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El defecto fatal en la ciencia moderna
Denos suficiente conocimiento, y curaremos todos los problemas en el mundo. En efecto, esa es la promesa que la ciencia ha hecho a la sociedad moderna. Muchas personas reverencian a la ciencia. Ésta se ha convertido en el mesías moderno.
Los científicos han descubierto innumerables leyes de la naturaleza y las han puesto al servicio de la humanidad. Cada nueva invención es más deslumbrante que la anterior, al grado que los científicos consideran que lo más elevado que existe es la mente humana. Todo lo que necesita es más conocimiento.
Descubrir y usar las leyes de la naturaleza ha traído un bien inmenso. Pero, a pesar de que la ciencia ha llevado a avances increíbles, algo está mal. Sí tenemos cantidades de conocimiento aumentándose exponencialmente. Pero ese conocimiento no ha resuelto la inmoralidad, el analfabetismo, los hogares rotos, el crimen, la demencia, el odio o la guerra. De hecho, nuestros males están multiplicándose. Tenemos que admitir que algo está terriblemente mal con nuestro conocimiento.
“¡Estamos frente a frente con el duro hecho de que los males crecientes se han intensificado junto con el aumento de conocimiento!”, escribió Herbert W. Armstrong. “Eso no quiere decir que el aumento del conocimiento causó los males crecientes. ¡Significa que el conocimiento producido no curó los males existentes ni previno nuevos males!” (La Pura Verdad, mayo de 1985; énfasis mío en todo).
¿Nos ha dado la ciencia esperanza para el futuro? ¿Entonces por qué hay tanta gente, tanto jóvenes como mayores, que continúan arruinando sus vidas con adicción a las drogas, desviaciones sexuales y otros tipos de vicios dañinos? De muchas maneras, la ciencia es un falso mesías que amenaza con convertirse en un monstruo de Frankenstein.
¿Qué está mal con la ciencia?
Recientemente leí la introducción de Cronopaisaje, una novela de ciencia ficción que expresa la esperanza de que la ciencia creará un jardín de Edén; un paraíso en la Tierra. ¿No ha hecho Dios ya eso? ¿No podría hacerlo de nuevo? De hecho, ¡Él lo hará nuevamente, a pesar del hombre! Y esto sucederá muy pronto, en la mayoría de nuestras vidas. Sin embargo, los científicos sacan a Dios del cuadro.
Lo crea o no, ¡el problema con la ciencia de hecho es revelado en el registro bíblico del jardín de Edén original!
Donde la rebelión contra Dios comenzó
En Edén, Adán y Eva rechazaron el árbol de la vida y comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal. Como consecuencia, Dios los expulsó y los aisló del árbol de la vida (Génesis 3:22-24).
Desde ese punto, Dios permitió que los seres humanos idearan sus propios sistemas de ciencia, religión y educación, separados de Su revelación y dirección.
Hemos acumulado cada vez más conocimiento sin Dios, y cada vez desdeñamos más a Dios. Estamos siguiendo las pisadas del primer hombre y la primera mujer. Así como ellos, nosotros decimos, No queremos a Dios, queremos conocimiento. ¿Pero no nos demuestra la explosión de males alrededor nuestro que no podemos adquirir el conocimiento verdadero por nuestra cuenta?
Jesucristo dijo: “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos” (Mateo 13:15). Los científicos ni siquiera considerarán la posibilidad de un Creador sobrenatural. Ellos cierran sus sentidos a cualquier prueba de la existencia de Dios.
La introducción a La nube negra, otro libro de ciencia ficción, declara la posibilidad de la vida física sin ningún origen espiritual; una creación que puede organizarse espontáneamente en formas más complejas. ¡Eso es total ficción y fantasía! ¿Dónde en todo el universo puede usted encontrar un sistema que pueda organizarse espontáneamente en formas más complejas? Lo que vemos en cambio es desorganización total: ¡el hombre está a punto de borrarse del planeta!
“La libertad académica es definida como el criterio independiente que permite a los maestros, eruditos, científicos y estudiantes la búsqueda del conocimiento”, escribió el Sr. Armstrong. “La ciencia en general, y la educación superior, han ejercido la libertad académica para postular una creación sin un Creador. Ellos se han ocupado en la actividad de producción de conocimiento rechazando totalmente cualquier posibilidad de lo milagroso, lo sobrenatural, la existencia de Dios, o cualquier cosa fuera del ámbito material. ¡Ellos han rechazado por completo la revelación, como fuente del conocimiento básico!” (ibíd.).
Algunos científicos han dedicado sus vidas a investigar el origen de la Tierra y la humanidad. Pero no aceptarán la verdad. En cambio, promueven la improbable hipótesis de la evolución. Dios nos dice: “Examinadlo todo” (1 Tesalonicenses 5:21). A los científicos les encantan las pruebas, la observación y la lógica; ¡pero no prueban todas las cosas!
Rechazando a Dios
No debería sorprender que los científicos hoy rechacen al Creador. Después de todo, aquellos en los días de Cristo injuriaron y negaron al Hijo de Dios en la carne. “Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy” (Mateo 11:23). Los de Capernaum eran “levantados hasta el cielo”, llenos de vanidad intelectual. ¡Ellos ni siquiera podrían ser enseñados por Jesucristo! Ese es el problema con los eruditos, los científicos y el hombre en general.
“Por tanto os digo que, en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti” (verso 24). ¡La vanidad intelectual es más peligrosa que los pecados sexuales de Sodoma!
Considere esto: la civilización moderna tiene enormes cantidades de conocimiento, en parte bueno, en parte malo, y nos encontramos con que nuestro mayor problema hoy es, ¡si acaso la raza humana sobrevivirá!
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (versículo 25). Dios intencionalmente mantiene a los científicos, intelectuales y la vasta mayoría de la humanidad bajo un manto de ignorancia. Solo los pocos humildes y enseñables que Él selecciona pueden recibir la verdad de Dios. “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”, dice Dios (Oseas 4:6). Esto claramente no se está refiriendo al conocimiento físico: los seres humanos tienen de eso en abundancia. Las personas carecen gravemente del conocimiento de Dios porque ellos están comiendo del árbol equivocado; ¡el árbol que conduce a la muerte física, y a la destrucción de toda la humanidad!
La humanidad simplemente no está equipada para resolver los problemas del mundo. ¡El conocimiento físico, el bien mezclado con el mal, no es suficiente! Nos falta el espíritu de Dios, el cual se combina con el espíritu humano para dar a los seres humanos entendimiento verdadero, entendimiento que de hecho puede comenzar a resolver nuestros males. Sin el espíritu de Dios, la mente carnal es naturalmente odiosa contra Dios (Romanos 8:7) e incapaz de resolver sus males.
“Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:16-17). Aquellos a quienes Dios bendice con este entendimiento poseen la única libertad académica verdadera.
La ciencia solo ha arañado la superficie de la tremenda maravilla que llena el universo. ¡Pero una maravilla superior está a punto de regresar a la Tierra en la persona de Jesucristo Mismo! Él acortará el sufrimiento del hombre y establecerá el Reino de Dios. Esa es la visión por la cual todos deberíamos estar viviendo. ▪