(ROBERTO SCHMIDT/AFP/GETTY IMAGES)
¿Dónde terminará todo el odio?
Mire este mundo y verá mucho odio. En Estados Unidos, la política se ha dividido en dos, con la hostilidad y el resentimiento separándolos más y más. La izquierda radical (encabezada por Black Lives Matter [blm] y Antifa), transmite abiertamente un profundo odio por el EE UU tradicional. Por todo el mundo, el odio y lo que éste produce—acoso, intolerancia, abuso, protestas y disturbios, persecución, violencia y muerte, incluso genocidio—florecen. A todas partes donde usted mire, el odio crece.
Esto es terrible, y aquí está la razón: el odio tiende a estimular más odio. Cuando se manifiesta en discusiones acaloradas, perversión de la justicia, periodismo deshonesto, disturbios destructivos, palizas y asesinatos, siempre se retroalimenta. Incluso cuando las víctimas no odian inicialmente al agresor, el abuso persistente las obliga a odiarlos. El odio es recíproco.
Después de soportar constantes ataques verbales y actos de agresión cada vez más viles por parte de la izquierda radical, los partidarios de Donald Trump y el EE UU tradicional, comenzaron a retroceder. El verano pasado en Portland, un partidario de Trump que confrontó una horda de blm fue ejecutado públicamente en la calle. Esto era inevitable. Así es como funciona el odio. Y ocurrirá otra vez.
Este estremecedor evento en Portland no hizo nada por aplacar el odio de ninguna de las dos partes. Por el contrario, la resistencia de los partidarios de Trump sólo confirmó el punto de vista de los izquierdistas de que estas personas son racistas y merecen ser odiadas. Y los seguidores de Trump vieron mucho más claramente cuán violentamente son odiados, lo que sin duda agrava su odio por los radicales. El odio raramente se apaga; sólo se intensifica.
En enero de 1838, Abraham Lincoln dio un discurso en Springfield, Illinois en el cual advirtió sobre lo destructivo del odio. La antipatía estaba aumentando entre abolicionistas y defensores de la esclavitud, y EE UU estaba cayendo en una “oclocracia”. Enfrentando estas condiciones, Lincoln dijo, “Hombres buenos, que aman la tranquilidad, que desean acatar las leyes y disfrutan de sus beneficios, que con gusto derramarían su sangre en defensa de su país; viendo su propiedad destruida; sus familias insultadas, y sus vidas en peligro; los suyos heridos; y viendo nada en prospecto que augure un cambio para mejor; cansándose de, y disgustándose con, un gobierno que no les ofrece protección; y no es muy contrario a un cambio en el cual ellos imaginan que no tienen nada que perder” (énfasis añadido).
Así es como funcionan las emociones humanas. Cuando la gente es atacada, cuando ven que su nación y sustento están bajo amenaza y sus ciudades en llamas, y cuando ven que las autoridades no están dispuestas a defenderlas, se sienten obligadas a responder. Es parte de la naturaleza humana protegerse a sí mismo, incluyendo la familia, el hogar y el sustento, la comunidad y los amigos. Y la propia nación.
La gente se ve obligada a tomar represalias—y a menudo al odio—porque las alternativas son cada vez más detestables. Pero su resistencia, la cual es racional, sólo enardece las opiniones irracionales y el odio de los atacantes. Para estos agresores, la resistencia de las víctimas sólo confirma su convicción de que la víctima debe ser castigada.
¿Cómo terminará este ciclo de odio?
¿Ha visto alguna vez imágenes de un montón de neumáticos quemándose? El fuego de un neumático es prácticamente imposible de extinguir. Sólo termina después que el neumático se ha quemado por completo. Es lo mismo con el ciclo del odio. Sólo se detendrá después que el odio se haya extinguido.
En Mateo 24:22, Jesús profetizó acerca del fin de la era del hombre. “Y si aquellos días no fuesen acortados”, dijo Él, “nadie sería salvo…”. Él está hablando de un tiempo de violencia masiva y guerra mundial. Esta “gran tribulación”, como la llamó Jesús en el versículo 21, es odio como una gigantesca quema de llantas. “Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán [odiarán, versión King James]” (versículo 10).
La Biblia revela la máxima fuente de odio en pasajes como 2 Corintios 4:4, Efesios 2:2 y Apocalipsis 12. Éstos exponen la presencia de Satanás el diablo, un ser espiritual que encarna el odio, cuyos pensamientos y acciones son inspiradas por el odio hacia Dios, Su verdad y Su plan. Apocalipsis 12:12 nos dice que este “gran dragón rojo” ha sido arrojado a la Tierra y tiene “gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”
Mirando a la humanidad colectivamente, no hay evidencia de ningún movimiento hacia el arrepentimiento que pueda revertir la tendencia hacia la destrucción. Individualmente, sin embargo, el camino hacia el arrepentimiento está abierto para usted. Usted puede escapar del ciclo del odio, el cual pronto terminará en un gran momento culminante llamado Gran Tribulación.
¿Cómo? Finalmente, escapamos a este futuro conquistando nuestras emociones e impulsos humanos, nuestras actitudes y voluntad humana, los poderosos tirones de la mente carnal y la carne. Escapamos de este futuro entregándole nuestras vidas y mentes completamente a Dios, Su ley y Su gobierno. Esto no es fácil; no se puede hacer por poder o talento humano. Sólo puede hacerse usando el poder del Espíritu de Dios, el cual recibimos tras el arrepentimiento y la fe. ▪