(MICHAEL C. LUDDENI | ASOCIADOS PARA LA INVESTIGACIÓN BÍBLICA (ABR))
Descubierto en el monte de la maldición
Jerusalén—
Es difícil exagerar la importancia de un descubrimiento arqueológico bíblico diminuto que se hizo público el 24 de marzo. Con unas dimensiones de 2 por 2 centímetros, la tablilla cuadrada de maldición (defixio, en latín) contiene la inscripción hebrea más antigua jamás descubierta en Israel, que data del periodo de la Edad de Bronce Final ii (circa 1400-1200 a. C.). En palabras del epigrafista Gershon Galil, de la Universidad de Haifa, el descubrimiento representa “absolutamente la inscripción más importante jamás encontrada en Israel”. En conjunto, los 40 caracteres alfabéticos que se han descifrado hasta ahora constituyen una declaración impresionante:
Maldito, maldito, maldito—maldito por el Dios yhw.
Morirás maldito.
Maldito eres seguramente morirás.
Maldito por yhw—maldito, maldito, maldito.
La inscripción es, de lejos, el uso más antiguo del nombre hebreo del Dios israelita descubierta en Israel, yhw (más comúnmente deletreado yhwh), y precede en siglos a la siguiente inscripción más antigua. Pero al margen del descubrimiento de la propia escritura, o incluso del uso del nombre de Dios, el otro elemento sorprendente es el lugar donde se encontró la tablilla: en el Monte Ebal.
Justo antes de morir, Moisés dio instrucciones a Josué sobre cómo debía guiar a Israel hacia la Tierra Prometida. Tras las batallas de Jericó y Hai, los israelitas debían reunirse en las montañas que rodean Siquem, el lugar donde Abraham hizo primero un sacrificio a Dios cuando llegó a la región unos 500 años antes.
Las instrucciones de Moisés eran explícitas y detalladas. Seis tribus debían reunirse en el Monte Gerizim y las otras seis en el Monte Ebal. Los líderes de las tribus leyeron entonces el libro del Deuteronomio sobre las bendiciones que recibirían si obedecían a Dios y las maldiciones que recibirían si desobedecían. Las seis tribus de cada monte cantaron de un lado a otro, y sus voces resonaron por todo el valle. Las tribus del Monte Gerizim cantaron las bendiciones; las tribus del Monte Ebal cantaron las maldiciones (Deuteronomio 11:29; 27:1-13).
Antes de esta gran actuación coral al aire libre, Josué hizo algo importante. “Entonces Josué edificó un altar a [el Eterno] Dios de Israel en el monte Ebal, como Moisés siervo de [el Eterno] lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a [el Eterno], y sacrificaron ofrendas de paz” (Josué 8:30-31). Josué comenzó este trascendental acontecimiento construyendo un altar en el Monte Ebal y sacrificando ofrendas a Dios.
Mucha gente ha considerado que el relato del altar de Josué en el Monte Ebal y el concierto épico de Israel al aire libre son ficción. Sin embargo, el descubrimiento de la tablilla de maldición de la Edad de Bronce Final en el Monte Ebal, el monte de las maldiciones, en la ubicación precisa de una enorme estructura de piedra que se asemeja a un altar, reivindica la exactitud de la historia bíblica.
Un viaje de descubrimiento de 40 años
El Monte Ebal se encuentra en Samaria, a unos 48 kilómetros al norte de Jerusalén. Los historiadores están de acuerdo en la identidad del Monte Ebal, pero han debatido por décadas si Josué realmente construyó un altar allí.
Este debate comenzó en la década de 1980, en gran medida como resultado del trabajo del fallecido arqueólogo Profesor Adam Zertal, de la Universidad de Haifa.
Tras la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días, Zertal inspeccionó y exploró el territorio que había sido adquirido de Jordania, especialmente el territorio del norte conocido en tiempos bíblicos como la región de las colinas de Manasés.
“Se había abierto una ventana de oportunidad y, por primera vez, mi generación iba a vislumbrar el lugar donde se desarrollaron las narraciones centrales de la Biblia”, escribió Zertal en A Nation Born (Nace una nación). “A nadie antes de nosotros se le había concedido una oportunidad tan grandiosa y una responsabilidad tan grande”.
Su enorme “inspección de Manasés” comenzó en 1978 y finalizó en 1990, y arrojó docenas de sitios antiguos, el 80% de los cuales nunca habían sido documentados.
El 6 de abril de 1980, Zertal hizo su descubrimiento más famoso y electrizante. Su equipo estaba explorando El-Burnat, el nombre árabe de un sitio en el lado oriental del Monte Ebal, a unos 200 metros abajo de la cima de la montaña.
“Como siempre, ¡la sorpresa del día llegó en el último minuto!”, contó Zertal en su diario de campo. “Habíamos visto la pila de rocas antes, pero no le dimos importancia. Sin embargo, cuando nos acercamos desde el lado oriental, parecía un pequeño montículo fortificado. (...) Nos pareció que, en el último momento, nos habíamos tropezado con un sitio extraordinario; no hay otra explicación para su forma o ubicación. Pero debemos tener cuidado; sólo la excavación puede revelar la verdad”.
Él realizó cinco excavaciones entre 1982 y 1987 en El-Burnat. Durante la primera excavación, el equipo retiró capas de piedras del campo que parecían haber sido colocadas intencionalmente para cubrir la estructura de abajo. Sin las piedras, Zertal pudo delinear más claramente la gran estructura, que medía 30 metros cuadrados y 3 metros de altura.
En las cuatro excavaciones siguientes, Zertal encontró grandes cantidades de ceniza y huesos en la zona que rodeaba a la gran estructura. De hecho, encontró más de 1.000 huesos, todos ellos procedentes de animales machos jóvenes y selectos. Esto indicaba que el lugar se había utilizado para efectuar sacrificios de animales de acuerdo con las directrices bíblicas.
Pero ¿qué era exactamente la gran estructura? El momento del “ajá” se produjo hacia el final del día jueves 13 de octubre de 1983. Zvi Koenigsberg, un colega de Zertal, escribió para el Jerusalem Post el 26 de enero de este año: “Zertal y yo estábamos tomando un café mientras los voluntarios se dedicaban a lavar la cerámica que habían sacado del suelo ese día. Zertal trabajaba con un lápiz y papel, y me entregó un dibujo de cómo pensaba que se vería la estructura bajo el montón de piedras cuando quedara completamente al descubierto”.
“Me quedé atónito y salí corriendo de la mesa sin decir nada. Volví unos instantes después con un libro, lo abrí en la página que buscaba y se lo entregué a Zertal. Ahora le tocaba a él quedarse boquiabierto. El libro era uno de los tratados de Mishná, el primer código post-bíblico de la ley judía, compilado alrededor del año 200 d. C. En la página había un dibujo del altar del templo de Jerusalén, realizado según las especificaciones de la descripción del texto. La similitud entre los dos dibujos era sorprendente”.
La estructura del Monte Ebal era enorme y tenía un diseño y una función distintivos, como atestiguan las cenizas y los huesos de animales. Sin embargo, incluso a Zertal le costó aceptar que había descubierto pruebas arqueológicas de este período temprano de la historia bíblica. Él era un arqueólogo secular, no un cruzado religioso que se esforzaba por verificar la Biblia. Pero ante las convincentes pruebas de la existencia de un altar en el Monte Ebal, Zertal no podía ignorar o rechazar la notable conexión entre las piedras que había excavado y el relato bíblico.
“El problema ahora era cómo presentar lo que habíamos encontrado”, escribió en A Nation Born. “Mi formación académica me hacía difícil aceptar la idea de que el altar de Josué fuera una realidad tangible. Después de todo, Moisés no es una figura histórica y la Torá carece de cualquier apoyo arqueológico sustancial. Al final, me vi obligado a superar cada una de mis mil y una dudas, pues parecía que habíamos hecho un descubrimiento tan improbable como encontrar Sodoma y Gomorra”.
A pesar de las credenciales y lo respetado que era el profesor Zertal, el anuncio de que había encontrado el altar de Josué fue recibido con escepticismo por muchos en la comunidad arqueológica. La mayoría estaba de acuerdo con su datación de la gran estructura (alrededor del año 1200 a. C.) y no negaba la presencia de cenizas y huesos de animales de sacrificio. Sin embargo, los expertos consideraron que su identificación como un altar era un paso demasiado grande.
Zertal debatió los méritos de su descubrimiento del Monte Ebal durante más de tres décadas, hasta su muerte en 2015. En ese tiempo, más colegas de Zertal llegaron a estar de acuerdo con su identificación de la estructura del Monte Ebal como un altar. A muchos otros les resultó más fácil ignorar el descubrimiento.
Recientemente, ha surgido una tercera visión del descubrimiento en el Monte Ebal.
Un altar antiguo y una tabla de maldición
Hace unos años, el arqueólogo estadounidense Dr. Scott Stripling dirigió su atención hacia el Monte Ebal y las excavaciones del profesor Zertal. Stripling quería buscar conexiones que le ayudaran a entender sus excavaciones en Silo.
Si hubiera podido elegir, al Dr. Stripling le hubiera gustado continuar las excavaciones de Zertal en el Monte Ebal. Pero esto prácticamente imposible, ya que el sitio se encuentra en un territorio políticamente sensible. Así que el Dr. Stripling tomó la mejor alternativa: tamizó en húmedo el material que había sido excavado décadas antes por Zertal y que había sido dejado junto a la gran estructura. Fue en estos enormes montones de material donde Stripling y su equipo descubrieron la tablilla de maldición.
Al iniciar el proyecto, Stripling creía que Zertal había encontrado el altar mencionado en Josué 8, pero se trataba de un altar anterior construido en el mismo lugar. Para entender la perspectiva de Stripling, es importante comprender exactamente lo que la Biblia relata sobre la conquista de Canaán por Josué. El texto bíblico apoya firmemente una fecha temprana de la conquista, indicando que Josué e Israel comenzaron a conquistar Canaán alrededor del año 1400 a. C.
Esta fecha es diferente a la sugerida por el profesor Zertal y otros. Los que proponen una fecha posterior para la conquista de Josué consideran que Israel entró en la Tierra Prometida a finales del siglo xiii, en algún momento cercano al 1200 a. C.
En las excavaciones de Zertal, él documentó la presencia de un altar antiguo directamente bajo el enorme altar cuadrado. Este altar, al que denominó Instalación 94 en su informe preliminar, es mucho más pequeño que la gran estructura cuadrada. Su diámetro es de solamente 2 metros.
La forma de este altar más pequeño también es importante. El altar grande es cuadrado, pero el más pequeño es circular y está hecho de piedras medianas sin tallar. En su informe, Zertal señaló que directamente sobre este altar más pequeño había una capa de 10 centímetros de ceniza limpia que contenía huesos de animales, muchos de ellos estaban quemados. Zertal, justo antes de morir, escribió sobre este altar más pequeño: “Pasaría algún tiempo antes de que nos diéramos cuenta de que este era el núcleo, el corazón mismo del ritual dentro de la estructura antigua. Esto era todo, el lugar del ritual primigenio en el Monte Ebal”.
Zertal creía que este altar más pequeño se construyó poco antes que el altar mayor y lo fechó en el mismo período relativo (alrededor de 1200 a. C.). Aunque el Dr. Stripling está de acuerdo en que el altar más pequeño se construyó antes que la estructura más grande, él cree que la evidencia indica que el altar más pequeño se construyó mucho antes, incluso 200 años antes (alrededor de 1400 a. C., el marco de tiempo respaldado por la Biblia para la conquista de Josué).
El Dr. Stripling apoya su opinión con las pruebas descubiertas durante el tamizado en húmedo del material de relleno del profesor Zertal. Al examinar el relleno, el equipo de Stripling descubrió un mayor porcentaje de estilos de cerámica que pueden fecharse en un periodo anterior al sugerido por Zertal en su informe preliminar. La presencia de cerámica de un periodo anterior sugiere un uso anterior del sitio. Stripling también señala la presencia de escarabajos egipcios del siglo xv, así como el descubrimiento de un cáliz de piedra pómez de la Edad de Bronce Final como prueba adicional de la datación del altar antiguo. “Todos están de acuerdo con Zertal en que el altar rectangular data del siglo xiii”, escribió Stripling. “[Pero] el altar redondo pertenece probablemente a finales del siglo xv y es plausible que sea el altar que Josué construyó”.
Como señaló el Dr. Stripling, la única forma de resolver este debate de manera concluyente es excavar más en el sitio. Lamentablemente, no es probable que esto suceda pronto. Pero si se pudiera, Zertal dejó intacta parte de la Instalación 94, lo que significa que los métodos de excavación modernos podrían ayudar a determinar la edad del altar antiguo.
Según Stripling, sólo el 30% del material excavado en este sitio del Monte Ebal ha sido examinado a fondo. A medida que se analice el resto de los montones de material, es probable que se produzcan otros descubrimientos de la época de Josué.
Independientemente del debate sobre cuál de los dos altares pertenece a Josué, las pruebas del Monte Ebal demuestran sin lugar a dudas que las primeras narraciones de la entrada de los israelitas en la tierra de Israel están basadas en hechos. Y como escribió Zertal: “Si hemos encontrado pruebas materiales de una historia tan temprana como la de Josué, quién sabe hasta dónde puede llevarnos el registro arqueológico”.
Ya nadie puede decir que la historia de Josué es una reconstrucción de escribas posteriores. Como señaló el profesor Galil: “El escriba de esta [tablilla] podría haber escrito todos los capítulos de la Biblia. Ahora nadie puede afirmar que la Biblia fue escrita en períodos posteriores (…) porque pudieron escribirla muy, muy temprano”. Combinado con el hecho de que esto fue encontrado en el monte bíblico de la maldición y data del período de tiempo de Josué, es difícil pensar en una prueba más concluyente para un evento bíblico.
Citando al fallecido profesor de Harvard Lawrence Stager, que visitó las excavaciones del altar de Zertal en 1984: “Si esto es realmente lo que parece, todos [los eruditos] tenemos que volver al jardín infantil”. Como comentó el Dr. Stripling a la publicación compañera de la Trompeta, Let the Stones Speak [Dejen que las piedras hablen, disponible en inglés]: “¡La escuela está en sesión!”.