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El comunismo está conquistando el mundo académico
“El marxismo está muerto en todas partes, excepto en las universidades estadounidenses”. Ese fue el chiste irónico que algunos contaban después de la caída de la Unión Soviética en 1991, al final de un siglo en el que 100 millones de personas fueron asesinadas en nombre del comunismo. Pero 29 años después, el comunismo se ha extendido desde los márgenes de la academia a la educación general. Millones de estudiantes universitarios, antiguos y actuales, apoyan ahora a candidatos y exigencias radicales para el futuro de Estados Unidos.
En 2006, alrededor del 3% de los profesores estadounidenses dijeron que eran marxistas, según una encuesta nacional realizada por Neil Gross de la Universidad de Harvard y Solon Simmons de la Universidad George Mason. Dentro de las ciencias sociales, un campo parcialmente engendrado por Karl Marx, esa cifra fue del 18%; casi 1 de cada 5.
Según el Instituto Estadounidense para la Investigación Económica, el número de profesores que admiten ser más socialistas que conservadores ha aumentado del 43% en 1970 a casi el 60% en la actualidad. Y el número de profesores que admite ser de “extrema izquierda” se ha más que duplicado, pasando del 5 al 12%. Sin embargo, más allá de estos, muchos más profesores siguen el consejo de los principales pensadores socialistas haciéndose pasar por moderados.
Ya sea que los profesores lo admitan o no, el marxismo-leninismo es ahora el modelo dominante de historia y sociedad que se enseña en las universidades estadounidenses. Bajo etiquetas como “poscolonialismo”, “antineoliberalismo” y “justicia social”, los profesores están enseñando que la narrativa estadounidense sobre la libertad individual y el gobierno limitado es una máscara para el poder de los hombres blancos y ricos europeos. Ellos promocionan historias alternativas, como el libro de texto de Howard Zinn, La otra historia de los Estados Unidos, inspirado en el marxismo. Por eso los milenials están adoptando cada vez más el socialismo por sobre el capitalismo.
¿Cómo llegó el comunismo a ser tan fuerte en la academia estadounidense?
Durante la Guerra Fría, un espía de la Unión Soviética llamado Yuri Bezmenov desertó y escapó a Canadá. Reveló que la agencia de espionaje kgb consideraba tan importante la subversión de las naciones que asignó la mayoría de sus recursos al proyecto. “Solo cerca del 15% del tiempo, dinero y recursos humanos se gasta en espionaje como tal”, explicó él en una entrevista con G. Edward Griffin en 1985. “El otro 85% es un proceso lento, al que llamamos subversión ideológica o ‘medidas activas”.
Esta “subversión ideológica”, dijo Bezmenov, es un proceso largo que comprende cuatro etapas: desmoralización, desestabilización, crisis y normalización. La primera etapa, la desmoralización, es ahora un concepto familiar. Muchos de los que reconocen la evidente desmoralización de EE UU en el siglo xx piensan que ocurrió de forma accidental, natural o incluso afortunada. Pero los exagentes de la kgb, dijo Bezmenov, lo reconocen como un ataque intencional diseñado para “cambiar la percepción de la realidad de cada estadounidense” y destruir el país.
“Se necesitan entre 15 a 20 años para desmoralizar a una nación”, escribió Bezmenov en su libro, Love Letter to America (Carta de amor a EE UU). “¿Por qué tantos (o pocos)? Simple: ésta es la cantidad mínima de años necesarios para ‘educar’ a una generación de estudiantes en un país objetivo (EE UU, por ejemplo) y exponerlos a la ideología del subversivo”.
Bezmenov advirtió, y repito, en 1985, que los agentes de la kgb y sus simpatizantes socialistas usarían el arte abstracto, música pervertida, imágenes pornográficas, activismo homosexual, acusaciones de racismo, política exterior pacifista y economía socialista para desmoralizar a EE UU. Le crea usted o no, ¿suena familiar?
El objetivo obvio de los socialistas es destruir la moral, las tradiciones, las instituciones y las leyes de EE UU, y conquistarlo con ideología, políticas y ejecución socialistas. Ahora es obvio para muchos que los socialistas reconocieron la importancia de la educación estadounidense cuando muchos conservadores no lo hicieron.
Según un exdirector de personal de un subcomité de investigaciones del Senado, en los años entre 1935 y 1953, el Partido Comunista “consiguió el apoyo de al menos 3.500 profesores, muchos de ellos como miembros que pagan cuotas, muchos otros como compañeros de viaje, algunos como agentes de espionaje consumados, algunos como adherentes de la línea del partido en diversos grados, y otros como los ingenuos involuntarios de la subversión” (J. B. Matthews, “Communism and Colleges” [El comunismo y las universidades] American Mercury, mayo de 1953).
La ideología comunista introducida en EE UU se ha extendido por todo el sistema universitario y está comenzando a dominar las escuelas secundarias e incluso las escuelas primarias. Este hecho es más significativo de lo que usted podría darse cuenta. Bezmenov advirtió que el objetivo final era “cambiar la percepción de la realidad de cada estadounidense hasta tal punto que, a pesar de la abundancia de información, nadie pudiera llegar a conclusiones sensatas con el interés de defenderse, defender a sus familias, su comunidad y su país”. Se podría sostener que este objetivo ha sido alcanzado. ▪