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¿Cuál es el propósito de la humanidad?

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¿Cuál es el propósito de la humanidad?

Para la mayoría de la gente, esto es un misterio. ¡Pero la inspiradora respuesta es clara!

¿Se ha preguntado alguna vez por qué está en la Tierra? ¿Cómo surgió la humanidad y por qué? Esto es realmente un misterio para este mundo, incluso para los líderes, filósofos, intelectuales y muchas personas religiosas.

La ciencia ha profundizado en la fisiología, la psicología, la anatomía y la antropología humanas. La enseñanza superior estudia cada partícula y átomo del hombre. Pero no pueden explicar qué es la mente humana. Es un misterio para ellos.

Los seres humanos pueden razonar y reflexionar, disfrutar de la cultura y el arte. Sin embargo, los animales, cuyos cerebros son físicamente similares a los humanos, no pueden. ¿A qué se debe esta colosal diferencia? La respuesta es clave para entender por qué estamos aquí, quiénes y qué somos.




En el mundo actual, prácticamente toda la educación presupone que la evolución es cierta. Esta teoría dice que nosotros y todo lo que vemos surgimos por procesos materiales ciegos y arbitrarios. Esto despoja a la vida de todo significado posible. No puede explicar los asombrosos logros del hombre a lo largo de la historia. Tampoco puede enseñar cómo resolver los problemas del hombre.

El gran abismo que separa a los animales de los humanos es materialmente inexplicable. Su causa es, de hecho, espiritual. Esta causa se revela claramente en una fuente que la ciencia y la educación superior rechazan despectivamente: la Biblia. Incluso si no se tiene en cuenta la Biblia, es innegable que la inmensa capacidad intelectual, cultural y moral de los seres humanos en comparación con los animales es una de las mayores pruebas de que la teoría de la evolución no puede ser cierta. Es sencillamente imposible que la evolución explique la facultad de la mente humana. Ésta es una verdad crucial.

Además de ser falsa y, por lo tanto, incapaz de explicar verdaderamente nuestro mundo, ¡la evolución no ofrece ninguna esperanza! Quien crea en esta teoría nunca comprenderá el misterio del hombre.

Humildad

¿Se da cuenta de que su propia vanidad puede impedirle comprender la verdad?

Piense seriamente en estas palabras de Jesucristo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mateo 11:25). No todas las verdades son evidentes. Algunas verdades deben ser reveladas por Dios. ¡Y Dios oculta ciertas verdades a los intelectuales engreídos! Las revela a los humildes y a los que tienen espíritu de niño.

De todas las verdades que Dios puede revelar, ¡nada es más importante que el hombre comprenda el propósito de Dios al crearlo! Pero no encontrará esta verdad en la enseñanza superior. No tienen las respuestas porque carecen de actitudes humildes y enseñables. Han cerrado sus mentes, han rechazado la enseñanza de Dios y han borrado a Dios del panorama. Dios no puede enseñarles.

Nuestro mundo actual ofrece abundantes pruebas de los efectos catastróficos del enfoque del hombre. Está gobernada por líderes graduados en educación superior que hacen todo lo posible por llevar a cabo sus mejores ideas. Sin embargo, las naciones que dirigen están plagadas de agitación política e inestabilidad económica. Graves amenazas están provocando que la población se inquiete y abrace el extremismo. Las relaciones entre las naciones se están erosionando. Tras un largo periodo de un mundo liderado por Gran Bretaña y Estados Unidos, ha surgido un mundo mucho menos estable y predecible.

Mientras tanto, las armas nucleares son cada vez más sofisticadas y se extienden a naciones inestables. ¡Cualquiera de estas armas podría vaporizar a miles de personas en un solo instante cegador! Una de las profecías más escalofriantes de la Biblia dice que si Cristo no regresara y lo impidiera, ¡nadie quedaría con vida! (Mateo 24:21-22). ¡Estamos a punto de que esta pesadilla se cumpla! Hace sólo tres generaciones, la humanidad carecía de la capacidad de destruir la vida humana. Hoy, ¡el problema más apremiante al que se enfrenta la humanidad es la supervivencia humana!

Esta es una realidad ineludible que el hombre es incapaz de resolver. No sabemos qué hacer. Desde luego, la teoría evolutiva no ofrece ninguna orientación. La solución es un misterio para la humanidad. Y si no la resolvemos pronto, ¡no quedará nadie!

Si alguna vez ha habido un momento en el que debamos mirar a Dios y prestar atención a lo que profetiza, ¡es ahora! Si pensáramos correctamente, ¡nuestros desastrosos fracasos estarían haciendo que fuéramos humildes y tuviéramos la actitud de un niño! Deberíamos reconocer nuestra insuficiencia e impotencia y nuestra urgente necesidad de la intervención de Dios.

¡Esto es lo que nuestras instituciones educativas deberían enseñarnos! Lamentablemente, sólo están abrazando aún más el materialismo ateo y el razonamiento humano defectuoso.

Sin embargo, Jesucristo tiene un plan. Él promete intervenir y evitar nuestra autoaniquilación (versículo 22). ¿Por qué? Por la razón más inspiradora que pueda imaginar: una razón que indica el propósito trascendente de la humanidad y revela el misterio del hombre.

¿A quién enseñará?

El profeta Isaías escribió extensamente sobre los problemas a los que se enfrenta la humanidad hoy en día. En una profecía, preguntó: “¿A quién enseñará él [Dios] ciencia, o a quién hará él entender doctrina?…” (Isaías 28:9 [traducción nuestra de la versión King James]). Esta es la pregunta más importante en la educación: ¿A quién enseñará Dios? El versículo continúa: “a los destetados y a los arrancados de los pechos”. Estos son los que escucharán a Dios. No siguen a seres humanos que pueden llevarles por mal camino. No son como los niños de pecho que aceptan sin cuestionar todo los que les enseñan, ¡ya sea en el ámbito académico, la ciencia, la religión o cualquier otro lugar!

Pero prestarán atención a la Biblia. Tienen un espíritu infantil que escucha a Dios, y están dispuestos a saber “mandamiento tras mandamiento (…) línea sobre línea (…) un poquito allí, otro poquito allá” (versículo 10).

¿Y si carece de esta actitud? Entonces Dios le hablará “en lengua de tartamudos, y en extraña lengua” ¡para que no entienda! (versículo 11). Este es un mensaje codificado dentro de un libro codificado, la Biblia. Los intelectuales de este mundo han cerrado su mente a ella (Mateo 13:15). No quieren la Biblia en sus universidades. Desprecian ese libro. E imponen sus puntos de vista a los estudiantes y a la sociedad, ¡exigiendo conformidad y silenciando la disidencia!

¿Dejará que Dios le enseñe? La mayoría de la gente no lo hará. Pero para aquellos que son enseñables, la verdad de la Biblia está siendo descifrada en este tiempo final. Dios está en las etapas finales de preparación para la Segunda Venida de Jesucristo, y está trabajando a través de un pequeño grupo de personas enseñables para hacerlo. El mejor libro que descifra la Biblia es uno que usted puede tener gratis: El misterio de los siglos de Herbert W. Armstrong. Este libro arma la Biblia como un rompecabezas. Es un libro único para nuestra época única. No hay nada parecido en la Tierra.

Si usted es como un niño, escuchando a Dios y permitiéndole que le enseñe, ¡entonces se asombrará de la revelación que Él le dará! Con la actitud correcta, ¡podrá comprender y cumplir el propósito de Dios para usted!

El espíritu en el hombre

Examinemos lo que revela la Biblia sobre la diferencia entre la mente humana y el cerebro animal. Como ya he dicho, ésta es una de las mayores pruebas contra la evolución.

“El cerebro físico de los vertebrados superiores en el reino animal es esencialmente igual en su forma, diseño y constitución al cerebro humano”, escribió el Sr. Armstrong en El misterio de los siglos. “Los cerebros de la ballena, el elefante y el delfín son más grandes, y el del chimpancé es casi del mismo tamaño. Pero lo producido por el cerebro humano es indescriptiblemente superior. ¡Muy pocos saben por qué!”. Algo da al hombre el poder del intelecto —la capacidad de razonar, hacer juicios y tomar decisiones— que no tienen los animales. ¿Qué es?

He aquí la respuesta: “Varios pasajes de las Sagradas Escrituras muestran que hay un espíritu en el hombre”, continuó el Sr. Armstrong (énfasis mío).

“La ciencia y la educación superior dan por sentado casi universalmente que no hay nada distinto de la materia. Niegan la existencia del espíritu, lo que equivale a negar, ya sea que se admita o no, la existencia de Dios” (ibíd.). Los principales intelectuales enseñan que el hombre es completamente físico. La evolución le haría creer que no existe nada más allá de lo físico. Pero ¡eso es erróneo! La Biblia deja claro que, en realidad, el hombre tiene un espíritu humano, un componente espiritual que los animales no tienen.

Romanos 8:16 lo deja claro: “El Espíritu mismo [el Espíritu de Dios] da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. El apóstol Pablo menciona dos espíritus diferentes en este versículo: el Espíritu de Dios, con mayúscula, y “nuestro espíritu”, refiriéndose al espíritu en el hombre.

Así que este espíritu no es el Espíritu Santo de Dios. Es un espíritu humano, que imparte el poder del intelecto al cerebro. “Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda” (Job 32:8). “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?…” (1 Corintios 2:11). Entendemos tantas cosas porque el espíritu humano da al cerebro este entendimiento.

¡Este espíritu imparte la capacidad de razonamiento conforme a Dios! De hecho, la mente humana es un tipo de la propia mente de Dios.

Dios nos dio este espíritu por una serie de razones que ayudan a cumplir Su propósito mismo para el hombre. Es por medio de este espíritu que Dios puede trabajar con nosotros y construir Su carácter en nosotros. Este espíritu se combina e interactúa con el Espíritu Santo para facilitar una relación familiar con Dios, que ningún animal puede tener. El espíritu humano hace posible el increíble potencial humano, un potencial que Dios planeó y quiere ayudar a cada uno de nosotros a realizar, ¡un potencial que debería ser inspirador y asombroso para la humanidad!

Si quiere comprender la mente humana y por qué es tan superior al cerebro animal, lea nuestro folleto What Science Can’t Discover About the Human Mind [Lo que la ciencia no puede descubrir sobre la mente humana; disponible en inglés], de Herbert W. Armstrong. Le enviaremos un ejemplar gratuito.

Pero, por necesario que sea, ¡ese espíritu por sí solo no basta! Hasta que no recibamos el Espíritu Santo de Dios, como don divino, estaremos espiritualmente incompletos. Sólo por Su Espíritu podemos comprender la plenitud de la verdad espiritual. “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (versículos 9-10). Es por ese Espíritu que Dios nos revela Su verdad.

Este mundo carece de ese Espíritu. La mayoría de la gente, entonces, no sólo carece de comprensión espiritual, sino que tiene una hostilidad natural hacia la verdad de Dios. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (versículo 14). Aun con el espíritu humano, el hombre no percibe ni puede percibir las cosas del Espíritu de Dios.

La humanidad rechaza el conocimiento de Dios y trata de enderezar sus problemas sin Dios. ¡Es una tarea inútil! ¡Nunca encontrará soluciones en la teoría evolutiva ni en ninguna otra teoría fuera de la verdad de Dios!

El propósito para el hombre

La comprensión del espíritu en el hombre nos da una pista clara sobre el propósito de Dios para la humanidad. Pero para comprender verdaderamente ese propósito, hay que estudiar una parte importante de la historia registrada en la Biblia.

Las Escrituras muestran que la primera creación de Dios fue el reino angélico. Después creó el universo material y la Tierra (Génesis 1:1; Job 38:4-7). Los ángeles recibieron la comisión de establecer el gobierno de Dios y embellecer la Tierra. Este fue el medio que Dios utilizó para desarrollar su carácter a través de la actividad productiva.

Lamentablemente, el gran arcángel Lucero —el logro más impresionante de los poderes creativos de Dios— se rebeló y persuadió a un tercio de los ángeles para que le siguieran. ¡Se sublevaron e intentaron echar a Dios de Su trono! (Isaías 14:12-14). En esta rebelión, destrozaron la Tierra que gobernaban (como se describe en Génesis 1:2, después de un gran lapso de tiempo desde el versículo 1) y dañaron el universo en el proceso. (Para más explicaciones y pruebas bíblicas, lea mi artículo del número de octubre de 2024 “El misterio del reino espiritual” en laTrompeta.es/1/gr5o7).

El Sr. Armstrong escribió en El misterio de los siglos: “Entonces, de todos los seres vivientes en el universo, Dios es el único que con toda seguridad jamás se desviaría del camino de Su ley. No era posible crear un ser superior ni más perfecto que el querubín Lucero, quien se había rebelado”. Los ángeles habían demostrado no ser dignos de confianza. Dios sabía que para lograr sus grandes ambiciones necesitaba más seres Dios. Necesitaba reproducirse. E ideó una forma espectacular de hacerlo en un plan aún mayor que el de los ángeles.

“El carácter no se puede crear automáticamente por decreto.”, continuó el Sr. Armstrong. “El carácter espiritual divino es la acción y conducta habitual de la persona o ente creado que llega al conocimiento de los verdaderos caminos de Dios y ejerce la voluntad de seguir esos caminos aun contra toda oposición, tentación o apetito contrario. El carácter es algo que necesita desarrollarse con el consentimiento, la voluntad y la acción del ser creado. Es impartido por Dios y aquel ser tiene que recibirlo voluntariamente. Dios, pues, decidió, o había decidido de antemano, realizar la proeza creativa suprema: ¡reproducirse a Sí mismo! ¡Y esto lo haría por medio del hombre!”.

Con el universo en un estado de decadencia y ruina, Dios tuvo que empezar por renovar la faz de la Tierra (Salmo 104:30). Génesis 1, a partir del versículo 2, describe esta re-creación; no la creación original, como muchos creen.

Lo primero que hizo Dios en la re-creación fue convertir las tinieblas en luz (versículo 3). Lucero era un portador de luz; eso es lo que significaba su nombre y ese era su propósito. Pero con su rebelión, trajo las tinieblas. Dios volvió a convertir las tinieblas en la luz que había hecho originalmente.

Lo que Dios hizo en el sexto día de la re-creación comienza a revelar por qué hizo a la humanidad: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree… sobre toda la tierra...” (versículo 26). ¡Hay mucho revelado en este versículo!

Dios creó al hombre a Su semejanza. Los seres humanos se parecen a Dios. (Los ángeles no). Esto por sí solo apunta al plan de Dios de re-crearse a Sí mismo en el hombre. Nos parecemos a Dios ¡porque tenemos el potencial de convertirnos en Dios!

El hombre debía mejorar esta Tierra física, embelleciéndola con todos los toques finales necesarios. El planeta era como un mueble sin terminar, o un pastel sin glaseado: había que vestirlo y embellecerlo. Todavía hay que terminarlo. Y para esa tarea sólo se puede confiar en individuos que se convierten en miembros de la Familia de Dios, como seres divinos.

¡Esa es la razón de ser del hombre! Se trata de terminar la creación de Dios. Pero esa creación no es puramente física; se trata también de construir el carácter de Dios. Nos parecemos a Dios en nuestros rasgos, pero también fuimos creados a la “imagen” de Dios: ¡el carácter y la mente misma de Dios! Podemos formar parte de la mismísima Familia de Dios si construimos Su carácter. Por eso estamos aquí. Dios quiere que tengamos una relación familiar especial con Él para siempre. Ese es Su propósito para nosotros.

Esta es la verdad sobre nuestro propósito que la educación de este mundo nunca puede enseñar, y que usted no puede entender sin la revelación de Dios. ¡Qué propósito tan asombroso e increíble para el que Dios hizo al hombre! ¡Qué potencial tiene la humanidad!

En última instancia, Dios nos utilizará para embellecer no sólo la Tierra, sino todo el universo que fue dañado por la rebelión de Satanás. En todo el cosmos se ven cicatrices y decadencia a causa de lo que hicieron Satanás y sus demonios. ¡Eso está a punto de cambiar! El universo está en duelo y espera la glorificación de los hijos de Dios (Romanos 8:22-23). El universo está clamando por ayuda, al igual que la humanidad hoy. Pero ya estamos en las fases avanzadas del plan eterno de Dios: ¡un plan para que la humanidad le ayude a reconstruir y poblar el universo!

EL MISTERIO DE LOS SIGLOS

Se ha preguntado usted alguna vez: "¿Quién soy yo? ¿Qué soy? ¿Por qué existo?" Usted es un misterio. El mundo que lo rodea es un misterio. ¡Ahora usted puede comprenderlo!