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El auge del fascismo digital
El periodista de investigación Glenn Greenwald le hizo un favor al pueblo estadounidense en 2013 cuando publicó una orden del Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera que revelaba que la Agencia de Seguridad Nacional ( nsa, por sus siglas en inglés) estaba espiando a millones de ciudadanos. Luego les hizo otro favor cuando publicó los documentos del denunciante de la nsa Edward Snowden que revelaban que el Gran Hermano espía sus conversaciones y lee sus correros electrónicos. Ahora Greenwald está haciendo un favor más al revelar que el gobierno está presionando a los gigantes tecnológicos para que censuren al pueblo estadounidense.
“Llevo más de un año tratando de hacer ver que mucha gente piensa que esta censura proviene de los ejecutivos de Facebook, Google y Twitter, lo que en realidad no es cierto”, dijo Greenwald a Fox News el 15 de julio. “Estas empresas quieren que el mayor número posible de personas utilice sus plataformas. La razón por la que esta censura comenzó a producirse es porque los periodistas liberales empezaron a reprocharles el contenido que están permitiendo en sus plataformas, y sobre todo porque (…) cuatro veces en el último año, los demócratas han convocado a los directores ejecutivos de Twitter, Google y Facebook para que se presenten ante ellos y amenazarlos explícitamente, diciendo, ‘si no empiezan a censurar lo que consideramos discurso de odio y desinformación, van a sufrir nuestro castigo legal y regulatorio’. Es realmente una fusión de poder estatal y corporativo, que irónicamente es la definición clásica de fascismo”.
Apple, Amazon, Facebook, Google y Microsoft son las cinco empresas más grandes que cotizan en la bolsa de valores de Estados Unidos, y representan el 20% del valor total del mercado bursátil. Tienen un alcance sin paralelo en la vida de las personas, influyendo en la forma en que trabajan, se comunican, compran y se relajan. Y este alcance se ha profundizado con los cierres por coronavirus, que han obligado a la gente a quedarse en casa, navegando por Internet y comprando en línea. Supongamos que la Casa Blanca logre acorralar a los gigantes tecnológicos para que se sometan. De ser así, podría alcanzar un nivel de control sobre la vida de las personas que no se ha visto salvo en las dictaduras totalitarias.
Por ello, Glenn Greenwald, también liberal, acusa a los demócratas de una toma de poder fascista. Y no es el único comentarista político que hace esta comparación.
“Bajo la bondadosa supervisión del Tío Joe, es posible que pronto nos encontremos viviendo bajo una versión actualizada del ‘Estado corporativo' fascista: una alianza entre los líderes políticos y un puñado de empresas ultra ricas y ultra poderosas que dominan cada vez más la economía y la cultura”, escribió Joel Kotkin, miembro de estudios urbanos en la Universidad Chapman, en su artículo “La verdadera amenaza fascista nunca fue Trump: es el poder corporativo”. “El Estado corporativo fascista original desarrollado en Italia protegía la propiedad privada pero también buscaba utilizar el sector privado para apoyar los fines políticos del Estado. Especialmente tras el asesinato de George Floyd, estamos presenciando un auge constante de lo que se denomina “capitalismo de las partes interesadas”, en el que las empresas privadas, en lugar de limitarse a buscar ganancias, dan reverencia a la agenda social de la izquierda en cuestiones de raza, género y virtudes ecológicas. (…) Biden recaudó sumas récord de la élite corporativa, especialmente de los oligarcas de la tecnología y sus aliados de Wall Street”.
Muchos de los políticos que están detrás de la fusión entre el gran gobierno y los gigantes tecnológicos han sido influenciados por la filosofía marxista. Pero como estos políticos no pueden nacionalizar a los gigantes tecnológicos como lo pudiera hacer un Estado comunista tradicional, se conforman con controlar los monopolios de propiedad privada como un Estado fascista.
En su libro The Coming of Neo-Feudalism: A Warning to the Global Middle Class [El próximo neo-feudalismo: una advertencia a la clase media mundial], Kotkin advierte que la alianza del gobierno con las grandes tecnológicas dará lugar a la formación de una “clase dirigente cognitivamente superior” que gobernará Estados Unidos como una aristocracia feudal, tratando a la gente corriente como siervos demasiado estúpidos para permitirles opinar. Para hacerse una idea de cómo puede ser ese feudalismo tecnológico, no busque más allá que en California. El Estado Dorado se ha convertido en un reino semifeudal, con una élite tecnológica fabulosamente rica, así como con el mayor índice de pobreza real de los 50 estados. La élite ha abrazado lo que Karl Marx llamaba una “bolsa de limosna proletaria” y ha empezado a ofrecer a los pobres asistencia de salud gratuita, universidad gratuita y subvenciones para la vivienda. Sin embargo, les han negado la oportunidad de mantenerse aplicando impuestos altos, leyes laborales restrictivas y regulaciones medioambientales draconianas que dificultan operar con éxito una empresa pequeña (especialmente en el sector tecnológico).
Así es como se ve la fusión entre el poder estatal y el corporativo. Sin embargo, organizaciones como el Foro Económico Mundial siguen pidiendo el “gran reinicio” tras la pandemia de la covid-19, un reinicio que implementaría impuestos sobre la riqueza, regulaciones gubernamentales y programas de gasto en infraestructuras para convertir al mundo entero en una oligarquía feudal como la California corporativista.
Greenwald y Kotkin advierten que lo que los directores generales llaman “capitalismo de las partes interesadas” solía llamarse fascismo, que a su vez no era más que una versión actualizada del feudalismo medieval. Pero estos hombres no se dan cuenta hasta qué punto llegará el fascismo y el feudalismo a nivel mundial.
Apocalipsis 17 revela que una entidad religiosa poderosa se convertirá en una fuerza rectora sobre una gran potencia económica que embriaga a todas las naciones con su riqueza y esplendor. Apocalipsis 18:3 dice que “los mercaderes de la tierra se han enriquecido por la abundancia de su lujo” (Nueva Versión King James, traducción nuestra al español). Estos versículos hablan de la fusión del poder estatal, corporativo y religioso.
Ya vemos los inicios de esta fusión en organizaciones como el Consejo para el Capitalismo Inclusivo con el Vaticano, una organización dirigida por el Papa Francisco y el cardenal Peter Turkson, que incluye a numerosos líderes de las empresas de la lista Fortune 500, como los presidentes y directores generales de Allianz, Banco de Amercia, BP, Dupont, Johnson & Johnson, MasterCard, Merck y Visa. Sin embargo, la profecía bíblica muestra que en última instancia será Roma, y no Washington, la que dirija a “los reyes de la tierra” y a “los mercaderes de la tierra” para censurar la libertad de expresión y asegurarse de que nadie podrá comprar o vender a menos que obedezca los dictados de una gran combinación iglesia-estado situada en Europa.
La Unión Europea está trabajando para conseguir el control de la Internet, por lo que puede que no pase mucho tiempo antes de que empresas como Apple, Amazon, Facebook, Google y Microsoft estén más preocupadas por lo que diga la Iglesia Católica, ¡que por las amenazas procedentes de los periodistas liberales y los demócratas del Congreso!
Para más información sobre lo que dice la Biblia sobre el sistema económico que dominará la Tierra justo antes del retorno de Jesucristo, por favor lea “El nuevo orden mundial del Papa”. Y para más información sobre los intentos de Alemania de censurar mensajes como el que está leyendo ahora mismo, por favor lea “Alemania está tomando el control de la Internet” por el redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry. ▪