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El factor necesario para una economía estable

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El factor necesario para una economía estable

La prosperidad universal está por llegar, y por medios muy diferentes a los que usan los economistas de hoy.

Estados Unidos y las economías alrededor del mundo están enfrentando el colapso. Enormes cantidades de riqueza se crean de la nada y se desvanecen en la nada. La corrupción es sistémica. Se está robando a una escala incalculable. ¿No anhela usted un gobierno y una economía correctos? ¿Podría estar eso en nuestro futuro? Si es así, ¿cómo?

¿Sabía usted que el mensaje de Jesucristo habla de un gobierno futuro literal? Él dijo que el Reino de Dios, un gobierno literal, será restaurado en la Tierra cuando regrese. A lo largo de nuestros 6.000 años de historia, los seres humanos han rechazado el gobierno de Dios y han creado sus propios sistemas de gobierno y economía. Eso terminará cuando Cristo regrese; mientras tanto, Él ha estado preparando líderes para dotar de personal a ese futuro gobierno.

Un ejemplo es José. Cuando era joven, sus hermanos lo vendieron como esclavo, una de las peores posiciones económicas, sociales y políticas posibles. Fue obligado a servir en la casa de un oficial egipcio llamado Potifar. Sorprendentemente, este joven esclavo se convirtió en un “varón próspero” (Génesis 39:2). Potifar tomó nota de la sabia administración de José y le dio el control sobre todas sus posesiones y asuntos. Dios bendijo aún más la casa de Potifar como resultado de la bondad que mostró hacia José. Había un factor financiero y económico en juego que los economistas nunca consideran: ¡las bendiciones de Dios!

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José estaba en una posición parecida a la de los políticos de hoy. Estaba a cargo de grandes cantidades de riqueza, ninguna de las cuales le pertenecía. Dios lo puso a prueba para ver si podía manejar los bienes de otro con honestidad, diligencia, prudencia y sabiduría. Con esas características que a menudo se pasan por alto, a Egipto podría llegar una bonanza económica que se extendería mucho más allá de la casa de Potifar.

“Y dejó [Potifar] todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia” (versículo 6). Con José supervisando su hacienda, Potifar no se preocupaba por nada. Incluso como esclavo, José no malgastó su dinero, no desgastó sus enseres, no se endeudó, no causó problemas con su personal ni codició las muchas posesiones que Potifar tenía y de las que él carecía.

El carácter de José también lo salvó de ceder ante la esposa de Potifar cuando ella intentó tentarlo repetidamente. Cuando ella lo acusó de intentar seducirla, Potifar hizo encarcelar a José, y pasó de ser un esclavo exitoso a un prisionero. Sin embargo, incluso en la cárcel, José demostró ser digno de confianza y, finalmente, ¡lo pusieron a cargo de todos los prisioneros! Al igual que Potifar, “No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque [el Eterno] estaba con José, y lo que él hacía, [el Eterno] lo prosperaba” (versículo 23). José pasó dos años “prosperando” en la cárcel.

Entonces el rey de Egipto lo llamó para que interpretara uno de sus sueños. José le dio al Faraón la interpretación de Dios: Egipto experimentaría siete años de prosperidad seguidos de siete años de hambre (Génesis 41:25-30). José aconsejó al Faraón que nombrara a un hombre sabio para supervisar la economía de Egipto en preparación para los siete años de escasez (versículo 33).

El Faraón, al igual que Potifar y el carcelero, vio que José sabía cómo manejar la prosperidad. “Tú estarás sobre mi casa,” le dijo a José, “y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto” (versículos 40-41).

Como esclavo, José se ocupó de los asuntos de Potifar. Como prisionero, se ocupó de los asuntos del carcelero. Como segundo al mando del Faraón, ¡se ocupó de los asuntos de toda la nación! Sin embargo, incluso esto no era más que una preparación para su futura posición de gobierno en el Reino de Dios.

“José llegó a ser el ministro de Hacienda de Egipto, la nación más poderosa del mundo en aquella época”, escribió Herbert W. Armstrong en El maravilloso Mundo de Mañana, cómo será. “Su nombre llegó a ser sinónimo de ‘prosperidad’ (…) Su especialidad era la economía (con prosperidad) y lo que hizo lo hizo según los principios de Dios”.

“Hay muchas probabilidades de que José sea nombrado director de la economía mundial: la agricultura, la industria, la tecnología y el comercio, también del dinero y el sistema monetario. Estos sistemas funcionarán a nivel internacional pues serán los mismos para todas las naciones”.

Dios entrenó a José para dirigir la economía del mañana, no educándolo en los antiguos equivalentes de las altas finanzas y la economía, sino probando y fortaleciendo su carácter. El carácter piadoso, la obediencia a Dios y las bendiciones de Dios son la razón por la que José fue —y será— sinónimo de prosperidad, junto con aquellos bajo su gobernanza en el Reino de Dios que pronto llegará.

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