(FREDERICK FLORIN/AFP VÍA GETTY IMAGES)
Cuidado con los reglamentos de la UE sobre IA
Los avances en inteligencia artificial (IA) nos han llevado al borde de una revolución tecnológica, para bien o para mal. Algunos argumentan que una IA descontrolada podría llevar a la extinción de la humanidad. Otros creen que una regulación excesiva podría sofocar el progreso. No obstante, las empresas y las naciones se apresuran a sacar provecho de los avances. La Unión Europea está redactando una ley que podría decidir las reglas de esta carrera y quizás incluso predeterminar quién será el ganador.
En su libro de éxito internacional Life 3.0, Max Tegmark, físico del mit y fundador del Instituto del Futuro de la Vida, sugiere que las máquinas pueden exhibir IA si utilizan una gran cantidad de datos y calculan de forma independiente los medios más eficaces para lograr un objetivo específico. Cuanto más amplio sea el alcance de los objetivos que puede alcanzar una máquina, más “general” o parecida a la humana será su inteligencia, por eso el término inteligencia general artificial.
La Unión Europea define los sistemas de IA como “programas informáticos que (…) pueden, para un conjunto dado de objetivos definidos por el ser humano, generar resultados como contenidos, predicciones, recomendaciones o decisiones que influyen en los entornos con los que interactúan”.
A medida que las aplicaciones de IA se hacen más amplias, los reglamentos relativos a ésta prometen garantizar que los avances se producen de forma controlada.
En 2020, la Iglesia católica solicitó reglamentos y normas éticas para la inteligencia artificial. Tres años después, la Ley de IA de la Unión Europea ha sido aclamada como la primera propuesta mundial de una regulación integral de la inteligencia artificial. El reglamento está diseñado para promover “un desarrollo ético y centrado en el ser humano” y “garantizar que los sistemas de IA estén supervisados por personas, sean seguros, transparentes, trazables, no discriminatorios y respetuosos con el medio ambiente”.
El Instituto del Futuro de la Vida señaló en su página web europea: “Al igual que el Reglamento General de Protección de Datos (rgpd) de la Unión Europea en 2018, la Ley de IA de la UE podría convertirse en una norma global”. El miércoles 14 de junio, el Parlamento Europeo aprobó el proyecto de ley.
Tomorrow, lawmakers at the European Parliament will vote on the EU's plans to regulate AI, known as the Artificial Intelligence Act.
— DW Europe (@dw_europe) June 13, 2023
Can the bloc keep up with developments in the technology? MEP Dragoş Tudorache, who's been jointly handling the proposal, says the answer is yes: pic.twitter.com/lLoqpaB5zj
Al igual que el rgpd, la Ley de IA de la Unión Europea exige su cumplimiento por parte de otros países y amenaza con multas en caso de incumplimiento. En mayo, la Unión Europea comunicó “la multa más grande jamás impuesta por el rgpd”, que ascendía a 1.200 millones de euros (1.300 millones de dólares) contra Meta, la empresa matriz de Facebook. Además de pagar la multa, se ordenó a Meta que suspendiera la transferencia de datos de usuarios de la Unión Europea a EE UU (Para más información sobre el rgpd, lea “Alemania está tomando el control de la Internet"). Esta ley también ha afectado a las aplicaciones de IA. Por ejemplo, Italia prohibió temporalmente Chatgpt por violación de datos.
“El miércoles [14 de junio], los legisladores de la Unión Europea dieron un paso clave para establecer restricciones sin precedentes sobre la forma en que las empresas utilizan la inteligencia artificial, poniendo a Bruselas en rumbo de colisión con los gigantes tecnológicos estadounidenses que canalizan miles de millones de dólares hacia esta tecnología”, escribió el Washington Post. “La amenaza que plantea la legislación es tan grave que OpenAI, el fabricante de Chatgpt, dijo que podría verse obligado a retirarse de Europa, dependiendo de lo que se incluya en el texto final”.
Según la ley de la Unión Europea, los sistemas de IA serán regulados de acuerdo con su evaluación de alto o bajo riesgo. Los de riesgo alto son “sistemas que podrían influenciar a los votantes durante las elecciones o dañar la salud de las personas”, escribió el Washington Post. Algunas de estas leyes abordan cuestiones serias; otras podrían conducir a un exceso de regulación e incluso prohibir cualquier sistema de IA que el gobierno considere una amenaza para la “democracia”, o para su control del poder.
Y luego están las regulaciones que promueven políticas izquierdistas. Para no ser “discriminatorio”, un sistema de IA tendría que dar prioridad a la diversidad; para ser respetuoso con el medio ambiente, tendría que dar prioridad a reducir las emisiones de CO2 por encima de las ganancias. La infinidad de regulaciones permiten la imposición de innumerables multas y la oportunidad de que los reguladores controlen el mercado. Las regulaciones podrían incluso utilizarse para obtener una ventaja competitiva.
Pongamos como ejemplo el Acuerdo de París de 2015. El acuerdo puso estrictas regulaciones a las industrias; sin embargo, le dio a China un pase libre para ignorar esas regulaciones hasta 2030 y, por lo tanto, una ventaja injusta sobre los competidores estadounidenses (lea “El engaño mortal del cambio climático”). Incluso aquellos que están sujetos a los mismos reglamentos pueden utilizarlos de forma injusta.
En 2017, EE UU declaró culpables a los fabricantes alemanes de automóviles Volkswagen, Daimler AG, bmw, Audi y Porsche de llevar a cabo una estrategia coordinada de falsificar los resultados de las emisiones para que los coches diésel fueran más competitivos en su país y en el extranjero. El gobierno estadounidense les impuso fuertes multas por esta infracción evidente; el gobierno alemán fue poco severo.
Aunque la Ley de IA de la Unión Europea no “se aplica a los sistemas de IA desarrollados o utilizados exclusivamente con fines militares”, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en 2018 en la que pedía la prohibición internacional de los “robots asesinos” o sistemas de armas autónomas letales capaces de matar sin intervención humana.
En 2021, miembros del Parlamento Europeo adoptaron las “Directrices para el uso militar y no militar de la Inteligencia Artificial”, en las que se pedía que la IA estuviera “sujeta al control humano. (…) El texto insta a la Unión Europea a asumir un papel de liderazgo en la creación y promoción de un marco global que regule el uso militar de la IA, junto con las [Naciones Unidas] y la comunidad internacional”.
Los drones asesinos que operan sin control humano le darían a una nación una enorme ventaja en la próxima guerra. Según el Instituto Brookings, estas regulaciones sólo tendrían sentido si otras naciones también las adoptaran, como el Tratado Internacional de No Proliferación. El peligro de tales tratados, sin embargo, es que algunos podrían no seguir la regulación, y usted ni siquiera lo sabría.
Los drones asesinos que operan sin control humano le darían a una nación una enorme ventaja en la próxima guerra. Según el Instituto Brookings, estas regulaciones sólo tendrían sentido si otras naciones también las adoptaran, como el Tratado Internacional de No Proliferación. El peligro de tales tratados, sin embargo, es que algunos podrían no seguir la regulación, y usted ni siquiera lo sabría.
Basándose en los conocimientos del informático británico Stuart Russell, Max Tegmark describe a drones del tamaño de un abejorro capaces de matar eludiendo estratégicamente el cráneo y dirigiéndose al cerebro a través del ojo. La tecnología y el material son fáciles de adquirir. Según Tegmark, una aplicación de IA también podría “programarse fácilmente para matar sólo a personas con un determinado color de piel o grupo étnico”. ¿Acaso “las naciones villanas, los dictadores y los grupos terroristas” seguirían los reglamentos éticos de guerra si algún tratado lo regulase?
Imagínese si la misma nación que propuso el reglamento terminara quebrantándolo. Sin duda, tendría que ser una nación muy embustera para idear semejante plan, pero eso es justamente lo que la Biblia advierte.
Nahum 3:1 advierte de una nación que está “llena de mentira y de rapiña”, o “engaño y asesinato”, como se podría leer. No se debe confiar en una nación como ésta. Ezequiel 23 advierte a Estados Unidos y Gran Bretaña (los descendientes modernos del antiguo Israel) contra una traición astutamente diseñada por uno de sus “amantes”. El redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, indica en Nahúm: profecía para Alemania en el tiempo del fin que estas profecías se refieren a la misma nación que actualmente encabeza la Unión Europea: Alemania.
El comportamiento de Alemania en las dos guerras mundiales podría describirse como “lleno de engaños y asesinatos”. Pero la Biblia revela que este capítulo de la historia de la humanidad aún no está cerrado. Dios quiere que Alemania utilice sus maravillosas cualidades para el bien. Sin embargo, debido a los pecados de nuestro mundo, la Biblia advierte que Dios permitirá que males indescriptibles envuelvan a nuestro mundo una vez más. El libro de Nahúm pronostica que la maquinaria bélica alemana resurgirá una vez más, antes de que su actitud belicosa sea destruida para siempre.
Hay noticias maravillosas más allá de estos horribles escenarios. Pero sólo podremos comprender esta gran esperanza del mañana si nos enfrentamos hoy a la realidad.