El Gobierno británico admite que trató a los científicos anti-encierros COVID-19 como terroristas
El gobierno británico utilizó políticas diseñadas para atacar a terroristas con el fin de silenciar a científicos que se oponían al encierro en las redes sociales.
El ex Secretario de Estado de Salud y Asistencia Social Matt Hancock publicó la semana pasada sus “Diarios de la pandemia”, en colaboración con la periodista Isabel Oakeshott. Tras extensas entrevistas con Hancock, Oakeshott escribió:
Según Hancock, cualquiera que discrepara radicalmente de su enfoque estaba loco y era peligroso y había que cerrarle el paso. Su relato muestra lo rápido que la supresión de la auténtica desinformación médica —un esfuerzo digno durante una crisis de salud pública— se transformó en una agresiva campaña impulsada por el gobierno para desprestigiar y silenciar a quienes criticaban la respuesta. Ayudado por la Oficina del Gabinete, el Departamento de Salud aprovechó todo el poder del Estado para aplastar a los individuos y grupos cuyas opiniones se consideraban una amenaza para la aceptación pública de los mensajes y la política oficiales. *Desde enero de 2020, Hancock revela que su asesor especial estuvo hablando con Twitter sobre “ modificar sus algoritmos”. Más tarde envió personalmente un mensaje de texto a su antiguo colega de coalición Nick Clegg, ahora un pez gordo en Facebook, para solicitar su ayuda. El ex viceprimer ministro liberal demócrata estuvo encantado de ayudarle.
Tal era el temor a los “antivacunas” que la Oficina del Gabinete recurrió a un equipo hasta entonces dedicado a combatir la propaganda [del Estado Islámico] para frenar su influencia. *El enfoque de cero tolerancia se extendió a los médicos y académicos disidentes. Los científicos eminentes que estaban detrás de la llamada Declaración de Barrington, que defendía que los esfuerzos de salud pública debían centrarse en proteger a los más vulnerables y al mismo tiempo permitir que la población general desarrollara inmunidad natural al virus, fueron ampliamente denigrados: Hancock consideraba realmente sus opiniones una amenaza para la salud pública.
Oakeshott también reveló lo poco fundamentado científicamente que estaba la presión del gobierno para los mandatos sobre tapabocas:
Desde el 3 de febrero de 2020 (…) a los ministros se les dijo que los tapabocas no suponían una diferencia significativa. En abril de 2020, el Grupo Asesor sobre Amenazas de Virus Respiratorios Nuevos y Emergentes (nervtag) reiteró este consejo. A finales de ese mes, el comité Sage dijo prácticamente lo mismo, indicando a los ministros que no sería razonable pretender un gran beneficio.
En cuanto a las escuelas, los tapabocas no se introdujeron por motivos científicos, sino políticos. El gobierno del Reino Unido excluyó específicamente a las escuelas de toda recomendación de usar tapabocas. Pero entonces la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, anunció que Escocia obligaría a llevar mascarilla en los institutos. “Ante la desagradable alternativa de hacer que el jefe médico o científico dijera que los escoceses estaban equivocados o dar un giro de 180 grados, Downing Street optó por lo segundo”, escribió Oaskeshott. “Ésa, más que cualquier razón médica, es la razón por la que millones de niños y niñas en edad escolar se vieron obligados a pasar meses con mugrientos trozos de material pegados a la cara”.
Los diarios de Hancock revelan lo que dijimos desde el principio: Los encierros fueron una expansión masiva del poder gubernamental y un retroceso masivo del Estado de Derecho y de la libertad individual.
El redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, escribió que “la tiranía gubernamental es rutinaria en la historia de la humanidad” y que “nuestra gente se ha instalado en una especie de irrealidad sobre lo que realmente está ocurriendo a nuestro alrededor. ¡No entienden lo mortalmente peligroso que es!”.
Para saber más sobre cómo está siendo atacada la libertad, lea nuestro artículo “Su libertad es más frágil de lo que cree”.