BEATA ZAWRZEL/NURPHOTO VÍA GETTY IMAGES
El hombre fuerte, el pontífice y el antiguo imperio
Los partidos de la oposición estaban desesperados por derrocar al actual primer ministro Viktor Orbán. En las elecciones parlamentarias de Hungría del 3 de abril, seis de ellos se presentaron juntos como una oposición unida. Los analistas predijeron que la carrera sería reñida. No lo fue.
El partido Fidesz de Orbán obtuvo el 53% de los votos (incluso más que en las últimas elecciones); la oposición obtuvo el 35%. Orbán obtuvo su cuarto mandato consecutivo.
Su victoria señaló la transformación que se está produciendo en Hungría y que pronto afectará al resto de Europa, y al mundo.
Elecciones injustas
Hay acusaciones generalizadas de que Orbán robó las elecciones. Pero hay pocas pruebas de que se hayan destruido, alterado o falsificado los votos, aunque se ha informado de la existencia de bolsas con votos quemados por la oposición en una ciudad rumana donde los húngaros pueden votar. Sin embargo, es difícil negar otras tácticas de Orbán para influir en las elecciones.
Meses antes de las elecciones, el parlamento controlado por el Fidesz cambió la definición legal de “residencia”, que pasó de ser el lugar en el que una persona reside a cualquier dirección que utilice para sus comunicaciones oficiales. La residencia de un votante determina su elegibilidad para votar en ese distrito, por lo que este cambio permitió el “turismo electoral”: personas que votan por candidatos en distritos donde no viven. El exceso de partidarios en un distrito, por ejemplo, podría salvar a un candidato en apuros en otro.
Además, la mayoría de los medios de comunicación húngaros están controlados o financiados por el gobierno o dirigidos por oligarcas afines a Orbán. Esto contribuyó sin duda a aumentar su porcentaje de votos.
Orbán también utilizó recursos gubernamentales para su campaña. Un sitio web del gobierno diseñado para proporcionar actualizaciones sobre la covid-19 afirmó que los oponentes de Orbán estaban tratando de involucrar a Hungría en la guerra de Ucrania. Klára Dobrev, una diputada del Parlamento Europeo a la que se dirige el correo electrónico calificó esto de “uso de dinero público para propaganda obviamente partidista”.
El gobierno dio a uno de los principales oponentes de Orbán, Péter Márki-Zay, el menor tiempo posible para hacer campaña en los medios de comunicación estatales. Márki-Zay sólo tuvo una oportunidad de hablar en la cadena de televisión pública más grande de Hungría, menos de tres semanas antes de la votación. Radio Free Europe obtuvo una grabación del director de la emisora estatal mtva, en la que daba instrucciones al personal sobre la política de mtva de no apoyar a los candidatos de la oposición. A los que se opusieron se les dijo que renunciaran inmediatamente.
Las elecciones húngaras preocuparon lo suficiente a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, que dio un paso sin precedentes al enviar una misión completa de supervisión electoral. Tras afirmar que las elecciones estuvieron “bien gestionadas” y “ofrecieron distintas alternativas”, la organización informó que “aunque fue competitivo, el proceso se vio empañado por la omnipresente superposición de mensajes del gobierno y la coalición gobernante, que difuminó la línea entre el Estado y el partido, así como por la parcialidad de los medios de comunicación y la financiación poco clara de la campaña”.
La victoria de Orbán no se debió a una manipulación directa, pero no fue una pelea justa en una democracia libre.
Cortejando a Putin
A pesar de sus métodos antidemocráticos, Orbán sigue siendo inmensamente popular en Hungría y probablemente habría ganado de todas formas. En 2014, declaró célebremente que estaba convirtiendo a Hungría en un “Estado no liberal”. Ha sido bastante descarado a la hora de usar la prensa y los organismos gubernamentales para sesgar las elecciones y el electorado a su favor. Los húngaros pueden ver claramente que Orbán se está convirtiendo en un autócrata, y les gusta lo que ven.
Esto es un hecho preocupante en lo que se supone que es una democracia europea libre.
También lo es la relación de Orbán con Vladimir Putin, el hombre fuerte ruso. Aunque Orbán no es un dictador absoluto y su gobierno no apoya activamente la guerra de Rusia contra Ucrania, tanto él como Putin son hombres fuertes que socavan las instituciones democráticas. A ambos les disgustan aspectos del liberalismo occidental moderno, como el multiculturalismo y la aceptación de la homosexualidad. La ayuda de Orbán a Putin, aunque limitada, ha sido suficiente para alejar a Hungría de sus aliados occidentales tradicionales. Y aquí es donde las cosas se ponen interesantes.
Europa del Este tiene tradiciones políticas muy distintas a las de Europa Occidental. Muchos europeos del Este tienen una visión más conservadora. Polonia está gobernada por el partido Ley y Justicia, que sirve a los intereses católicos más que a los liberales sociales. Los políticos más destacados de Eslovenia, la República Checa y otros países ven a Orbán como un líder de su camarilla de líderes antisistema en el Este.
Pero algunos de estos políticos más destacados, como el primer ministro esloveno Janez Janša y el primer ministro checo Andrej Babiš, han sido expulsados. Polonia es considerada el aliado más importante de Orbán, pero su posición sobre la invasión rusa de Ucrania está tensando esa relación. Cuando Orbán se negó a condenar la masacre de civiles en Bucha, Ucrania, por parte de las tropas rusas, el viceprimer ministro polaco Jarosław Kaczyński arremetió contra él en la radio. “Mi valoración es inequívocamente negativa; debo admitir que todo es muy triste”, dijo Kaczyński. “Cuando Orbán dice que no puede ver lo que pasó en Bucha, hay que aconsejarle que vea a un oftalmólogo”.
Desde 2010, el primer viaje de Orbán al extranjero tras cada victoria electoral había sido a Polonia, una muestra de solidaridad. Pero este año, Orbán fue en cambio a la Ciudad del Vaticano.
Persiguiendo al Papa
El papa Francisco es bien conocido por su apoyo a la unidad europea, la integración de los refugiados musulmanes en Europa y muchas otras causas tradicionalmente liberales a las que Orbán se opone. Sin embargo, el 21 de abril, Orbán tuvo una audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano, la primera desde que Francisco fue elegido Papa en 2013.
Francisco y Orbán se reunieron por última vez en septiembre de 2021 en Hungría, donde el Papa pasó apenas siete horas en la capital de camino a un viaje de varios días a Eslovaquia. La tensión entre ambos fue notable. Durante la misa, Francisco llamó a los húngaros a ser más “abiertos” y “considerados” y dijo que “la cruz… extiende sus brazos hacia todos”. Muchos interpretaron esto como una crítica a las restricciones de Orbán a los refugiados de Oriente Medio. Orbán entregó al Papa un mensaje apenas velado de su parte: una copia de una carta del siglo xiii del rey de Hungría al Papa Inocencio iv en la que le pedía ayuda para luchar contra los invasores mongoles. Orbán declaró después que “pidió al Papa Francisco que no dejara perecer a la Hungría cristiana”.
Nada de esta hostilidad se notó en el viaje de Orbán al Vaticano. Los dos hombres concluyeron el encuentro en inglés, con Orbán invitando a Francisco a visitar Hungría. “Que Dios le bendiga a usted, a su familia y a Hungría”, dijo Francisco. Orbán respondió: “Su santidad, le estamos esperando”.
Balkan Insight escribió el 22 de abril: “La visita de Orbán al Vaticano sugiere que está tratando de cerrar la enorme brecha que ha creado entre él y otros líderes europeos. A pesar de su reciente victoria aplastante en las elecciones húngaras, Orbán se enfrenta a vientos en contra”. Balkan Insight describió cómo otros antiguos aliados de Orbán, la República Checa y Eslovaquia, tienen relativamente nuevos primeros ministros que le apoyan mucho menos que sus predecesores.
La visita de Orbán al Vaticano puede ser más de lo que parece.
‘La clave de la renovación de Europa’
Balázs Orbán, uno de los asesores políticos de Viktor Orbán (sin parentesco), subió varias publicaciones en Facebook relacionadas con la reunión. “La institución del papado y la persona del santo padre han desempeñado un papel destacado en la vida de Hungría desde la fundación del Estado por San Esteban [el primer rey de Hungría]”, escribió antes de la reunión. “Este estrecho vínculo ha sido la clave de la renovación de Europa en innumerables ocasiones. Nuestras causas comunes siguen uniéndonos”.
Hungría es históricamente católica y fue uno de los dos principales pilares del Imperio Austrohúngaro, gobernado por la monarquía católica de los Habsburgo. Antes de Austria-Hungría, los Habsburgo gobernaron durante siglos el Sacro Imperio Romano. El Sacro Imperio Romano, cuyo emperador era coronado por el Papa, era guiado por el catolicismo romano.
Este podría ser el “estrecho vínculo” al que se refiere Balázs Orbán. Pero el Sacro Imperio Romano es responsable de algunas de las peores atrocidades de Europa, como la Inquisición y las guerras religiosas contra los protestantes. Austria-Hungría es parcialmente responsable del inicio de la Primera Guerra Mundial. Y el Sacro Imperio Romano sirvió de inspiración a Adolfo Hitler para formar el Tercer Reich. Sin embargo, la Hungría de Orbán, y aparentemente el Vaticano, ven esta “renovación” como algo positivo.
Francisco defiende la unidad europea. En 2016, fue galardonado con el prestigioso Premio Carlomagno por sus contribuciones a la unidad europea. El Papa también es conocido por su hostilidad al orden mundial liderado por Estados Unidos y sus llamados a una revolución financiera y política global. Francisco y Orbán tienen sus discrepancias, pero parecen compartir el objetivo de “renovar” Europa.
¿Espera Viktor Orbán utilizar esta “clave de la renovación de Europa” una vez más? ¿Quiere que la Iglesia católica le ayude a “unir a Europa” de forma más que general? Cuando le dijo al Papa: “Le estamos esperando”, bien podría haber querido decir que toda Europa está esperando que el papado reconstruya Europa en un bloque de poder fuerte, cristiano y no liberal.
El ‘agujero con forma de iglesia’ de Europa
La Trompeta y nuestra revista predecesora, La Pura Verdad, han pronosticado la unificación de Europa durante décadas. También hemos pronosticado que las naciones europeas serán totalmente incapaces de unirse políticamente sin una fuerza más poderosa. Esa fuerza más poderosa es la religión.
El fundador de La Pura Verdad, Herbert W. Armstrong, escribió en 1980 que los líderes europeos “hablan continuamente de la unión política, que implica también la militar. Hasta ahora no han podido lograr una unión política completa, pero será posible mediante los ‘buenos oficios’ del Vaticano, que es el único símbolo de unidad al que pueden mirar” (Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía).
“¿Recuperará Europa su identidad cristiana?” fue el artículo de portada de la Trompeta de noviembre-diciembre de 2016 [edición en inglés]. En éste se afirmaba que la “identidad cristiana y romana de Europa resuelve los dos mayores problemas que afronta Europa ahora mismo: cómo enfrentarse al islamismo radical y cómo unificar el Continente. Ninguna otra cosa resuelve tan perfectamente los problemas a los que se enfrenta Europa hoy en día. (…) Hay un agujero en forma de Iglesia católica en el corazón de Europa. Es sólo cuestión de tiempo que un nuevo Napoleón intente llenarlo”.
Esto puede parecer todavía improbable para muchos. Europa ha sido un baluarte del secularismo durante más de una vida. La era de los papas y cardenales presidiendo la política europea parece historia antigua. Pero La Pura Verdad y la Trompeta se han apoyado en una fuente eterna, una que afirma que este “agujero en forma de Iglesia católica en el corazón de Europa” será llenado. Esa fuente es la Santa Biblia.
El libro del Apocalipsis fue escrito por el apóstol Juan alrededor del año 90 d. C., en el apogeo del antiguo Imperio Romano. En el capítulo 13, Juan describe una “bestia”, símbolo bíblico de un imperio. Tiene un temible poder bélico (versículo 4). Persigue y martiriza al pueblo de Dios (versículo 7). Tiene gran autoridad y gobierna el mundo conocido (versículos 2, 8). Al estudiar este capítulo con las profecías relacionadas en Daniel 2 y 7, la identidad de esta bestia queda clara: es el Imperio Romano. (Solicite ¿Quién o qué es la bestia profética? por Herbert W. Armstrong).
Roma cayó hace siglos. ¿Qué relevancia tiene esta profecía para la Europa moderna? Observe que la bestia tiene siete cabezas y diez cuernos (Apocalipsis 13:1). Este es un detalle importante que relaciona Apocalipsis 13 con otra profecía en Apocalipsis 17.
Este capítulo presenta una “bestia” (imperio) con siete cabezas y 10 cuernos (versículo 3). Pero esta bestia está montada por una “mujer”, símbolo bíblico de una iglesia (vea Efesios 5:22-32; 2 Corintios 11:1-2). Ella es extremadamente rica y está vestida con ropas lujosas (Apocalipsis 17:4). Tiene influencia sobre muchos pueblos del mundo (versículo 15). Reina desde una “gran ciudad” situada sobre siete colinas (versículos 18, 9).
Al igual que La Pura Verdad, la Trompeta identifica a esta “mujer” como la Iglesia católica romana.
Apocalipsis 17 interpreta las siete cabezas como siete encarnaciones consecutivas del Sacro Imperio Romano: la unión de una potencia europea con la Iglesia católica (versículo 10). El versículo 14 muestra que la última encarnación se levantará y existirá hasta la Segunda Venida de Cristo.
La historia registra seis de estas resurrecciones del Sacro Imperio Romano. La última de ellas fue el Tercer Reich de Adolfo Hitler. Esto significa que hay una resurrección más por venir.
El versículo 12 da otro detalle clave sobre la séptima y última resurrección: “Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia”. La última resurrección consistirá en 10 naciones independientes que unirán sus fuerzas en un imperio supranacional. Al igual que las resurrecciones anteriores, serán guiadas por la “mujer”.
La Trompeta cree que Hungría será uno de estos 10 reyes.
“¿Es la aprobación de la dictadura de Orbán en la UE una señal de que ha llegado el tiempo de surgir para los 10 reyes de Europa?” preguntó el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, en su artículo “Coronavirus y el Sacro Imperio Romano”. “Es casi seguro que Hungría será parte de la superpotencia europea de 10 naciones” (la Trompeta, julio de 2020).
La reunión del Vaticano muestra que la Iglesia católica también ha aceptado el lugar de Orbán en Europa. Y parece que Orbán y el papado están listos para colaborar más estrechamente en el objetivo compartido de una “renovación” más de Europa. La historia demuestra que esto no augura nada bueno para Europa ni para el mundo.