y Latinoamérica está impulsando oleadas de refugiados hacia Europa y Norteamérica. Asesinos matan a medio millón de personas en todo el mundo cada año. Ciudadanos aterrorizados están comprando armas de fuego, cuchillos y gas de pimienta para protegerse y proteger a sus familias. Pero esas armas solo funcionan contra delincuentes casuales; no ofrecen ninguna protección contra locos con ojivas nucleares.

Más y más personas están llegando a entender que la paz mundial es imposible sin una autoridad mundial que la imponga. En ausencia de tal autoridad mundial, están recurriendo a hombres fuertes por protección. Sin embargo, los hombres fuertes de las naciones históricamente pisotean los derechos y libertades de las mismas personas que les dieron su poder.

Lo que la mayoría aún no entiende es que estamos aclarando el punto que intentamos refutar. Que simplemente somos incapaces de gobernarnos con justicia. La naturaleza humana egoísta siempre gana al final. Si alguna vez llega la paz mundial, tendrá que traerla alguien sin naturaleza humana egoísta; alguien con carácter perfecto y justo.

Felizmente, la Biblia promete que esto es exactamente lo que sucederá.

Hace dos mil años Jesucristo (el profeta más grande de todos los tiempos), predijo de un tiempo cuando hombres fuertes autoritarios librarían una guerra tan terrible que destruiría toda la vida sobre la Tierra; a menos que fuera detenida a la fuerza. Jesús prometió entonces que esta guerra sería detenida; por causa de los escogidos (Mateo 24:21-22).

Otras escrituras muestran exactamente cómo nos salvará Cristo de la auto-aniquilación. “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: el Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:11-16).

Jesucristo regresará a la Tierra. En el valle de Josafat, Él y Su ejército derrotarán los ejércitos de los hombres fuertes que se rebelan en Su contra, y así terminará la Tercera Guerra Mundial.

Jesús entonces establecerá el gobierno de Dios en la Tierra. ¡Él suprimirá la rebelión por la fuerza y gobernará con una “vara de hierro”! Pero a diferencia de los dictadores humanos, Él lo hará no por ganancia egoísta, ni por megalomanía o paranoia. Él enseñará, dispondrá e implementará el camino de justicia, y erradicará actitudes de odio, egoísmo y violencia.

El gobierno de Cristo no será una democracia. Tampoco será socialismo, comunismo, feudalismo ni fascismo. Será una monarquía constitucional divinamente establecida, con la ley de Dios como Constitución y Cristo gobernando como Rey de reyes.

El gobierno de Dios no será un gobierno por el pueblo. Pero será un gobierno para el pueblo. La gente no tendrá votaciones, y ningún ser humano tendrá un cargo en el gobierno. Todos aquellos al servicio del gobierno serán seres espirituales divinos, miembros de la Familia Dios, especialmente designados por Jesucristo para regir como reyes y sacerdotes (Apocalipsis 1:6; 20:4). Todos los funcionarios del gobierno ya habrán vencido su naturaleza humana egoísta. Por tanto, ellos gobernarán con perfecta preocupación altruista por los gobernados. Gobernarán por el mayor bien de las personas. El Espíritu de Dios les dará a todos aquellos en autoridad, la sabiduría y el poder para gobernar con justicia.

“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de [el Eterno]; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de [el Eterno]. Y le hará entender diligente en el temor de [el Eterno]. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío” (Isaías 11:1-4).

La humanidad necesita desesperadamente un líder fuerte para salvarnos de nuestros problemas. Pero solo un líder con carácter justo, santo y perfecto puede hacerlo: ¡el Rey de reyes! 

Newsletter_ES