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El decadente sistema educativo de Estados Unidos
El derrumbe total de nuestra educación es una de las tragedias más grandes que ha sufrido Estados Unidos de Norte América. Las escuelas públicas están cambiando su enfoque de excelencia en matemáticas, ciencias, lectura, historia y otras disciplinas hacia la implementación de la teoría crítica de la raza y otras filosofías neo marxistas. El resultado de esta transformación fundamental es que la moralidad bíblica está disminuyendo incluso más rápido que las habilidades matemáticas básicas y las tasas de alfabetización.
“Registros públicos y otros datos demuestran que funcionarios de educación a nivel estatal y algunos a nivel local ya no se enfocan en mantener niveles académicos altos y en proporcionar la mejor educación pública posible a los estudiantes”, escribió Liv Finne, directora del Centro de Educación del Centro de Políticas de Washington, en un informe de septiembre de 2021 en el que se exponía la degradación de los estándares académicos por parte de funcionarios escolares radicales en el estado de Washington. “En su lugar, la preocupación por el aprendizaje ha sido sustituida por una agresiva agenda política diseñada para inculcar la duda, el agobio mental y expectativas bajas en los estudiantes. Esta agenda centrada en la raza también busca dividir a los niños de los profesores, de sus propias comunidades y de los demás”.
Finne también señaló que los profesores de inglés de Washington ahora enseñarán sobre la “supremacía blanca”, el “privilegio blanco”, el “racismo institucional” y el “racismo estructural”, en lugar de la estructura de las oraciones, el vocabulario, la autoexpresión y la comunicación. Mientras tanto, los profesores de matemáticas de Washington enseñan cómo se han utilizado las matemáticas para oprimir a las comunidades de color, y los profesores de historia de Washington enseñarán sobre “construcción social”, “jerarquía”, “supremacía blanca” y “democracia racial”. Como era de esperar, la investigación de Finne ha descubierto que el cambio de la excelencia académica hacia la enseñanza de conceptos sociales como la teoría crítica de la raza ha provocado un declive indiscutible en el aprendizaje académico de los estudiantes estadounidenses.
“A nivel internacional, nos va bastante bien en el cuarto grado”, dijo Finne al Epoch Times, “pero a partir de ahí decaemos”.
Los datos del informe académico nacional revelan que sólo el 28% de los alumnos estadounidenses de cuarto grado son competentes en escritura, el 35% en lectura, el 20% en historia, el 36% en ciencias y el 41% en matemáticas. En el doceavo grado, sólo el 27% de los estudiantes de Estados Unidos son competentes en escritura, mientras que el 37% son competentes en lectura, el 12% en historia, el 22% en ciencias y el 24% en matemáticas. Todas estas estadísticas son pésimas, pero el declive en la enseñanza de historia, ciencia y matemáticas en Estados Unidos es especialmente notable en comparación con otras naciones del mundo.
En lugar de desarrollar un plan de estudios para que los estudiantes se gradúen de la escuela secundaria con la misma educación que sus contrapartes del este de Asia, los administradores del sistema educativo estadounidenses han decidido bajar el estándar académico. Y cada vez hay más pruebas que sugieren que el atontamiento de los estudiantes estadounidenses se ha hecho deliberadamente.
Un análisis realizado por McKinsey y Compañía concluye que los encierros por covid-19 han hecho que el estudiante estadounidense promedio se retrase cinco meses en matemáticas y cuatro meses en lectura. Sin embargo, dado que la mayoría de los niños que se infectan con covid-19 no muestran síntomas, estos cierres de escuelas eran innecesarios. Sólo sirven para restringir la libertad de las personas al atontar a los estudiantes estadounidenses.
Sin embargo, el daño causado a la educación estadounidense por la pandemia de covid-19 es sólo uno de los últimos acontecimientos en una lucha de un siglo por atontar a Estados Unidos. En los primeros años del siglo xx, a los alumnos de octavo grado del condado de Bullitt, Kentucky, se les pidió que hicieran un examen que probablemente muchos adultos no aprobarían hoy. Para aprobar este examen, los estudiantes de secundaria que se graduaban tenían que saber sobre los derechos de patentes, la geografía de las cordilleras, el tamaño relativo del hígado humano, los derechos que la Constitución de Estados Unidos le otorga al Congreso y muchos otros datos. Sin embargo, poco después de que se administrara esta prueba, los educadores estadounidenses comenzaron a adoptar las filosofías educativas del socialista demócrata John Dewey.
Dewey creía que había que despegar lentamente a los niños de la tutela de los padres, de la religión y de la cultura y, en cambio, darles rienda suelta para que se adaptaran a su entorno. Era ateo y evolucionista, y su libro Las escuelas del mañana fue muy popular entre los bolcheviques que luchaban en la guerra civil rusa. En 1929, el rector de la Segunda Universidad Estatal de Moscú escribió que las ideas de Dewey eran cercanas a las de “Marx y los comunistas rusos”. Sin embargo, a pesar de este hecho, se le permitió enseñar en la Universidad de Columbia en una época en la que una quinta parte de todos los profesores de primaria y secundaria se preparaban en la Universidad de Columbia. A Dewey se le llama ahora “el padre de la educación pública moderna” y la publicación conservadora Human Events ha clasificado su libro Democracia y Educación como el quinto libro más dañino de los siglos xix y xx, por detrás de El manifiesto comunista, Mi lucha, Libro rojo de Mao y el Informe Kinsey.
Los resultados de seguir las filosofías radicales de Dewey han sido notables. El ex secretario de Educación de Estados Unidos, William J. Bennett, señala en The Index of Leading Cultural Indicators [El índice de los principales indicadores culturales] que una encuesta realizada en 1940 entre los profesores de las escuelas de Estados Unidos reveló que los principales problemas en el sistema escolar público eran hablar fuera de turno, mascar chicle, correr por los pasillos, colarse en la fila y tirar basura. En 1990, los problemas incluían drogadicción, embarazos en la adolescencia, suicidios, violaciones, robos y agresiones. Estos problemas demuestran que Dewey estaba equivocado en su teoría de dar rienda suelta a los niños para que se adapten a su entorno.
Cuando Ronald Reagan solicitó un informe para analizar los problemas de la educación en EE UU, encontró: “Los fundamentos educativos de nuestra sociedad están siendo erosionados actualmente por una creciente marea de mediocridad que amenaza nuestro propio futuro como nación y como pueblo. (...) Si una potencia extranjera hostil hubiera intentado imponer en Estados Unidos el rendimiento educativo mediocre que existe hoy, bien podríamos haberlo considerado como un acto de guerra. Tal y como están las cosas, nosotros mismos nos hemos permitido que esto ocurra. (...) En efecto, hemos cometido un acto de desarme educativo irreflexivo y unilateral”.
Algunos de los profesores socialistas originales de Estados Unidos eran agentes de una “potencia extranjera hostil” que intentaban desarmar educativamente al pueblo estadounidense atontándolo. Pero recientemente, el ataque ha venido desde adentro. Los izquierdistas radicales ya no se conforman con adoctrinar a los estudiantes sobre el ateísmo, la evolución y la ideología comunista. Ahora quieren una población dócil que ya no sepa escribir, leer, resolver una ecuación de álgebra o deducir lógicamente una opinión. Como señaló el erudito estadounidense Thomas Sowell: “No se trata simplemente de que Johnny no sepa leer, ni siquiera de que Johnny no sepa pensar. Johnny no sabe lo que es pensar, porque a menudo, en muchas escuelas públicas el pensamiento se confunde con los sentimientos”.
Hace más de 2.700 años, el profeta Isaías predijo la terrible crisis educativa que azota a Estados Unidos: “Porque he aquí que el Señor [el Eterno] de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua; el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador. Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores” (Isaías 3:1-4).
A causa de los pecados de la nación, Dios ha quitado al hombre honorable, y al consejero, y al artífice astuto, y al orador elocuente. Dios ha permitido que líderes infantiles, y literalmente que niños, se conviertan en los príncipes o gobernantes de la nación. Pero la razón por la que estos líderes infantiles carecen de honor, sabiduría, astucia y elocuencia es que no han sido educados por personas honorables, sabias, astutas y elocuentes. En cambio, fueron despegados lentamente de la tutela de sus padres, religión y cultura, y se les dio rienda suelta para que se adaptaran a su entorno. Así que ahora Estados Unidos debe enfrentarse a las consecuencias que se producen cuando una nación es dirigida por líderes desvinculados de la moralidad bíblica y la realidad objetiva.
Para más información sobre el peligro que suponen los revolucionarios radicales en el sistema educativo, lea “¿Qué está aprendiendo su hijo en la escuela pública?”, de Joel Hilliker, redactor gerente de la Trompeta. ▪
Este artículo fue traducido del artículo “America’s Failing Educational System” de theTrumpet.com.