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El funeral de la reina demuestra el poder del trono
El 19 de septiembre, gran parte del mundo (unos 4.000 millones de personas) se sintonizaron al evento televisivo en directo más grande de la historia: el funeral de la reina Isabel ii. Cerca de 2 millones más se congregaron en las calles de Londres para ver el cortejo fúnebre. Desde Washington hasta Westfalia, las banderas ondearon a media asta en su honor. La Abadía de Westminster acogió una de las reuniones de líderes mundiales más grandes de la historia, con la asistencia de más de 500 jefes de Estado extranjeros, monarcas y dignatarios de 175 países.
La reina Isabel conmovió a la gente de una forma poderosa. La fila para pasar ante su ataúd mientras yacía en capilla ardiente alcanzó la longitud máxima permitida de 16 kilómetros. Algunas personas esperaron más de 24 horas en la fila sólo para tener un minuto para presentar sus últimos respetos. Personas de todas las edades, razas y orígenes hicieron cola para poder tener un momento para inclinarse, hacer una reverencia o dar un saludo al ataúd de la Reina antes de retirarse, muchos con lágrimas en los ojos.
¿Cómo pudo la Reina conmover a la gente de todo el mundo tan poderosamente?
La periodista británica Melanie Phillips escribió que para entender este acontecimiento mundial fenomenal, es necesario conocer la conexión entre el trono de Gran Bretaña y la Biblia.
Retrocediendo hasta el rey David
“A los ciudadanos de las repúblicas a menudo les cuesta apreciar los beneficios de una monarquía constitucional”, escribió Phillips. “Pocos aprecian también que la monarquía británica sigue el modelo del antiguo Israel. Es la razón por la que el monarca es ungido; es la razón por la que las palabras pronunciadas por el ‘Sacerdote Sadoc’, tomadas del primer libro de Reyes, se han cantado en cada coronación inglesa desde el año 973 d. C. Incluso algunos monarcas británicos en el pasado han remontado supuestamente su línea hasta el rey David” (jns, 16 de septiembre).
¿La familia real se remonta hasta el rey David? Pocos lo reconocen, ¡pero usted puede comprobar que es cierto! Herbert W. Armstrong lo explicó en su libro Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía (solicite un ejemplar gratuito). No se puede entender el trono de Gran Bretaña sin hablar de algunas de las muchas escrituras sobre él en la Biblia.
La reina Isabel ii se sentó efectivamente en el trono de David. Dios le concedió el honor, y con él vino una gran responsabilidad.
Esta es la promesa de Dios al rey David: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:12-13).
¡Esta es una verdad que revoluciona el universo! ¡Dios dijo que establecería el trono de David para siempre! Esa es una de las promesas más importantes que Dios hace en la Biblia.
El mundo y muchos británicos se preguntan por qué Gran Bretaña se aferra a su trono. La respuesta sorprendente es que Jesucristo ha mantenido vivo al trono británico.
Las soluciones a los problemas de Gran Bretaña pueden encontrarse comprendiendo el verdadero origen del trono británico. Las ricas tradiciones que rodean ese trono apuntan a algo mucho más grande de lo que la mayoría de la gente cree.
Hay pruebas de que la tatarabuela de la reina Isabel, la reina Victoria, sabía que el trono de Gran Bretaña comenzó con David. Pero la mayoría de los periodistas y eruditos no muestran ningún interés en comprobar si ese antiguo trono existe, ni en la magnitud suprema de su importancia. Y no es difícil de comprobar.
Aunque se dé cuenta o no, ese trono representa la única esperanza en este mundo terriblemente peligroso. Ese mismo trono tiene una conexión directa con la promesa de que Jesucristo regresará y traerá la paz al mundo entero.
“Este [Jesús] será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:32-33). Esta es una maravillosa promesa de Dios, no sólo que Jesucristo regresará, sino que gobernará a las naciones desde el trono de David. ¡Este era el mismo trono que ocupaba la reina Isabel ii!
Ese trono duró tanto tiempo en Inglaterra debido al pacto de Dios con David. El rey David habló de este pacto justo antes de morir. “Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, Dijo aquel varón que fue levantado en alto, El ungido del Dios de Jacob, El dulce cantor de Israel (…) No es así mi casa para con Dios; Sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo, Ordenado en todas las cosas, y será guardado, Aunque todavía no haga él florecer Toda mi salvación y mi deseo” (2 Samuel 23:1, 5). Dios hizo un pacto eterno con David. El trono de David nunca cesará, ¡Florecerá por toda la eternidad! (Isaías 9:6-7). Todos los integrantes de esa línea real son parte de ese pacto especial con el trono establecido con el rey David, aunque lo sepan o no.
Es este glorioso honor el que le otorgó un poder excepcional al trono de la Reina.
Un trono unificador
Melanie Phillips señaló el poder que tenía este trono para unificar. “La palabra que me viene a la mente de estas conmovedoras escenas es devoción: la devoción de la difunta reina por el pueblo, y la devoción de éste por ella. (…) En una Gran Bretaña mayoritariamente secular y sin Dios, hay un fuerte elemento de lo sagrado en esta relación entre el pueblo y la corona.
“El monarca en Gran Bretaña es consagrado a un rey superior. Durante la coronación, que tendrá lugar el próximo año, Carlos será ungido. El juramento que hace no es ante el pueblo sino ante Dios” (ibíd.). ¡Eso es cierto! ¿Cumplirá el rey Carlos ese juramento a Dios?
“Por eso su deber de servir al pueblo es inquebrantable. Y por eso el monarca es una fuerza unificadora y funde al pueblo en una nación unida. La familia real ayuda a forjar al país en una especie de familia nacional” (ibíd.).
Phillips señaló que el trono de David en Israel tenía ese mismo poder. “El genio de la monarquía inventada por el rey David fue que reunió, como una sola nación gobernable, a tribus que de otro modo serían muy distintas y potencialmente beligerantes entre sí” (ibíd.).
La razón de su poder es que no fue “inventado por David”. Este trono es la manera como Dios unifica a los pueblos. David reunió a las tribus divididas de Israel bajo ese trono. Incluso después de que el reino se dividiera y, finalmente, fueran destruidos tanto el reino de Israel como el de Judá, ese trono continuó. Dios lo preservó, cumpliendo la profecía de Ezequiel 21:27 al transferirlo tres veces: primero trasladándolo a Irlanda a través del profeta Jeremías, luego a Escocia unos mil años después, y más tarde a Inglaterra. Puede seguir esa línea real a través de la historia, junto con los movimientos de la “piedra del destino”, una piedra sobre la que han sido coronados los monarcas británicos desde que Eduardo i la capturó y la trasladó a la Abadía de Westminster en 1296.
Ese trono unió los reinos de Escocia e Inglaterra bajo una sola monarquía. Como escribió el Sr. Armstrong en Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía: “Pronto el imperio británico se extendió alrededor del mundo, hasta el punto que el sol nunca se ponía sobre sus territorios. Canadá, Australia, Suráfrica se convirtieron en dominios, como naciones libres, autogobernadas e independientes de Inglaterra. Constituían un conjunto o mancomunidad de naciones unidas, no por un gobierno legal, ¡sino únicamente por el trono de David!” (énfasis suyo).
La Biblia nos dice que el Mesías unirá a todo el mundo bajo ese trono: “He aquí vienen días, dice [el Eterno], en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 33:14-15). ¡Muchas profecías muestran que la “tierra” que Cristo gobernará es toda la Tierra! ¡El Mesías está a punto de gobernar a las naciones desde el trono de David!
Judá e Israel están a punto de reunirse bajo ese trono (versículo 16). De hecho, este mundo está a punto de convertirse en el Israel espiritual, unificado por el trono de David. Toda la humanidad mirará hacia ese único trono, el trono de la “llave de David”. La llave de David une a todos las personas que alguna vez hayan vivido, si eligen la vida.
El funeral de la Reina nos proporcionó un vistazo al poder de un trono establecido por Dios. Observe la admiración y el respeto por el trono británico que demostraron millones y millones de personas. ¿Qué tipo de mensaje podría enseñarse desde ese trono? ¿Qué poder tiene ese trono para cambiar realmente la vida de la gente, si lo ejerce alguien justo?
¡Ver a 4 mil millones de personas observando un trono podría decirse que es una profecía sobre cómo Jesucristo unirá al mundo!
Dios nos ha dado un trono tangible en la Tierra para que podamos comprender mejor la profundidad de la esperanza de Dios, nuestro potencial y la institución específica que utilizará para traer paz y unidad al mundo.
Sí, la corona de Gran Bretaña se remonta realmente al rey David del antiguo Israel. Sin embargo, he aquí una verdad aún más asombrosa. Isabel se sentó en el trono de David durante 65 años; pero en sus últimos cinco años, ¡no se sentó en el trono de David! Lo explicaré.
El fin de una era
La reina Isabel fue un ejemplo notable de clase, deber y servicio a su pueblo. Lamentablemente, ella representó una era de la historia británica que prácticamente ha desaparecido.
“La Reina es una constante insustituible en la vida de la nación británica”, escribió Phillips el año pasado. “Sus apariciones públicas no son sólo el cumplimiento de su papel como símbolo de la nación. Como muchos sienten visceralmente, ella es la nación. (…) Con su inigualable sentido del deber, su estoicismo y su contención emocional, muchos ven en la Reina la personificación de una Gran Bretaña cuya identidad cultural se está deshaciendo inexorablemente. Muchos sienten en sus huesos que cuando la Reina fallezca, Gran Bretaña simplemente no será la misma. A pesar del hecho de que la monarquía continuará, algo de infinito valor se habrá perdido” (29 de octubre de 2021; énfasis mío).
Para muchos, la Reina representaba un lazo con una época desvanecida de una moralidad superior, en la que la nación era más fuerte, su gente tenía mejores modales y estaba dotada de valores más elevados. Ella sirvió con una cierta abnegación que es rara hoy en día. Ella representaba una conexión con un pasado en gran medida perdido.
En 2016, la bbc elaboró un hermoso folleto para celebrar el 90º cumpleaños de la reina Isabel: “La reina Isabel: 90 gloriosos años”. Al comentar la muerte de su padre, el rey Jorge vi, los editores de la bbc escribieron: “Gran Bretaña, hace 64 años, era un país casi inimaginablemente diferente en cuanto a perspectivas, actitudes, moral y ética que hoy, sin hacer mención de la tecnología. Las encuestas de opinión realizadas a principios de la década de 1960 indicaban que hasta un tercio de los encuestados creía que la Reina había sido elegida por Dios y no por derecho de sucesión por parte de su padre”.
Gran Bretaña y los herederos de la Reina se han ido alejando de las pocas conexiones que aún tienen con esa historia.
‘La peor decisión de su vida’
En 1996, el primer ministro británico optó por devolver la piedra de la coronación a Escocia, y la reina Isabel lo aprobó.
El notable origen de esa piedra se registra en Génesis 28:10-22. Esta misma piedra aparecía en las coronaciones del antiguo Israel (p. ej., 2 Crónicas 23:11-13). Si lo estudia, verá que esta piedra era un símbolo del trono de David y de Jesucristo, ¡nuestra Roca! Reflexione profundamente sobre ello, porque Dios se toma esto inusualmente en serio. (Explico todo esto en mi libro gratuito La llave de David).
¡El hecho de que la reina renunciara a esa piedra demostró una terrible falta de fe y de respeto por la historia de su pueblo con Dios!
En la Trompeta de ese tiempo, escribí: “Creo que esta piedra es la cosa física más preciosa de esta Tierra. También creo que la reina Isabel ¡acaba de tomar la peor decisión de su vida! ¡Y el gobierno británico ha cometido el mayor error de su historia! (…) Las acciones [de Inglaterra] han despreciado al Dios vivo y omnipotente. Y va a haber un castigo aterrador a menos que se arrepientan” (agosto de 1996; énfasis en el original).
Al parecer, esa piedra será devuelta para la coronació n del rey Carlos. Pero mire lo que le ha pasado a esa familia desde que enviaron la piedra de vuelta a Escocia. ¡Han estado plagados de escándalos desastrosos a la vista de todo el mundo! Esa fue una gran prueba para la Reina.
Renunciar a esa piedra y despreciar a Dios como lo hizo resultó ser un terrible error, espiritualmente, para la reina Isabel ii. Hace cinco años, Dios puso fin a la conexión entre la familia real británica y el trono de David. Puede leer sobre esto en mi artículo de 2017 “La caída de la familia real británica”.
El rey Carlos iii es descendiente de David. Pero no está sentado en el trono de David como lo estaba su madre hace apenas cinco años.
La profecía de Jeremías
El libro de Jeremías fue escrito y conservado porque muchas de sus profecías son para este tiempo del fin (Jeremías 30:1-9). El versículo 24 afirma: “… en el fin de los días entenderéis esto”, y “entenderéis esto” se traduciría mejor como “comprenderéis a fondo”. Muchas otras profecías y escrituras muestran que el fin de los días son este tiempo del fin en el que estamos viviendo hoy. ¡Dios dijo que lo entenderíamos a fondo! ¿Lo entiende usted?
Jeremías 22 contiene esta profecía para nuestros días: “Así dijo [el Eterno]: Desciende a la casa del rey de Judá, y habla allí esta palabra, y di: Oye palabra de [el Eterno], oh rey de Judá que estás sentado sobre el trono de David…” (versículos 1-2). Dios está instruyendo a este rey sobre cómo debe vivir si quiere sentarse en ese trono.
“Así ha dicho [el Eterno]: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis…” (versículo 3). ¿Es esa la forma en que ha vivido la familia de la Reina? ¿Es esa la historia del rey Carlos?
El versículo 4 inicia con, “Porque si”, ven, esto es condicional, si es que van a sentarse en el trono de David. “Porque si efectivamente obedeciereis esta palabra, los reyes que en lugar de David se sientan sobre su trono…”. Si cumplen estas condiciones, entonces tendrán un rey sentado en el trono de David. Pero eso no ocurrió. Por eso el trono de David ya no está en Gran Bretaña.
El Theological Wordbook of the Old Testament [Libro de Palabras Teológicas del Antiguo Testamento] dice lo siguiente sobre la palabra “sientan”: “Literalmente, el texto es ‘el lugar de sentarse”. Este hombre puede sentarse allí si cumple las condiciones. Y Dios está hablando con un rey, no con una reina.
La profecía de Jeremías continúa: “Prepararé contra ti destruidores, cada uno con sus armas (…) Porque dejaron el pacto de [el Eterno] su Dios, y adoraron dioses ajenos y les sirvieron” (versículos 7, 9). ¿Qué “pacto” abandonó este pueblo? ¡El pacto que Dios hizo con David respecto a ese trono! Ellos eran parte de este pacto de David, ¡y lo abandonaron!
Observe cómo la familia real le ha dado completamente la espalda al pacto de David. Dios los ha castigado y les ha quitado el trono.
¿Disolviendo la Mancomunidad?
En 1999, el rey Carlos dijo que si llegara al trono, le gustaría asumir el título oficial no de “Defensor de la Fe”, como lo han hecho generaciones de monarcas antes que él, sino de “Defensor de las Fes”, es decir, protegiendo a todas las creencias en Gran Bretaña. Para mucha gente esto suena muy justo hoy en día. La sociedad moderna cree en la mentira de que “la diversidad es nuestra fortaleza”. Pero fíjese en los desastrosos resultados de tal pensamiento. Ha dejado a Gran Bretaña sin fe, materialista, dividida y vulnerable a los extremistas extranjeros. Gran Bretaña ha perdido su fe en Dios y en el rey, ¡y ha abandonado su fundamento moral! La Iglesia de Inglaterra ha renunciado a su autoridad moral, relajando sus normas en todos los aspectos: mujeres en el clero, sexo prematrimonial, homosexualidad. La monarquía, en lugar de trabajar para evitar el declive moral y mantener los estándares de acuerdo a Dios, ¡ha observado cómo se desarrolla e incluso lo ha fomentado! La familia real, incluido el nuevo rey, se ha visto envuelta en terribles escándalos morales. Como consecuencia, la sociedad británica ha sufrido enormemente.
Los lazos con la monarquía alrededor del mundo también se están debilitando. Dentro de Gran Bretaña, la encuesta de YouGov de 2021 mostró que la reina tenía el índice de favorabilidad más alto de cualquier miembro de la familia real, con un 75%. La favorabilidad del rey Carlos era sólo del 42%, y la de su esposa del 40%; entre los millennials, esas cifras son del 34 y el 37%. La familia ha estado plagada de conductas vergonzosas por parte del príncipe Andrés y la abdicación del príncipe Harry de su papel y deberes reales. Resulta indignante que muchas personas consideran que la monarquía es una institución racista, y Harry, vergonzosamente, ha estado públicamente de acuerdo con esto.
Después de la muerte de la Reina, ¿qué pasará con la reputación real? ¿Qué papel desempeñará la familia real en el futuro de Gran Bretaña?
Carlos ha insinuado planes para conducir a la familia real en una nueva dirección, con un papel público más reducido, un núcleo más pequeño de miembros de la realeza con funciones y una reducción de los lazos con las naciones de la Mancomunidad.
El monarca británico es reconocido como jefe de Estado en 15 países fuera del Reino Unido de los 54 que forman parte de la Mancomunidad Británica. Hay fuertes movimientos en Canadá y Australia para separarse de la corona británica. Escocia también está intentando abandonar el Reino Unido. Barbados renunció a la monarquía el año pasado. Jamaica podría ser la siguiente. ¿Qué tanto acelerará el gobierno del rey Carlos esta tendencia?
¡La gente de hoy en día es indiferente ante la posibilidad de deshacerse de una institución que ha sido una constante en la vida británica durante más de mil años!
Puede estar seguro de que la próxima coronación será muy diferente a la de hace 69 años. ¡Los miembros restantes de la familia real han rechazado la Biblia! ¡Gran Bretaña ya no respeta esas tradiciones ni la Biblia ni a Dios!
En la antigüedad, Israel quería un rey para poder parecerse más a las naciones de su alrededor (1 Samuel 8:4-5). Hoy, ¡muchos en la Mancomunidad Británica quieren eliminar la monarquía por la misma razón!
Pero Dios tiene un plan para corregir este problema, y ya lo ha puesto en marcha.
Gran Bretaña se quedará ‘sin rey’
Oseas 3:4 contiene una profecía importante sobre el tiempo del fin acerca de la Gran Tribulación, un tiempo de sufrimiento terrible que precede a la Segunda Venida de Jesucristo: “Porque muchos días estarán los hijos de Israel [refiriéndose a Gran Bretaña, Estados Unidos y el estado judío de Israel] sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua…”, lo cual está refiriéndose a esa piedra del destino.
Durante la Gran Tribulación, Gran Bretaña ya no tendrá un rey, ¡ni siquiera un príncipe! ¿Cómo encaja eso con la promesa de Dios de que en el trono de David nunca faltará un hombre que se siente en él? (Jeremías 33:17). Dios ha cumplido esa promesa durante unos 3.000 años, pero justo al final llegará un momento en que ese rey, y esa piedra, ¡no estarán allí! ¡Esto le espera a Gran Bretaña en el tiempo que se avecina! ¡Muchas otras profecías muestran que esa nación será derrotada y su pueblo llevado al cautiverio!
Esto es lo que escribí sobre estos versículos en mi libro El nuevo trono de David (gratuito a petición): “Cuando esta profecía se cumpla, Gran Bretaña habrá sido conquistada por el Sacro Imperio Romano. Los británicos perdieron su rey, y perdieron su piedra (un símbolo del trono de David). (…) ¿Qué significa esto? Dios prometió que ese trono continuaría para siempre, pero aquí vemos que de repente no hay rey y no hay piedra, y la profecía ni siquiera dice en dónde están. Durante la Tribulación, probablemente ¡el rey estará muerto! y la piedra del pilar de Jacob estará perdida; no sabemos qué le va a suceder a la piedra, pero pudiera ser destruida”.
“¡Si nadie está sentado en el trono de David, entonces Dios habrá quebrantado Su promesa!”.
Cualquiera que vea que esto sucede, si sabe algo sobre las promesas de Dios con respecto al trono de David, tendría que pensar que Dios sí quebrantó Su promesa.
¡Pero Dios nunca rompe Sus promesas!
“La verdad es”, escribí, “que para cuando esta profecía se cumpla, ¡el trono en Gran Bretaña ya no es el trono de David!”.
“Incluso antes de que Gran Bretaña pierda su rey y su piedra, el trono británico ya no es el trono de David, porque de otra forma la promesa de Dios estaría quebrantada”.
“La profecía de Oseas muestra que antes de la Tribulación, Dios debe tener una nueva piedra y un nuevo rey, es decir, un nuevo trono. De otra forma Él no podría permitir que Oseas 3:4 sucediera. ¿De qué otra manera puede uno explicar lo que está sucediendo en Gran Bretaña?” (ibíd.).
Este libro repasa varias profecías y pasajes bíblicos que explican esta verdad electrizante. Dios ha trasladado el trono de David fuera de Gran Bretaña. Así que el trono desde el que reinó la reina Isabel, y en el que reinará su sucesor, ya no es en realidad el trono de David.
Con la muerte de la reina, la conexión entre Gran Bretaña y el trono de David es aún más débil.
Hace tres años, escribí en ese libro: “Piense en esto: si Gran Bretaña ya no tiene el trono de David, esto indica rotundamente que ¡Gran Bretaña va a declinar rápidamente! ¿Cómo pudiera ser de otra forma? Esto es una gran condenación de Dios contra ese pueblo”.
Creo que ahora que la Reina ha muerto, la caída de Gran Bretaña se acelerará. Estamos a punto de ver un final muy triste para ese trono, que ya no es el trono de David.
Un nuevo trono de David
Dios ha establecido un nuevo trono, y eso sigue cumpliendo la promesa de Dios al rey David. Cuando Jesucristo regrese muy pronto, ese es el trono de David que Dios el Padre le dará (Lucas 1:32) y desde el cual gobernará para siempre.
El establecimiento de este nuevo trono por parte de Dios es una transición importante que se llevará a cabo justo antes del regreso de Cristo.
El pueblo de Dios está a punto de nacer dentro de la Familia de Dios. En un nacimiento físico, la última etapa del trabajo de parto activo se denomina “transición”. Así que hoy Dios tiene una transición espiritual. Él tiene un nuevo trono. Estamos en la etapa de pujar, la última etapa en el nacimiento de un niño milagroso. ¡Qué imagen tan hermosa!
La piedra del destino simboliza a Jesucristo, sentado en el trono de David con su Esposa a Su lado. ¡Juntos gobernarán bajo Dios el Padre sobre todas las naciones!
Dios dice que el gobierno se expandirá para siempre: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre” (Isaías 9:7).
Quiero animarlos a estudiar la verdad sobre este nuevo trono de David. En medio de todas las malas noticias de este mundo, ¡esta es una verdad muy inspiradora! Muestra cómo Dios está observando de cerca estos acontecimientos. También muestra lo cerca que estamos al regreso de Jesucristo, cuando venga a reclamar Su legítimo lugar en ese trono de David. ¡Ese trono finalmente unirá a todo el universo! ¡Qué visión!
La realidad física de ese trono es suficiente como para captar la atención y la imaginación de 4.000 millones de personas. ¡Si tan sólo contemplaran esta realidad espiritual!
¡Qué futuro tiene la humanidad gracias a ese trono de David!