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El Imperio Otomano contraataca

GARY DORNING/TROMPETA

El Imperio Otomano contraataca

Los turcos han hablado este mes de mayo… y votaron por un sultán.

Su gobernante reivindicaba la sucesión de Mahoma y los emperadores romanos. Gobernaba un territorio que se extendía desde Hungría hasta Yemen. Las ciudades más sagradas de varias importantes religiones estaban bajo su control. Se trataba del Imperio Otomano, un califato islámico (es decir, que reclamaba el liderazgo sobre el mundo musulmán) que sacudió política y culturalmente a Oriente Medio y Europa desde la Edad Media hasta el siglo xx. El corazón de este imperio se encontraba en la actual Turquía y su capital era Estambul.

El legado otomano de Turquía fue borrado tras su derrota en la Primera Guerra Mundial. Mustafá Kemal Atatürk, presidente inaugural de Turquía y “padre fundador” republicano, buscó alejar a Turquía de su pasado y modernizarla. Disolvió el califato, prohibió la vestimenta musulmana tradicional y sustituyó la escritura árabe turca por el alfabeto latino. La Turquía de Atatürk miraba hacia Occidente en busca de inspiración como democracia secular y “europea”.

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Este año se cumple el centenario de la declaración de Turquía como república. Pero un siglo después, el legado de Atatürk ha sido casi completamente deshecho por un hombre empeñado en revivir el Imperio Otomano en espíritu, aunque no en nombre. Ese hombre es el actual presidente de Turquía: Recep Tayyip Erdoğan.

Turquía celebró sus elecciones presidenciales el 28 de mayo, dando a Erdoğan cinco años más en el poder. Turquía está obteniendo “más de lo mismo” técnicamente. Pero cuando “más de lo mismo” significa mantener en el poder al líder posiblemente más impredecible e incluso perjudicial de la región, se sabe que al mundo le espera un viaje turbulento.

De Estambul a Ankara

Erdoğan saltó a la fama como alcalde de Estambul en 1994. Fue el primer islamista elegido alcalde, intentó construir una mezquita en la plaza principal de la ciudad y prohibió las bebidas alcohólicas en los cafés municipales. En 1998, recitó un poema provocador que le valió ser condenado y encarcelado por incitación al odio religioso. Tras varios meses en prisión, fue puesto en libertad a principios de 1999.

Mientras tanto, la Turquía de la década de 1990 estaba en una situación difícil. La economía se desplomaba y los turcos estaban hartos de la corrupción del gobierno. El gobierno turco impuso el secularismo tomando medidas que incluían la prohibición del velo para las mujeres en las universidades. La década terminó con un terremoto cerca de Estambul que mató a más de 17.000 personas. La devastación y la lenta respuesta del gobierno inspiraron el deseo de cambio por parte de los turcos comunes y corrientes.

Erdoğan, aún en sus cuarenta, era una cara nueva y un político desconocido que prometía traer el cambio. Se convirtió en Primer Ministro en 2003, al frente del Partido de la Justicia y el Desarrollo (conocido por su acrónimo turco akp). Lo que había instaurado en Estambul lo implementaría ahora en todo el país—por las próximas dos décadas.

Nuevo sultán en la ciudad

Al principio, Erdoğan dio a sus votantes el nuevo comienzo que buscaban. En 2008 eliminó la prohibición del velo en las universidades, permitiendo así a las mujeres religiosas conservadoras acceder a la educación superior. También hizo mucho por dar una imagen positiva de Turquía en la escena mundial al intentar resolver los diversos conflictos del país. En 2004, intentó sin éxito poner fin al conflicto entre griegos y turcos en Chipre. En 2013, inició un proceso de paz entre el gobierno turco y los rebeldes kurdos que, lamentablemente, fracasó pocos años después.

Con el paso de los años, y mientras Erdoğan permanecía en el poder, se hizo evidente que era mucho más que una “cara nueva para agitar las cosas”. Estaba creando un “nuevo antiguo régimen”.

En 2013, las normas del akp impidieron a Erdoğan presentarse a un cuarto mandato como líder del partido. Así que se postuló con éxito para la presidencia, lo que era un cargo ceremonial en Turquía. En 2017, después de un golpe de Estado fallido por parte de los oficiales descontentos y nerviosos por la dirección del país, Erdoğan cambió el gobierno de Turquía de una democracia parlamentaria a una presidencia ejecutiva. Esto significa que, en lugar de que el parlamento sea el gobierno (con el primer ministro como el líder), el presidente de Turquía —un solo hombre— es el gobierno. El gobierno ya no es el akp, sino Erdoğan personalmente.

¿Qué ha hecho desde que se consolidó en el poder? Entre otras cosas, ha convertido a Turquía en uno de los peores entornos para los periodistas. Cuando Erdoğan llegó al poder en 2003, la Clasificación de la Libertad de Prensa situaba a Turquía en el puesto 115 de 163 países y territorios analizados. En 2023, Turquía ocupó el puesto 165 de 180, por detrás de Rusia, Afganistán, México, Hong Kong y muchas otras famosas “zonas de peligro” para los periodistas. Actualmente, Reporteros sin Fronteras tiene una lista de 30 trabajadores de los medios de comunicación detenidos en Turquía, más que en cualquier otra democracia de la lista, y más que en varias dictaduras.

Erdoğan también se ha desvivido por ayudar a otros regímenes autocráticos a aferrarse al poder. Lo más notorio es que ha ayudado al grupo terrorista islamista Hamás a aferrarse a su régimen de facto en la Franja de Gaza, cercano a Israel. Ha dirigido importantes inversiones en infraestructuras y “educación” en Gaza (que incluye el lavado de cerebro a jóvenes árabes para que luchen contra Israel). Después de que la Hermandad Musulmana se hicieran con el gobierno de Egipto y luego perdiera rápidamente el poder en 2013, la Turquía de Erdoğan ha acogido en el país a miembros exiliados del grupo terrorista islámico. También ha prestado ayuda militar al primer ministro etíope, Abiy Ahmed, en la guerra civil de la nación. Ahmed ha sido acusado de limpieza étnica e incluso de genocidio.

Erdoğan también está ejerciendo un considerable poder religioso. Está convirtiendo en mezquitas edificios que los antiguos cristianos construyeron como iglesias, y que los otomanos habían convertido en mezquitas y los seculares en museos.

En 2020, Erdoğan ordenó que Santa Sofía —la catedral bizantina que en su momento fue la iglesia más grande del mundo—volviera a ser consagrada como mezquita, junto con la Iglesia de Cora. En un discurso conmemorativo, Erdoğan dijo que la transformación de Santa Sofía honraba “el espíritu de conquista”. Es un símbolo que la Turquía islámica no permitirá que se quede en los libros de historia. Ha vuelto y para quedarse. Y es mejor que el resto del mundo se vaya acostumbrando.

Reviviendo el Imperio Otomano

En las recientes elecciones presidenciales, Erdoğan se enfrentó al que quizá sea el mayor desafío a su poder y a su agenda islámica. En la primera vuelta, celebrada el 14 de mayo, se presentaron varios candidatos. Erdoğan ganó esa ronda con el 49,5% de los votos, lo que le envió a una segunda vuelta contra su rival, Kemal Kılıçdaroğlu, el 28 de mayo. Kılıçdaroğlu lidera el Partido Republicano del Pueblo, un partido kemalista secular que aspira a devolver Turquía a sus raíces republicanas. Gracias en parte a la intimidación y la detención de periodistas, Erdoğan ganó la segunda vuelta con algo más del 52% de los votos. Los observadores electorales se quejaron de una cobertura mediática sesgada y de irregularidades en el voto electrónico. Pero si Erdoğan planeaba hacer fraude para llevarse la victoria, a su gente no le habría costado mucho maquinar el último 0,6% para ganar. Incluso si la manipulación de votos o algún otro fraude le robó las elecciones a Kılıçdaroğlu, sigue habiendo millones de turcos que votaron por Erdoğan y quieren que su visión de Turquía se haga realidad. En muchos sentidos, ya lo es.

Sin embargo, eso no significa que Erdoğan ahora vaya viento en popa. La economía turca es bastante inestable. Erdoğan se acerca a los 70 años de edad y mucha gente está cansada de él. El ejército turco tiene fama de dar golpes de Estado contra líderes que le desagradan; ya lo intentaron una vez en 2016 y podrían volver a intentarlo. O su propio partido podría sustituirlo en las elecciones de medio término.

Hay muchas razones por las que el propio Erdoğan podría no gobernar Turquía en los próximos cinco años. Pero eso no importa. Los turcos llevan 20 años con un régimen islamista, autocrático y de alto peso, y a millones de ellos les gusta que sea así.

Turquía es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Fue el primer país musulmán en reconocer a Israel como nación soberana. Tras un siglo de acercamiento a Europa, conserva una serie de rasgos seculares. Algunos pueden pensar que Turquía es un socio natural de Occidente. Pero los eventos actuales sugieren lo contrario, y la profecía bíblica lo confirma.

La evidencia histórica muestra que los turcos son descendientes del antiguo pueblo de Edom, que descendía del patriarca Esaú. El libro de Abdías profetiza que los modernos edomitas estarán guiados por una soberbia “exaltada como el águila” (versículos 3-4). Esta profecía predice la ambición del líder turco de llevar a su nación a altos niveles de poder. Los versículos 10-12 muestran que los turcos irán a la guerra contra Judá (el moderno Estado judío de Israel) y Jacob (Estados Unidos y Gran Bretaña). (Solicite su copia gratuita de Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, de Herbert W. Armstrong).

El versículo 11 especifica que “extraños” harían los primeros tiros en esta guerra contra Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel. Otras profecías muestran que se trata de una potencia europea unida que se está formando en la Unión Europea en este momento. El versículo 14 muestra que los atacados huirán “en las encrucijadas” para protegerse.

“Estos refugiados israelíes presas del pánico [que incluyen a Estados Unidos y Gran Bretaña]”, escribió el gerente editor de la Trompeta Joel Hilliker, en diciembre de 1997, “al huir a Turquía, pensarán que están entrando en territorio amigo. (…) Turquía no sólo posee la Puerta de Cilicia, la vía de escape por tierra, sino que controla la principal vía marítima que puede proporcionar una salida: el Bósforo-Dardanelos”. Turquía también controla Tracia, el principal puente terrestre entre Europa y Oriente Medio. Turquía controla verdaderamente las encrucijadas del mundo.

¿Pero qué ocurre cuando estos refugiados quieren la ayuda de Turquía?

Abdías 13-14: “Nunca debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su calamidad; nunca debiste haber mirado su agonía en el día de su calamidad… nunca debiste haberte parado en los pasos para prender a los fugitivos, nunca debiste haber traicionado a sus supervivientes, en el día de la angustia” (traducción de Moffatt).

“Había refugiados de Jacob”, dijo el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, en un episodio de La llave de David de 2013, “y él [Turquía] los mató al entrar por esas puertas marítimas”. El Sr. Flurry también señaló la alianza del Imperio Otomano con Alemania en la Primera Guerra Mundial como un presagio de lo que vendría. El Sr. Flurry dijo que los turcos “volverían a aliarse con Alemania contra Estados Unidos y Gran Bretaña”. Estos refugiados podrían incluir a soldados estadounidenses y británicos apostados en Oriente Medio, así como israelitas.

El presidente Recep Tayyip Erdoğan puede o no ser el líder turco que lleve a cabo esta traición. Mucho podría suceder entre ahora y el cumplimiento de la profecía de Abdías. Las naciones israelitas llevan años tratando con Erdoğan y no lo consideran especialmente digno de confianza. Pero como sea, millones de sus votantes adoran la nueva Turquía antioccidental que Erdoğan ha creado. Y podemos esperar que Turquía siga “exaltándose como el águila” en los próximos años, a expensas de Gran Bretaña, Estados Unidos y el Estado judío.

ESTADOS UNIDOS Y GRAN BRETAÑA EN PROFECÍA

La gente del mundo occidental estaría sorprendida y boquiabierta, ¡si lo supieran! Los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australasia y África del Sur pondrían en marcha gigantescos programas de protección, ¡si lo supieran! ¡Ellos podrían saberlo! ¡Pero, no lo saben! ¿Por qué?