JULIA GODDARD/LA TROMPETA
¿Cuánto moldea Dios la historia?
¿Qué puede haber más interesante que la historia de la humanidad? ¿Cuál podría ser una herramienta más educativa o más útil para los seres humanos de hoy que un registro preciso de los seres humanos de ayer? Nuestro pasado está lleno de vidas fascinantes, historias asombrosas, conocimientos provechosos, advertencias horribles y mundos de información, y esto fluye hasta el presente.
Sin embargo, la mayoría de la gente ignora la historia. ¿Por qué?
Una de las principales razones por las que ignoramos nuestro propio pasado es que no entendemos el flujo de la historia o su propósito. Las personas educadas, incluso los propios historiadores, rechazan y luchan contra la idea de que exista un flujo o propósito.
Pero el pasado —y el presente— sí tiene un propósito, y no sólo es posible entenderlo, sino que es importante hacerlo.
La mayoría de la gente no entiende la historia porque ha rechazado el registro más antiguo de la historia humana y lo que revela sobre el Creador de los seres humanos, el Observador de toda la historia humana, el Revelador del propósito humano.
El Creador está profundamente involucrado en lo que la humanidad ha hecho y está haciendo. Así lo demuestra la historia bíblica, la historia secular y el palpitante presente.
Comenzar por el principio
La gente piensa que las desconocidas nieblas del tiempo han rodeado el comienzo de la historia humana, y que no podemos conocer ese comienzo, y mucho menos aprender algo de él. Pero no existe tal cosa como la “prehistoria” humana. Los aspectos más importantes de la historia están registrados en el libro de historia más antiguo del mundo. De hecho, revela la elección fundamental sobre la cual se ha construido la civilización humana.
Herbert W. Armstrong resumió el registro bíblico del origen de la humanidad en su libro El misterio de los siglos. El capítulo “El misterio de la civilización” relata que la raza humana se fundó sobre la decisión de los primeros seres humanos de rebelarse contra su Hacedor. La Biblia registra que Dios entonces les impidió a ellos y a sus descendientes el acceso a su hogar original y la posibilidad de tener una relación con Él, sentenciando a la humanidad a 6.000 años de estar separada de Él y de Su Espíritu. En palabras del Sr. Armstrong: “Dios dijo, en otras palabras: (…) ‘Por lo tanto, Adán y su progenie que formará el mundo, vayan y produzcan su propio caudal de conocimientos. Decidan por ustedes mismos lo que es bueno y lo que es malo. Produzcan sus propios sistemas educativos y medios de difundir el conocimiento, desorientados por su dios Satanás. (…) En todo esto Satanás engañará al mundo con su actitud de egocentrismo, con vanidad, lascivia y codicia, celos y envidia, competencia, conflicto, violencia y guerra, rebelión contra mí y contra mi ley de amor. (…) Durante esos 6.000 años en que yo mismo los alejaré de mí, ellos no serán juzgados eternamente; sin embargo, lo que siembren en su vida, eso mismo segarán”. Esta realidad da cuenta de una verdadera comprensión de la historia humana.
Sin embargo, observe también esta verdad fundamental revelada en las Escrituras: que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”; Él no quiere “que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9). Dios quiere salvar a toda la humanidad; ¡sin embargo, apartó a todos los hombres de Sí Mismo! Esta es una aparente paradoja. Resolverla es fundamental para comprender la historia humana.
Como la historia de la humanidad ha demostrado y está demostrando, los seres humanos estamos definitivamente cortados de Dios y estamos recogiendo los horribles frutos de lo que hemos sembrado. Estamos siguiendo a un dios totalmente diferente y amontonando montañas de sufrimiento para nosotros y para nuestros hijos.
Pero Dios no se ha rendido y abandonado a la humanidad. Él sigue desarrollando Su plan para todos los seres humanos. Hay muchas pruebas fascinantes de que Él no está completamente “al margen” de los eventos de este mundo. De hecho, ¡Dios está profundamente involucrado en la historia! Ha estado y sigue dando forma a los acontecimientos para llevar a cabo Sus propósitos.
Ejemplos claros
La historia es la historia de individuos, y hay muchos ejemplos de la intervención de Dios en la vida de algunos individuos para alterar el curso de la historia.
Por poner un ejemplo, consideremos a George Washington. Por su papel como general en la Revolución Americana y como primer presidente de la nación, se le llama “el hombre indispensable” en la fundación de Estados Unidos. Sin embargo, varios peligros que amenazaron su vida estuvieron a punto de borrarlo de la historia antes de que pudiera ocupar su lugar en ella.
En una ocasión, Washington recorrió 800 kilómetros de bosque en poder de los indios para negociar con ellos. En un momento dado, un guía indio que iba al frente de su equipo se adelantó unos 15 pasos, se volvió y le apuntó con un arma. El arma se disparó, pero incluso a tan corta distancia, la bala falló.
Poco después, Washington servía como oficial del ejército británico cuando su unidad sufrió una emboscada por los indios. “Los oficiales sobre sus caballos eran blancos perfectos. Fueron cayendo uno tras otro”, escribió James Thomas Flexner en The Indispensable Man [El hombre indispensable]. “Le dispararon al caballo de Washington. Él saltó a otro. Las balas le desgarraron el abrigo. (…) El segundo caballo de Washington se desplomó; a él le volaron el sombrero de un disparo”.
¿Cuántas veces ha asegurado Dios un resultado en particular haciendo que un tirador falle su objetivo o que su arma falle? ¿Cuántas veces ha ordenado a Sus ángeles que intervengan de forma invisible?
Sobre el combate, Washington comentó una vez: “He oído silbar las balas, y créame, hay algo encantador en el sonido”. ¿Cuán diferente sería la historia de Estados Unidos si cualquiera de esas balas hubiera estado unos centímetros más cerca?
Washington cambió el curso de América, lo que cambió el curso del mundo. Y deberíamos creerle de verdad cuando dijo: “He quedado en la tierra de los vivos gracias a… los cuidados milagrosos de la Providencia, que me protegió más allá de toda expectativa humana”.
Estudie la historia y verá “los cuidados milagrosos de la Providencia” literalmente en todas partes.
El redactor jefe de la Trompeta, Gerald Flurry, ha dicho que Winston Churchill, incluso de niño, fue objeto de la intervención de Dios. Sus pruebas de niño y de joven fueron necesarias para prepararle para la hora más difícil de Gran Bretaña, al igual que haber sido protegido de ahogarse, de una larga caída, de neumonía, de tres accidentes de automóvil, dos accidentes de avión, un incendio doméstico, una fuga de prisión, docenas de situaciones de combate a lo largo de cinco guerras, por no mencionar la irrelevancia política y el “perro negro” de la depresión.
El biógrafo William Manchester escribió en The Last Lion [El último león] que Churchill “se sentía protegido por una intervención misteriosa, y le parecía que ‘el Azar, la Fortuna, la Suerte, el Destino, la Providencia’ eran ‘sólo formas diferentes de expresar lo mismo, a saber, que la propia contribución de un hombre a la historia de su vida está continuamente dominada por un poder superior externo”.
Churchill, como miles de millones de personas, no conocía al Dios verdadero, pero el Dios verdadero lo conocía a él. Y la hazaña de Churchill de salvar a la civilización occidental fue un claro ejemplo de la intervención de Dios en la historia. (Ezequiel 33 profetizó el papel que Churchill desempeñó en la Segunda Guerra Mundial. Solicite su ejemplar gratuito de Winston S. Churchill: The Watchman [El vigilante]; disponible en inglés). Si ese poder superior externo estuvo dominando la vida de este hombre desde que era un muchacho en la década de 1880, ¿en cuántas vidas humanas está involucrado el Creador de la vida humana? ¿Estuvo considerando también a otros muchachos para ese papel? Es imposible conocer la miríada de formas en que Dios actuó sólo en esa vida, por no hablar de todas las demás vidas humanas.
Este mismo hombre se dirigiría más tarde al Congreso de Estados Unidos el 26 de diciembre de 1941 con estas palabras: “Diré que en verdad debe tener un alma ciega quien no puede ver que algún gran propósito y designio se está llevando a cabo aquí abajo del cual tenemos el honor de ser los fieles servidores”.
Dios tiene el poder de herir y de curar, de la vida y la muerte (Deuteronomio 32:39). Si Él quiere que alguien viva, prospere, gobierne —o caiga, sea apartado de la historia, muera y sea olvidado— puede hacerlo. Dios claramente utiliza este poder para moldear la historia como Él quiere, por Sus razones.
Cuando usted comprende lo que está viendo, la historia humana se convierte en un maravilloso estudio de lo que Dios está logrando.
¿Tiene Dios un favorito?
El registro del Génesis recorre unos 2.000 años de la historia humana temprana en unos pocos capítulos. En el capítulo 12, se detiene abruptamente y se extiende, en detalle, en la vida de un hombre, Abraham. Después, todo el resto de la Biblia es principalmente la historia de los descendientes de este hombre y de la nación que surgió de él, Israel.
Israel está en el corazón de la Biblia. ¿Se da cuenta de que la Biblia es esencialmente la historia de este único pueblo? Aunque Dios cortó a la humanidad de Sí, hizo una excepción especial con una nación, una nación que descendía de Abraham, Isaac y Jacob. A esa nación, Él se reveló y le dio Su ley. ¿Por qué? ¿Por qué Dios trataría a Israel de forma diferente?
Comprender lo que Dios hizo con Israel desbloquea el conocimiento de todo lo que Dios está haciendo con el resto de la humanidad a lo largo de la historia (por ejemplo, Romanos 9:3-5).
Dios eligió a esa nación con un propósito: para el beneficio de otras naciones. Israel no era en absoluto el “favorito” de Dios (Deuteronomio 7:6-10); de hecho, Dios señala repetidamente los numerosos defectos y pecados de Israel. Fue llamada para ser una nación ejemplo para otras naciones, con mayores oportunidades y, por lo tanto, con mayor responsabilidad (Deuteronomio 4:5-9). Lamentablemente, las naciones israelitas han fracasado profundamente, al igual que Adán y Eva. Sin embargo, Dios sigue ejecutando planes para alcanzar a otras naciones, y también al rebelde Israel físico. Dios es amor, ¡y realmente ama a toda la humanidad! Él expresa ese amor de muchas maneras, y cuando uno sabe qué buscar en la historia, puede reconocerlo.
La historia bíblica y la secular muestran que Dios ha moldeado claramente los eventos históricos para los descendientes de los israelitas. ¿Pero qué ocurre con el resto de las naciones, las que nunca han tenido una historia con Dios? ¿Interviene Él en su historia? La respuesta es un rotundo sí.
Por un lado, los israelitas han interactuado con otras naciones. Dios ha dado forma a los eventos dentro de estas naciones, obstaculizándolas o dándoles poder con el propósito de exaltar o castigar a los israelitas. Por ejemplo, Él levantó al Imperio Asirio para llevar cautivo al rebelde Israel (p. ej., Isaías 10:5-6).
También hay muchas ocasiones en las que Dios ha trabajado en otras naciones de forma más directa, aparte de Israel. Por ejemplo, ha enviado mensajeros para darles entendimiento clave, si lo aceptan. Considere la historia de Dios advirtiendo a los ninivitas a través del profeta Jonás y, ante su arrepentimiento, reteniendo el castigo contra ellos.
Dios realmente quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Todo lo que Él ha hecho y sigue haciendo en los asuntos de la historia humana es totalmente coherente con este objetivo. La historia de la humanidad es la historia de Dios preparándose para resolver el trágico error que los seres humanos han estado cometiendo desde el Huerto de Edén; se está preparando para restaurar Su gobierno en la Tierra y ayudar a todos los hombres a salvarse.
El regalo de Dios a todas las naciones
Al final de su vida, Moisés pronunció un cántico de despedida que muestra la profunda implicación de Dios con la nación de Israel, y algo más. Registrada en Deuteronomio 32, esta canción enfatiza en conocer la historia, porque conocerla de verdad significa conocer a Dios.
Este capítulo revela que Dios no sólo dio a los israelitas su Tierra Prometida, sino que también “hizo heredar a las naciones” (versículo 8). Heredar es la palabra que Dios utilizó con respecto a la Tierra Prometida de Israel, pero aquí dice que Dios dio tierra como herencia a todas las naciones. Él tiene un plan para todos los pueblos; no sólo para Israel. Los versículos 20-21 se refieren a que Israel fracasó en su responsabilidad y Dios ofreció la salvación a los gentiles. (La palabra gentiles significa simplemente “las naciones”).
Mucho más tarde, el apóstol Pablo hizo referencia a estas palabras de Moisés en Romanos 10. Él escribió poco después de que Jesucristo estableciera la Iglesia, a la cual Dios ha llamado a personas de muchas naciones. Pablo viajó por toda Grecia: Berea, Macedonia, Tesalónica. De hecho, él y otros estaban escribiendo el Nuevo Testamento en griego. Dios también envió a Pablo a Atenas —la capital de la filosofía, repleta de hombres sofisticados que creían en muchos dioses diferentes— y Pablo les habló del Dios verdadero (Hechos 17). Razonó con estos paganos de una forma que pudieran entender para llegar a ellos con la verdad.
Pablo explicó cómo el Dios de la Biblia hebrea “hizo el mundo y todas las cosas que en él hay” (versículo 24), fue testigo de toda la historia humana, y “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación” (versículo 26). Aunque Dios trabajó con Israel de manera especial, no dejó al resto del mundo solo. El versículo 27 dice: “Dios tenía la intención de que Lo buscaran y tal vez [o con la esperanza de que] Lo alcanzaran y Lo encontraran…” (traducción nuestra de la Berean Standard Bible). Sí, Dios cortó al hombre del Huerto de Edén, ¡pero también tiene planes para cuando la gente Lo busque! Él realmente espera que Lo encuentren.
Pablo informó valientemente a esta gente que Dios “no está lejos de cada uno de nosotros”. La presencia de Dios está por toda la Tierra (2 Crónicas 16:9; Proverbios 15:3; Jeremías 23:23-24). Pablo conocía a los poetas griegos e incluso los citó (Epiménides y Arato), diciendo que “linaje suyo [de Dios] somos” (Hechos 17:28). Dijo que sus ídolos eran falsos y que era hora de que se arrepintieran (versículos 29-31). ¡Qué mensaje para estos paganos! Y algunos de estos griegos creyeron (versículo 34).
¿Qué le dice a usted que Dios enviara a Pablo a Atenas, de entre todos los lugares, con este mensaje?
La humanidad ha rechazado a Dios desde el principio. Dios sí separó a la humanidad de Sí Mismo en el Huerto de Edén, incluyendo a todas las generaciones y naciones desde entonces. Pero la separó con un propósito. Quiere que aprenda y llegue a conocerlo, ya sea en esta vida o en la resurrección, y Él sabe cuándo la gente Le busca y cuándo es el mejor momento para abrirles esa relación.
¿Cuántas semillas ha estado plantando Dios a lo largo de 6.000 años de historia humana, a través de las eras, a través de los continentes, a través de las razas, anticipando el día en que resucitará a estos individuos? (Ezequiel 37; Apocalipsis 20). Dios no está lejos de nadie en este mundo, si tan sólo abrieran los ojos.
Nabucodonosor prueba el amor de Dios
Nabucodonosor ii (o Nabucodonosor) fue el rey más prestigioso del Imperio neobabilónico. “Se convirtió en el gobernante más poderoso de su época en Oriente Medio, y en el mayor guerrero, estadista y constructor de toda la sucesión de reyes babilonios”, escribió el historiador Will Durant. “Palestina y Siria cayeron entonces fácilmente bajo su dominio…” (La historia de la civilización).
Esa sola oración, “Palestina (…) cayó fácilmente bajo su dominio”, incluye la conquista del reino de Judá y la destrucción de Jerusalén. Dios exaltó al Imperio babilónico bajo Nabucodonosor y lo utilizó para corregir a Su rebelde pueblo Judá. Dios estuvo profundamente involucrado en el auge de Babilonia y en el reinado de Nabucodonosor específicamente. Guio a este rey para que tomara el control de una parte del pueblo judío que había conquistado y los utilizara como sus sirvientes.
Nabucodonosor adoraba a Marduk, el principal dios de Babilonia. Sin embargo, Dios hizo algo extraordinario con este orgulloso, pomposo y pagano rey. Le dio un sueño inquietante y misterioso. Entonces, a uno de aquellos judíos cautivos, Daniel, Dios le reveló el significado de este sueño. Puede leer esta historia en Daniel 2.
Al hacerlo, Daniel le dijo al rey, y nos lo dice a nosotros, que no Marduk sino el Dios verdadero es el que destituye y establece a los reyes, y no sólo a los reyes de Israel. Esta es una forma específica en la que Dios ha guiado la historia de la humanidad.
Daniel habló entonces lo que Dios le había revelado: el rey había visto una gran figura metálica, y esa figura representaba cuatro imperios gentiles mundiales que gobernarían y dominarían la Tierra, desde el gobierno de Nabucodonosor hasta justo antes del gobierno de Jesucristo.
Imagine el efecto de las palabras de Daniel sobre este poderoso gobernante. Todos sus consejeros, sacerdotes y magos no pudieron decirle nada sobre este inquietante sueño. Sin embargo, un muchacho esclavo judío le dijo exactamente lo que había soñado en su propia mente, ¡y precisamente lo que significaba! Nabucodonosor reconoció que su propia religión era falsa y que la de Daniel era verdadera. Nombró a Daniel y a sus amigos para los cargos gubernamentales más altos del Imperio babilónico.
Sin embargo, por muy impresionante que fuera eso, no es nada comparado con el hecho de que Dios luego diera vida a ese sueño.
Durante los 25 siglos siguientes, Dios moldeó los eventos mundiales, levantó reyes, destituyó reyes, influyó en las decisiones y acciones de innumerables hombres, dirigió el flujo de recursos y riquezas, determinó los resultados de batallas y guerras. En efecto, la “cabeza de oro” babilónico-caldea de la estatua fue vencida por el pecho y los brazos de plata persas, que fue conquistado por el vientre y los muslos de bronce greco-macedonios, que fue vencido por Roma, dividido en dos piernas de hierro que representan sus capitales en Roma y Constantinopla, y que termina con 10 dedos que representan a 10 reyes en la era moderna.
Este sueño representaba la mayor visión de la historia de la humanidad en toda la literatura.
Dios había querido que el reino de Israel, y luego el reino de Judá, se convirtieran en la potencia dominante del mundo. Pero el pueblo se rebeló, así que Dios levantó a Asiria para conquistar Israel, y luego a Babilonia para conquistar Judá: el primero de una serie de imperios gentiles que dominarían el mundo en lugar de Israel.
Dios tiene un gran poder para predecir enormes acontecimientos con todo lujo de detalles, para implicarse profundamente en la historia humana y para llevar a cabo Sus profecías.
La mayor lección que podemos aprender
“Esa imagen enseña la mayor lección que la humanidad podría aprender”, escribe el Sr. Flurry en su folleto Daniel Unlocks Revelation [Daniel revela el Apocalipsis]. ¿Cuál es esa lección? Está encapsulada en Daniel 4:17: “La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres”. El Sr. Flurry explica: “Dios ha dado al hombre 6.000 años para gobernar a su manera, pero aun así se asegura de que todos los eventos estén moldeados por Su plan maestro. Él fuerza los eventos para dar forma a la imagen de Daniel 2 y llevar a cabo Su plan: Él gobierna en el reino de los hombres hoy” (ibíd.; énfasis añadido en todo el texto).
El Sr. Flurry continúa: “No debemos dejarnos impresionar mucho por los líderes de este mundo. Dios los gobierna y pone a quien quiere para cumplir Su plan maestro. A veces, incluso los hombres más bajos gobiernan, porque Dios los puso allí o permitió que estuvieran allí para cumplir Su propósito. Él permite que sucedan todo tipo de cosas, pero todo ocurre en el contexto de Su plan maestro. ¡La imagen de Daniel 2 no evolucionó así como así! ¿Cómo tomaron forma estos grandes reinos gobernantes del mundo como esa imagen desde el tiempo de Nabucodonosor hasta el tiempo en el que vivimos ahora? La única manera de que eso sea posible es que Dios le diera forma y lo moldeara, ¡para demostrar que Él gobierna en el reino de los hombres! (…) Dios está enseñando a los hombres incluso mientras se rebelan”.
Se trata de un extraordinario paquete de lecciones enseñadas por la historia. En un mundo apartado de Dios y rebelde contra Él, Dios sigue involucrado y está enseñando a la humanidad, aunque ésta hoy no entienda la lección. ¡Pero algún día lo hará! “Están aprendiendo que el hombre no puede gobernarse a sí mismo: sólo Dios puede traer a los hombres paz, prosperidad, felicidad y alegría”, continúa el Sr. Flurry.
A continuación, fíjese en esta afirmación: “Dios nos dio esa imagen de Daniel 2 para humillar a la gente y ayudarles a desarrollar su potencial”. ¡Qué propósito tan asombroso! Esta verdad debería humillarnos. Nabucodonosor se olvidó de este gran Dios y más tarde se glorificó a sí mismo. Dios respondió haciendo que su mente fuera como la de una bestia por un tiempo (Daniel 4). De nuevo le estaba enseñando a ser humilde y a saber quién guía realmente los acontecimientos del mundo.
“Dios el Padre quiere una familia. Ama profundamente a la gente de este mundo. Quiere darles vida, ¡pero no la aceptarán! Dios sabe que, para la mayoría se necesitará mucha corrección antes de que reconozcan Su plan para ellos y acepten una invitación a Su Familia”. Esa corrección llegará en la Gran Tribulación, un tiempo de sufrimiento sin paralelo que está a punto de tragarse a las naciones. La mayoría de la gente no aceptará el gobierno de Dios antes de experimentar ese sufrimiento.
Estudie la visión general de la historia que ofrece la Biblia y verá el flujo de eventos y el propósito que hay detrás de ellos. Verá la mano de Dios en los movimientos épicos de la historia e incluso en los detalles más silenciosos. Se sentirá inspirado para reconocer cómo todos estos eventos conducen al gran cumplimiento del plan maestro de Dios. Pronto la humanidad dejará de estar cortada de Él. Con las dolorosas lecciones aprendidas de una historia apartada de Dios, por primera vez desde el Huerto de Edén Dios traerá a todos los hombres al conocimiento de la verdad y los guiará al arrepentimiento. El momento culminante de la historia humana está a punto de producirse: ¡cuando Dios abra la salvación a todas las naciones!