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El colapso económico de Estados Unidos

MELISSA BARREIRO/TROMPETA

El colapso económico de Estados Unidos

Lo que le está pasando a la economía de EE UU es mucho más que una causa y efecto financiero

Nubes de tormenta se ciernen sobre la economía dominante del mundo.

Estados Unidos se convirtió en una superpotencia mundial después de la Segunda Guerra Mundial, y lo que la gente llamaba el “dólar todopoderoso” se convirtió en la moneda de reserva del mundo. Pero desde entonces, la divisa ha perdido más del 94% de su valor.

Inversionistas particulares y gobiernos nacionales ahora dudan de la buena fe y crédito de Estados Unidos de Norte América. Aun así, el gobierno estadounidense está despilfarrando el dólar llevándolo cada vez más rápido hacia el olvido. Uno de cada cuatro dólares que circulan actualmente ha sido puesto en circulación desde el inicio de la pandemia de la covid-19. El gobierno estadounidense ahora tarda menos de 100 días en añadir otro billón de dólares a su deuda nacional. A este ritmo, en la próxima década, la deuda superará la increíble cifra de 50 billones de dólares.

Se trata de una enorme amenaza para la seguridad nacional.

Los estadounidenses llevan generaciones viviendo por encima de sus posibilidades y ya no pueden escaparse de las consecuencias.




La Pura Verdad, predecesora de la revista de noticias la Trompeta, comenzó a publicar en 1934 el pronóstico de que EE UU sufriría un colapso más devastador que la caída del Imperio romano. El pronóstico más antiguo y consistente que La Trompeta de Filadelfia ha hecho desde el Volumen 1, Número 2 (junio de 1990) ha sido que EE UU y Gran Bretaña caerán, y que la razón fundamental de su caída es su rechazo a los estatutos, juicios y leyes bíblicas. Este es el mensaje de la profecía bíblica, y está demostrando cada vez más su exactitud.

Auge angloamericano

Hay una causa mucho más importante detrás del auge y la caída de EE UU que los presupuestos, los niveles de deuda y los tipos de interés de la Reserva Federal. El difunto Herbert W. Armstrong habló sobre esta causa oculta en su editorial de mayo de 1983 de La Pura Verdad [edición en inglés] “¡Prepárese para reducir sustancialmente su estándar de vida!”.

“De hecho, pocos se dan cuenta que, cientos de años antes de Cristo, Dios hizo ciertas promesas inquebrantables e irrevocables a los descendientes del patriarca Abraham”, escribió. “Esto nunca ha sido entendido ni proclamado por el ‘cristianismo tradicional’. Abraham, en el Nuevo Testamento, es llamado ‘padre de los fieles’, ya que todas las promesas de Dios de salvación y vida eterna a través de Cristo fueron hechas a Abraham, de quien Jesucristo descendía directamente. Pero lo que ni siquiera los teólogos entienden es que Dios hizo una promesa dual a Abraham. Hizo la promesa de la gracia, que vendría a través de su descendiente Jesucristo, pero también hizo promesas inquebrantables de raza, totalmente pasadas por alto por el ‘cristianismo tradicional’ y los teólogos ‘eruditos”.

Las promesas de “gracia” eran espirituales e individuales. Las de “raza” eran promesas físicas y nacionales. Dios prometió hacer de Abraham el padre de muchas naciones (Génesis 17:4-5), y prometió hacer del nieto de Abraham, Jacob, cuyo nombre cambió por el de Israel, el padre de una nación y de una compañía de naciones (Génesis 35:11).

La Biblia especifica que las promesas de gracia se cumplieron a través de los descendientes de Judá, hijo de Jacob, pero las promesas de raza se cumplieron a través de los descendientes de José, hijo de Jacob, (1 Crónicas 5:2). De los hijos de José, Manasés se convertiría en el ancestro de la nación más grande que jamás haya existido y Efraín sería en el ancestro de una multitud o mancomunidad de naciones (Génesis 48:19).

Manasés y Efraín se convirtieron en grandes tribus dentro de la antigua nación de Israel. Dios les habría bendecido con esta inmensa riqueza en la antigüedad, pero ellos Le desobedecieron. Manasés y Efraín estaban entre las 10 tribus que se separaron del reino de Judá y formaron una nación aparte, el reino de Israel. No obedecieron a Dios y su reino fue destruido entre 732 (cuando Asiria se llevó la mitad oriental de Manasés) y 718 a. C. por el Imperio neoasirio.

Pero Dios había hecho promesas incondicionales de grandeza nacional. ¿Cómo podría entonces cumplirlas?

El Sr. Armstrong explicó en su importante libro Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía que la respuesta se encuentra en Levítico 26. Allí, Dios profetizó que si los hijos de Israel desobedecían su ley, los castigaría durante el equivalente a 2.520 años.

Cuente hacia adelante 2.520 años desde el 732 a. C. y llegará al año 1789 d. C. Ese fue el año en que entró en vigor la Constitución de EE UU de Norte América. Cuente hacia adelante 2.520 años desde el 718 a. C. y llegará a 1803 d. C., cuando el presidente Thomas Jefferson cambió la historia al autorizar la Compra de Luisiana.

Incluso el analista geopolítico George Friedman reconoce la importancia de las fechas de 1789 y 1803. “El sistema político estadounidense se fundó en Filadelfia, pero la nación estadounidense se construyó en las extensas tierras de cultivo que se extienden desde los Allegheny hasta las montañas Rocosas”, escribió en The New York Review of Books. “Esas tierras de cultivo produjeron la riqueza que financió la industrialización estadounidense: permitió la formación de una clase de pequeños terratenientes que, sorprendentemente, podían producir más de lo que podían consumir. Podían vender sus excedentes de cosecha en Oriente y en Europa y ahorrar ese dinero, que con el tiempo se convirtió en el capital fundacional de la industria de EE UU” (6 de octubre de 2005).

En otras palabras, la Constitución de EE UU destinó al país a convertirse en una nación libre, y la adquisición del Territorio de Luisiana, por unos 4 centavos por acre, lo destinó a convertirse en una superpotencia agrícola, industrial, financiera y militar. El hecho de que Dios otorgara estos dones dobles a EE UU exactamente 2.520 años después de que la antigua Manasés fuera al cautiverio es profundamente significativo.

Alturas vertiginosas

El ascenso de los pueblos de habla inglesa en la escena mundial fue realmente asombroso. Cuando Dios empezó a conceder la primogenitura de José a los pueblos de Australia, Canadá, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y EE UU, estos países tenían un alto nivel de vida, constituían el 3% de la población total del mundo y generaban el 9% de la riqueza mundial. Pero ni EE UU ni Gran Bretaña podían considerarse superpotencias en ningún sentido de la palabra. Francia poseía la moneda de reserva mundial y Rusia tenía el ejército más grande del mundo. La Revolución Industrial lo cambió todo.

En un lapso de 120 años a partir de 1803, EE UU y la Mancomunidad británica dominaban casi el 30% de la población mundial y el 30% de la superficie terrestre, gran parte de ella la mejor y más deseable. Australia, Canadá, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y EE UU generaban cada año el 35% de la riqueza mundial y, según algunos recuentos, controlaban las tres cuartas partes del capital mundial. El nivel de vida de la persona promedio no cambió mucho durante estos años, ya que la industrialización trajo consigo la desigualdad de la riqueza. Pero una vez que la Era de las Máquinas estuvo bien encaminada, el avance tecnológico trajo consigo niveles de vida más elevados.

En EE UU, el ingreso promedio después de impuestos ajustado a la inflación se triplicó entre 1930 y 1980. Hacia el principio de este periodo, pocos hogares estadounidenses poseían un automóvil, un televisor o incluso un calentador de agua. La mayoría de las familias se conformaban con una casa y comida suficiente. Pero hoy en día, el hogar estadounidense promedio tiene dos carros, dos televisores, 10 aparatos conectados a Internet, un aire acondicionado, un calentador de agua, un refrigerador, una estufa, un microondas, una lavadora, una maquina lavaplatos y muchos otros aparatos maravillosos a los que hace un siglo ni siquiera los reyes tenían acceso.

Es fácil para cualquiera que haya nacido después de la Segunda Guerra Mundial dar por sentadas estas bendiciones, pero estas tecnologías que ahorran trabajo son el resultado directo de la industrialización que comenzó cuando los agricultores del territorio de Luisiana empezaron a vender sus excedentes de cosecha al este de EE UU y a Europa occidental. Todas las naciones se han beneficiado materialmente de este avance, razón por la cual el profeta Miqueas escribió que “el remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de [el Eterno]” (Miqueas 5:7).

El profeta Moisés predijo que Manasés y Efraín poseerían “los más escogidos frutos del sol”, “con el fruto más fino de los montes antiguos” y “con las mejores dádivas de la tierra”. (Deuteronomio 33:13-17). Estas bendiciones incluyen tierras fructíferas, metales preciosos, riquezas materiales y una enorme población.

Incluso hoy, cuando el Imperio británico ha caído del poder y EE UU ha perdido muchas de sus ventajas geopolíticas en favor de China, estas naciones siguen disfrutando de un alto nivel de vida. El U.S. News & World Report afirma que Gran Bretaña tiene la 13ª calidad de vida más alta del planeta, mientras que EE UU tiene la 23ª. La mayoría de las naciones con una calidad de vida superior a la de EE UU son relativamente pequeñas y también descienden del antiguo Israel.

Alemania, Italia y Japón son las únicas grandes potencias gentiles con un nivel de vida comparable al de EE UU y Gran Bretaña. Y tenga en cuenta que EE UU y Gran Bretaña reconstruyeron estas potencias después derrotarlas en la Segunda Guerra Mundial.

Los estadounidenses siguen teniendo una enorme cantidad de bendiciones por las que deberían dar gracias a Dios cada día. Sin embargo, el hecho de que el dólar estadounidense esté perdiendo su estatus de moneda de reserva mientras el gobierno de EE UU se precipita hacia la bancarrota debería preocuparles. Las promesas de raza que Dios hizo a Abraham eran incondicionales. Pero Dios no prometió seguir bendiciendo a EE UU si se rebelaba contra Él, como habían hecho sus antepasados.

Los actuales problemas económicos de EE UU ilustran a los estadounidenses y al mundo que, en efecto, se han rebelado contra Dios.

Maldiciones venideras

Los Padres Fundadores de EE UU sabían que las unidades familiares autosuficientes eran los pilares básicos de cualquier sociedad estable. Dios había dado a los estadounidenses la libertad constitucional de gestionar sus propias finanzas y los recursos naturales necesarios para hacerse ricos. Pero aún dependía de los agricultores del territorio de Luisiana producir suficientes alimentos para alimentar a sus familias con un excedente suficiente para vender las cosechas sobrantes en el este de EE UU y Europa occidental, financiando así la industrialización.

Los artífices de la Constitución de EE UU creían lo que escribió el rey Salomón acerca de que el rico gobierna sobre el pobre y el que pide prestado es siervo del que presta (Proverbios 22:7). Así que después de ganar su independencia de Gran Bretaña, los fundadores trabajaron duro durante las siguientes cuatro décadas para pagar la deuda nacional. La Guerra Civil volvió a endeudar a la nación, pero el pueblo estadounidense no dejó que las cosas se le fueran de las manos hasta la Gran Depresión. Desde que el presidente Franklin Roosevelt prohibió al Tesoro y a otras instituciones financieras convertir dólares en monedas y lingotes de oro, el gobierno de EE UU ha dependido del dinero prestado para financiar proyectos que nunca podría costear utilizando únicamente el dinero de los impuestos.

Esta tendencia al endeudamiento se intensificó con el inicio de la “nueva moral” en las décadas de 1960 y 1970. La creciente aceptación de la pornografía y del sexo prematrimonial ha socavado los matrimonios que anteriormente unían a las familias. Esto ha alimentado el rápido aumento de los divorcios. Y a medida que la familia tradicional se marchitaba, las funciones de bienestar social que solía desempeñar pasaron cada vez más al Estado. El resultado fue un endeudamiento aún mayor.

El Sr. Armstrong abordó las causas fundamentales del declive económico de EE UU en su editorial de abril-mayo de 1976 de La Pura Verdad [edición en inglés], “¿Qué le está pasando al nivel de vida de EE UU y por qué?”. “¿Qué hemos hecho con estas multitudes de bendiciones nacionales e individuales, que en realidad fueron el regalo del Dios vivo?”, preguntó. “Dios no prometió continuar con las bendiciones si nos rebelamos. Hemos sido rebeldes y no hemos querido someternos a nuestro Dios y a Sus caminos, que habrían garantizado paz y prosperidad duraderas. Nos hemos vuelto arrogantes y egoístas. Hemos contaminado las tierras fértiles que el Dios vivo nos dio. Hemos contaminado el aire, los ríos, los lagos y los océanos. Hemos contaminado nuestras propias mentes y las de nuestros hijos, enseñándoles la fábula anti-Dios de la evolución. Le hemos dado aceptación pública a la mal llamada ‘nueva moralidad’, la cual es ¡inmoralidad flagrante! Hemos dado aceptación pública a la homosexualidad, al sexo prematrimonial y a la perversión. Hemos contaminado la sagrada institución del matrimonio y a través de un índice de divorcios en aumento constante, hemos iniciado un camino de destrucción del hogar y de las relaciones familiares, el fundamento de cualquier sociedad estable”.

En otras palabras, debido a que EE UU le dio la espalda a Dios y a Sus leyes, Dios le quitaría las bendiciones materiales prometidas a Abraham, Isaac, Jacob y José. Obviamente, hay un elemento de causa y efecto detrás del declive económico de EE UU. No se puede tener déficits de billones de dólares año tras año y esperar seguir siendo rico. Sin embargo, hay algo más que factores meramente económicos en juego. Dios está interviniendo de forma sobrenatural para castigar a EE UU por sus pecados.

Esto significa que si los estadounidenses no se arrepienten de sus pecados, tendrán que adaptarse a un nivel de vida mucho más bajo del que disfrutan actualmente. El profeta Jeremías llamó al período inmediatamente anterior al regreso del Mesías “tiempo de angustia para Jacob” (Jeremías 30:7). Jesús lo llamó “los tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24).

Abajo con los mercados libres

Levítico 26 y Deuteronomio 28 se denominan los capítulos de las “bendiciones y maldiciones”. Describen las bendiciones que llegan cuando Israel obedece a Dios y las maldiciones que sobrevienen cuando Israel desobedece. Una de las principales bendiciones enumeradas en Deuteronomio 28 es que Israel “prestará a muchas naciones, y no pedirá prestado” (versículo 12). Una de las maldiciones principales es que el extranjero “te prestará a ti, y tú no le prestarás a él; él será por cabeza, y tú serás por cola” (versículo 44).

EE UU fue la principal nación acreedora del mundo entre 1915 y 1985, cuando se convirtió en el mayor país deudor del mundo. A pesar de la inminente amenaza de bancarrota nacional que supone este desastre, pocos dirigentes estadounidenses parecen muy preocupados. ¿Por qué? Porque han abandonado los sólidos principios económicos basados en la Biblia y adoptados por el economista presbiteriano Adam Smith. En su lugar, han adoptado los principios económicos comunistas propugnados por los filósofos ateos Karl Marx y Federico Engels.

Hoy en día, muchos líderes estadounidenses defienden abiertamente una idea neomarxista llamada “teoría monetaria moderna”. Ésta postula que “los déficits no importan” porque el gobierno puede imprimir tanto dinero como necesite. Esa forma de pensar ha contagiado a muchos conservadores y es una de las causas fundamentales del declive económico de EE UU.

Dios advirtió que este tipo de política insensata y miope contribuiría a nuestra ruina.

En “¡La pura verdad sobre el comunismo!”, el Sr. Armstrong advirtió que el comunismo es una herramienta del diablo para borrar las bendiciones de EE UU. “El verdadero objetivo de los conspiradores comunistas es el derrocamiento violento de EE UU y del Imperio británico”, escribió. “¿Por qué? Somos las verdaderas naciones ‘capitalistas’. Poseemos casi tres cuartas partes de todo el ‘capital’ del mundo, sus recursos y riquezas desarrolladas y utilizables. (…) La pura verdad, conocida por muy pocos, es que poseemos más riquezas y recursos nacionales que cualquier otra nación ¡porque Dios Todopoderoso nos dio esta riqueza en cumplimiento de Su promesa de primogenitura a Abraham, Isaac y Jacob! ¡Y el comunismo es el esfuerzo del diablo, a través de sus herramientas humanas inspiradas por el demonio, para arrebatarnos esta mayor bendición nacional y económica que Dios le haya conferido a pueblo alguno! Y como esta bendición de Dios es el ‘capital’ del mundo, el comunismo ateo grita: ‘Abajo el capitalismo” (La Pura Verdad, enero de 1949 [edición en inglés]).

El Sr. Armstrong basó su pronóstico de acontecimientos y tendencias futuras en profecías bíblicas. Una profecía en Oseas 7:8-9 dice que los descendientes modernos del antiguo Israel se mezclarían con extranjeros y, por extensión, con sus ideologías extranjeras. Las ideas de extrema izquierda que propone el Partido Demócrata en la actualidad no se basan en la cultura estadounidense tradicional, que se basa en gran medida en la Biblia. Estas ideas fueron importadas de las universidades alemanas y rusas.

Durante décadas, estas ideologías antibíblicas han “devorado” subversivamente la fuerza de EE UU mientras el ciudadano promedio “no lo sabe”. Muchos defensores de la teoría monetaria moderna creen que EE UU es más fuerte que nunca; por lo tanto, el gobierno puede proporcionar a sus ciudadanos matrícula universitaria, asistencia médica, guarderías, paquetes de jubilación y otras numerosas prestaciones que antes proporcionaba el núcleo familiar. Este intento neomarxista de nacionalizar las prestaciones que tradicionalmente proporcionaba la familia ha provocado la inminente caída económica de EE UU.

Los problemas actuales de EE UU son las consecuencias naturales de la violación de las leyes. Si EE UU no vuelve a Dios, se acerca el día en que Dios lo castigará con maldiciones sobrenaturales siete veces más intensas que las maldiciones naturales que EE UU se ha traído a sí mismo (Levítico 26:15-18).

Por eso, el declive económico de EE UU va mucho más allá de la economía. Como resultado del pecado, Dios está despojando las bendiciones prometidas a Abraham.

Crisis bancaria masiva

En términos de poder económico global, las naciones de habla inglesa alcanzaron su punto más alto en 1950, cuando Australia, Canadá, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y EE UU representaban conjuntamente el 38% del producto interno bruto mundial. En las décadas transcurridas desde entonces, la contribución colectiva de estas naciones al pib mundial ha descendido a menos del 28%.

Este declive gradual del poder económico persistirá mientras EE UU siga acumulando déficits de billones de dólares. La mayoría de los analistas económicos predicen que el pib de China superará al de EE UU en algún momento a mediados de la década de 2030. Sin embargo, la promesa de Dios de castigar a EE UU “siete veces más” por sus pecados probablemente acelerará su caída. En Deuteronomio 28:49-52, Dios promete que, tras un periodo de declive económico, castigará aún más a Israel con el cautiverio a manos de extranjeros.

Otras Escrituras como Isaías 10 y Apocalipsis 17 muestran que la potencia extranjera que tomará cautivos a los estadounidenses no será China. Será una confederación de 10 naciones en Europa. Actualmente, el ejército estadounidense es mucho más fuerte que cualquier ejército de Europa, pero esto cambiará rápidamente; la profecía bíblica predice una invasión.

El Sr. Armstrong creía firmemente que una crisis bancaria podría ser el catalizador de este brusco cambio de fortunas. Concretamente, advirtió en 1984 que una crisis bancaria masiva en EE UU “podría desencadenar repentinamente la unión de las naciones europeas en una nueva potencia mundial mayor que la Unión Soviética o EE UU”. (carta a los colaboradores, 22 de julio de 1984).

En otras palabras, una crisis bancaria podría asustar a las naciones europeas llevándolas a ceder el control a una autoridad central. Una vez que el euro esté respaldado por un gobierno central lo suficientemente fuerte como para regular las políticas fiscales y de gasto de sus Estados miembros, el era del dólar como moneda de reserva dominante llegará a su fin. El billete verde será, en el mejor de los casos, una moneda co-regente con el euro y, en el peor, una moneda norteamericana aislada. Y lo que es más importante, Europa superará a EE UU en poder militar

Cuando los inversionistas empiecen a deshacerse de los dólares y a correr hacia otras divisas, la demanda de bonos del Tesoro estadounidense caerá en picada y los tipos de interés se dispararán. EE UU ya destina el 15% de sus ingresos fiscales totales a pagar los intereses de su deuda. Si los tipos de interés volvieran al nivel que tuvieron durante la recesión entre 1981 y 1982, EE UU tendría que gastar el 44% de sus ingresos fiscales en intereses. Bajo tales condiciones, sería casi imposible para el gobierno pedir dinero prestado. La nación se vería obligada a recortar el gasto a la mitad o a imprimir billetes hasta llegar a una crisis de hiperinflación.

Para saber qué ocurre cuando una nación aislada financieramente imprime cantidades masivas de dinero para mantenerse financieramente solvente, vea a Venezuela. Cuando esta nación entró en crisis económica en 2013, su gobierno respondió imprimiendo 500 millones de bolívares. Esto expandió la oferta monetaria amplia de la nación en un 70% y provocó que el valor del bolívar se desplomara un 44%. La nación continuó imprimiendo bolívares hasta que había que ser millonario para comprar una taza de café.

Condiciones similares se avecinan para EE UU una vez que el dólar pierda su trono y la nación se vea asediada económicamente.

En todo el mundo, el hogar promedio vive con 13.000 dólares al año, mientras que el hogar promedio estadounidense vive con 63.000 dólares. Esta tremenda desigualdad se debe principalmente a las promesas de raza que Dios hizo a Abraham. Estas promesas están siendo despojadas, por lo que es hora de prestar atención a la advertencia de Dios. Sepa que Él va a permitir que la calamidad económica venga sobre EE UU para corregir a la nación por alejarse de Él.

Regreso a la grandeza

La Biblia muestra que Dios no prometió a las tribus de Manasés y Efraín grandes bendiciones materiales porque fueran Sus tribus favoritas. Más bien, Dios eligió a estas tribus para que lo representaran en una época en la que otras tribus se rebelaban contra Él. EE UU y Gran Bretaña deberían haber dado el ejemplo al resto del mundo.

Estas naciones han fracasado en esta gran responsabilidad. En lugar de mostrar al mundo cómo las unidades familiares autosuficientes que siguen las virtudes bíblicas son los pilares básicos de una sociedad estable, han mostrado cómo la desintegración familiar y los vicios marxistas conducen a la bancarrota y la ruina.

Sin embargo, Dios sigue teniendo la intención de que Israel cumpla su glorioso propósito.

Jeremías 33:7 dice que Dios enviará de nuevo a Israel al cautiverio. Sin embargo, los versículos 8 y 9 dicen que Dios “limpiará [a Israel] de toda su maldad” y los convertirá en “gloria, entre todas las naciones de la tierra”. Esta es una profecía sobre el reinado de mil años del Mesías; Dios aún tiene la intención de hacer de EE UU y Gran Bretaña las naciones líderes de la Tierra una vez que aprendan a valorar Su ley. Entonces “el remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como rocío de [el Eterno], como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres” (Miqueas 5:7).

El mal que impregna EE UU y Gran Bretaña hoy en día debe ser eliminado para que estas naciones vivan verdaderamente la vida abundante y para que ese modo de vida divino cubra la Tierra. Los horrores de la Gran Tribulación conducirán a la paz del milenio: el gobierno de 1.000 años de Jesucristo. Este será el mayor tiempo de paz y prosperidad que jamás haya existido.

Hasta entonces, la advertencia debe continuar. ¡Este mensaje lleno de esperanza culmina con el establecimiento del Reino de Dios que pronto llegará!

UNA ESPERANZA VIVIENTE

El Apóstol Pedro fue crucificado alrededor del año 67 a 68 d.C.; dos o tres años antes del holocausto del año 70 d.C. en Jerusalén. Ese desastre fue sólo un prototipo de la próxima Gran Tribulación, que está a punto de explotar en la actual escena mundial. Pedro sabía que iba a ser crucificado poco después de escribir sus epístolas. Pablo había sido asesinado un año o dos antes de la muerte de Pedro. Los otros apóstoles también habían sido asesinados. Existía una tormenta de persecución. Mientras Pedro escribía su libro ellos estaban entrando en los tiempos más tenebrosos. Aún así, esto simplemente fue un prototipo del peor tiempo de sufrimiento que vaya haber en la Tierra, el cual está descendiendo sobre nosotros hoy. A pesar de todas estas malas noticias, Pedro tenía un mensaje lleno de esperanza. Él quería que el pueblo de Dios tuviera una actitud de esperanza para que pudieran continuar creciendo espiritualmente. El último versículo de las epístolas de Pedro (2 Pedro 3:18) enfatiza ese punto. No tenemos futuro si no estamos creciendo espiritualmente.