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Cómo una nación llegó a la ruina
Las piedras aún están allí. Usted mismo puede verlas y tocarlas si viaja al Alta Galilea en el norte de Israel. Allí pasará de un entorno árido a la reserva natural de Tel Dan, un popular parque de paisajes donde los senderos serpentean en medio de exuberantes robles, fresnos, eucaliptos, arraclanes, laureles y epilobios; y a través de numerosos puentes peatonales que pasan sobre docenas de arroyos que parecen fluir en todas las direcciones. Pero más allá de los helechos y las cañas de pantano, las salamandras y las nutrias, este lugar alberga algo mucho menos idílico: una advertencia de ruina.
Caminando por las pasarelas y a través de arroyos caudalosos, usted se encontrará cara a cara con algo diferente: con indicios de una habitación humana en ruinas. De acuerdo con algunos historiadores, ésta fue la ciudad del norte más importante en el antiguo reino de Israel. Las ruinas es todo lo que queda hoy de la ciudad de Dan.
La Biblia registra el nombre original de esta ciudad, Lais, que fue cambiado cuando la tribu israelita de Dan, conocida por nombrar los lugares como su padre, capturó la ciudad durante el periodo de los jueces. La ciudad de Dan es uno de los primeros ejemplos de los muchos lugares estampados con su identidad, nombrados por el pueblo de Dan; la tribu que Dios profetizó que dejaría detrás un “rastro de serpiente” (Génesis 49:17).
Un par de estructuras bien conservadas que datan desde los primeros días del reino de Israel, aún permanecen de pie en el sitio de la excavación, incluyendo una estructura de entrada a la ciudad y una sección larga del muro de la vieja ciudad. El ministro israelí de Asuntos Exteriores afirma que el bien conservado portal interno es típico de cómo se veían las entradas a las ciudades israelitas durante los tiempos bíblicos.
¿Pero qué les sucedió a estos israelitas? ¿Por qué ellos dejaron un “rastro de serpiente” hacia el occidente desde aquí? ¿Por qué no permanecieron en este hermoso lugar, su histórica tierra natal?
Tiene muy poco que ver con la economía, el clima o la política; pero tiene todo que ver con lo que sucedió justo aquí sobre las piedras de estas ruinas.
Después que Salomón muriera en el siglo 10 a.C., el reino de Israel se dividió en dos de la forma exactamente que los profetas bíblicos habían advertido. En respuesta a los pesados impuestos por el hijo de Salomón, las diez 10 tribus del norte (incluyendo a Dan) se desasociaron del reino y seleccionaron a un hombre llamado Jeroboam para ser su rey.
La contenciosa división casi causó una guerra civil a gran escala entre el norte y el sur. Luego que se asentó el polvo de la amarga separación, Jeroboam tenía un nuevo reino para sí mismo, y un problema. Él tenía el poder político, el respaldo militar y el apoyo económico; pero le faltaba el componente más importante: el apoyo religioso. El pueblo de Israel era profundamente religioso. El rey Jeroboam temía que, si él no alteraba la adoración religiosa de Israel fundamentalmente, las tribus del norte continuarían enfocados en la ciudad santa de Jerusalén. Y con el tiempo ese elemento de fe religiosa anularía todo lo demás, y los israelitas cambiarían su lealtad volviendo al hijo de Salomón, a la casa de David y al Dios de David.
Jeroboam tenía una opción. Mantener pura la religión de Israel, o mezclarla con sus ideas para su propia ventaja política.
“Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan” (1 Reyes 12:28-29).
Jeroboam usó su influencia para convencer a los israelitas de aceptar esta forma rebelde de adoración religiosa, diciéndoles que había un modo mucho más fácil de observar los mandamientos de Dios. Jeroboam era como muchos predicadores modernos que les hablan “cosas suaves” a sus seguidores.
Él hizo una “casa de lugares altos”. Hasta hoy día usted puede ir a uno de esos lugares altos, el punto exacto donde un pueblo se alejó de Dios para seguir una religión que era más conveniente para ellos, y que era políticamente oportuna para su líder.
Jeroboam también disolvió el sacerdocio levítico y en cambio “hizo sacerdotes de entre el pueblo” (verso 31), cruzando otra línea roja al tomar el control de la religión y así, de las masas. “Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el a sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso” (versos 32-33). Note cuán similar es esto a la manera en que la naturaleza humana razona hoy. Jeroboam tomó un festival religioso y lo convirtió en algo que él pensó que funcionaría mejor. Quizás él se dijo: “Después de todo no importa cómo uno adore, con tal que adore”. Pero si esto no se lleva a cabo de la manera en que Dios ordena, no es un Festival de Dios, aunque tenga el mismo nombre e incluya todas las mismas formas de adoración exactamente; si éste no es observado en el tiempo designado por Dios, ¡la persona guardándolo no está adorando a Dios!
Ésta era la religión de Jeroboam en todo. Israel le siguió la corriente con esta forma pagana de adoración. ¡Esto ocurrió en menos de dos generaciones de que el rey David le hubiera mostrado a la nación cómo realmente adorar al verdadero Dios!
Dios envió profeta tras profeta para implorarle a Israel que retornara al verdadero Dios. Pero estos hombres temerosos de Dios fueron despreciados y rechazados.
Entonces Israel pecó. ¿Y qué tiene eso?
“Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra” (Jueces 18:30). En otras palabras, la tribu de Dan y las otras tribus del norte fueron atacadas, conquistadas y evacuadas de su tierra natal para convertirse en esclavos.
Sus ciudades, sus arroyos, su tierra natal y sus lugares altos paganos, fueron dejados atrás y finalmente se hicieron ruinas.
De acuerdo con la Arqueología de la tierra de la Biblia, Vol. 2, la ciudad de Dan floreció hasta finales de la Era del Hierro, cuando Galilea y otras regiones costeras del norte llegaron a ser las primerias áreas en ser conquistadas por los asirios. Los asirios, bajo Tiglath-Pileser iii, destruyeron Dan; una nueva ciudad fue posteriormente construida sobre ésta. También han sido descubiertos en Tel Dan vasijas y estatuas de cerámica asiria, además de capillas fenicias y asentamientos del periodo persa. Como era de esperarse, el nombre del dios pagano “Baal” aparece en algunos de los hallazgos en Dan.
Cuando vi las ruinas excavadas en el sitio de Tel Dan (el recinto del templo pagano, la gran entrada de piedra y las estructuras de una nueva ciudad que los asirios construyeron encima de una ciudad israelita destruida y desolada), no pude evitar pensar en cómo estas ruinas excavadas validan no sólo el relato de la Biblia, sino también específicamente las muchas serias advertencias entregadas por los profetas de la antigüedad, quienes constantemente advirtieron a Israel a regresar a los festivales y las leyes de Dios. No porque éstos fueran simples caprichos culturales o religiosos, sino porque son la neta diferencia entre la vida nacional, y la muerte nacional.
Un testigo en Tel Dan
El descubrimiento más famoso hecho en el sitio de Tel Dan es una tableta de piedra del siglo noveno a.C. portando una clara referencia a la “Casa de David” y “Rey de Israel”. El autor de la inscripción (un rey gentil), presume de haber derrotado tanto al rey de Israel como al rey de Judá; y que este último monarca era un descendiente de la “Casa de David”. Incluso los notables escépticos de la Biblia en Israel, Finkelstein y Neil Asher Silberman, no pudieron ignorar lo significante que es la tableta de Tel Dan. Ellos escribieron en 2001 que, “Así, la casa de David fue conocida en la región; esto claramente valida la descripción bíblica de una figura llamada David llegando a ser el fundador de una dinastía de reyes judaicos en Jerusalén”. Uno también podría decir que este fragmento da un indicio de lo que destruyó a aquellos reyes de Israel y de Judá, y de lo que finalmente desoló a esta ciudad de Dan. Ellos no sólo dejaron a la “Casa de David” sino también al Dios de David. ▪