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Cómo un ‘rey filósofo’ transformó El Salvador

EMMA MOORE/LA TROMPETA; TOMÁS SERLLIC VIA WIKIMEDIA COMMONS; FRANCISCO RAMOS/AFP, STHANLY ESTRADA/AFP, SPENCER PLATT, PRESIDENCY OF EL SALVADOR/HANDOUT/ANADOLU AGENCY VIA GETTY IMAGES

Cómo un ‘rey filósofo’ transformó El Salvador

Lo que se ha logrado bajo el liderazgo de Bukele puede ayudarnos a contemplar a otro Gobernante que traerá la paz, no sólo a una pequeña nación, sino a toda la Tierra.

“Es un milagro. Es un milagro”. Así describió el presidente salvadoreño Nayib Bukele la transformación radical que ha experimentado su nación en los últimos años.

“Éramos literalmente la capital mundial del asesinato”, dijo el dirigente de 43 años en una entrevista con Tucker Carlson el 5 de junio, “y lo hemos convertido en el país más seguro del hemisferio occidental”.

Estas afirmaciones pueden parecer exageraciones. Pero los hechos demuestran que son exactas. La pregunta principal no es si se ha producido esta transformación, sino cómo.

‘El verdadero gobierno eran las pandillas’

Durante gran parte de este siglo, El Salvador sufrió una doble crisis: la de los políticos corruptos y la de la violencia extrema de las pandillas.

Los funcionarios del gobierno no se enfrentaron a las brutales pandillas MS-13 y Barrio 18, e incluso establecieron negociaciones formales con sus líderes. Como resultado, las pandillas tomaron el control de facto de algunas zonas del país. Para muchos salvadoreños, no había más autoridad en su zona que los miembros de las pandillas, cuyo tráfico de drogas y violencia elevaron el número de asesinatos a un máximo de 6.640 al año, o 18 al día. Para una nación de sólo 6,2 millones de habitantes, se trata de una tasa desgarradora: alrededor de 105 asesinatos por cada 100.000 individuos.

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Esta cifra es superior a la tasa de homicidios intencionales de Haití, Suráfrica, Jamaica y cualquier otra nación del planeta.

La mayoría de los salvadoreños estaban horrorizados por el narcotráfico, la violencia y otras formas de anarquía, y deseaban desesperadamente un cambio. Miles de personas huían del país cada año, temiendo por sus vidas y por sus hijos, que corrían el riesgo de ser reclutados, asesinados o algo peor. Sara León estaba entre los que huyeron del país, junto con su hija de 6 años. “Si las pandillas veían a una niña guapa, la secuestraban, abusaban de ella y la mataban”, dijo a Time en febrero. “No quería que eso le ocurriera a mi hija”.

Según Bukele, “el verdadero gobierno eran las pandillas”, por lo que acabar con ese mal indescriptible parecía “una tarea imposible”.

Sin embargo, estaba decidido a intentarlo.

Tras un trienio razonablemente exitoso como alcalde de la pequeña localidad de Nuevo Cuscatlán, Bukele se presentó en 2015 a la alcaldía de San Salvador, la capital y la ciudad más grande. Aquí es donde se concentraba la mayor parte de la violencia del país, y él hizo campaña con la promesa de combatir la corrupción y la delincuencia de las pandillas. Y ganó.

Como alcalde, Bukele dirigió un programa para “tener una luz en cada esquina de San Salvador” e instaló miles de cámaras de vigilancia en las zonas con más delincuencia. También apuntó a las raíces del problema, creando una beca y un programa deportivo para dar a los jóvenes de San Salvador oportunidades que les alejaran de las pandillas. Cada año donaba todo su salario a la beca.

Las medidas dieron algunos resultados notables, incluyendo una reducción de la tasa general de asesinatos de El Salvador. Fue inspirador verlo.

Pero Bukele apenas estaba empezando.

En 2019, a los 37 años, se postuló a la presidencia. Hizo campaña con la promesa de intensificar y ampliar su lucha contra la delincuencia y de conseguir nada menos que acabar con la violencia de las pandillas en todo el país. Su trayectoria como alcalde y sus promesas de campaña cumplidas resonaron en una escasa mayoría de la población. Con el 53% de los votos, rompió el sistema bipartidista que había gobernado corruptamente el país durante 30 años, y se convirtió en el presidente más joven de la historia de El Salvador.

Cuando Bukele asumió el cargo, cerca de 70.000 miembros de pandillas estaban activos y controlaban gran parte de la nación. La corrupción, los asesinatos y todo tipo de delitos violentos proliferaban y la economía languidecía, en parte porque las pandillas obligaban a los propietarios de negocios a pagar la renta o sufrir la violencia.

El 19 de junio de 2019, pocos días después de su toma de posesión, Bukele anunció un plan en varias fases para erradicar las pandillas. Y comenzaría esa misma noche a medianoche.

El plan oficial y el plan real

Uno de los componentes del plan era trabajar con agencias de inteligencia internacionales y organizaciones internas para investigar a los políticos salvadoreños corruptos y a otros financiadores de las pandillas. “Mientras no persigamos a los de arriba que financian estos delitos, no podremos detenerlos”, dijo Bukele.

Se sentó con todos los funcionarios de su rama ejecutiva y les dijo que cada uno de ellos sería investigado: “Pueden ver que todos los que están aquí pertenecen a la rama ejecutiva (…) que yo superviso, excepto una persona: el fiscal general. Él no forma parte del poder ejecutivo, pero está aquí por una sencilla razón: quiero pedirle públicamente que investigue a todos los aquí sentados. Con carácter retroactivo y para el futuro”.

Y continuó: “Quiero que se me recuerde como el presidente que no robó y que tampoco dejó que nadie robara. Y el que metió en la cárcel a quien robaba”.

Otra parte importante del plan de Bukele consistía en reforzar las fuerzas policiales y militares, y reorientar el ejército hacia la lucha contra el crimen. Tanto a los policías como a los soldados se les armó hasta los dientes, se les equipó con material más avanzado y se les facultó legalmente para detener a sospechosos sin orden judicial, incluyendo tanto a miembros de pandillas como a sus colaboradores. Las fuerzas del orden estaban autorizadas a utilizar la fuerza que fuera necesaria para someterlos.

El plan incluía una fase denominada “extracción”, durante la cual las fuerzas de seguridad movilizarían a casi todos sus efectivos para rodear una determinada ciudad o zona. En palabras de Bukele, estas fuerzas “extraerían a los terroristas” que estuvieran “escondidos dentro de las comunidades, sin darles la más mínima posibilidad de escapar”.

El plan exigía una revisión a fondo de las prisiones de El Salvador, que a menudo habían funcionado como cuarteles generales de las pandillas. Los pandilleros encarcelados ya no podían comunicarse con los miembros del exterior. Se interrumpieron todos los flujos de dinero de las prisiones. Se obligó a los guardias de prisiones corruptos a ocupar su lugar entre los reclusos y se les sustituyó por hombres respetuosos con la ley.

Bukele dijo a los salvadoreños que debían elegir a más congresistas que le apoyaran para que el plan pudiera aplicarse con mayor fuerza. “Necesitábamos una gran mayoría en el Congreso”, dijo, “porque no sólo necesitamos aprobar leyes, necesitamos sacar a todos estos [políticos corruptos]. Y la única forma de sacarlos democráticamente, y respetando las reglas del sistema, es si conseguimos una inmensa mayoría en el Congreso”.

En las elecciones de 2021, el pueblo le dio no sólo una mayoría en el Congreso, sino una súper mayoría sin precedentes. La guerra avanzó a toda marcha.

En marzo de 2022, Bukele dijo que la lucha se intensificaría aún más bajo el reconocimiento legal de que El Salvador estaba en “estado de emergencia”. Se trataba de una medida utilizada normalmente sólo durante breves periodos tras catástrofes, como terremotos. Pero los legisladores se alinearon con Bukele para aprobar la medida, y este “estado de emergencia” se ha extendido cada mes desde entonces. En este marco de emergencia modificado, a los detenidos se les niega la defensa legal y los menores son juzgados como adultos, lo que cierra las lagunas legales que las pandillas y los políticos corruptos estaban explotando.

Al formular su plan, Bukele también tuvo presentes las raíces del problema. Creó y amplió programas para combatir la pobreza y el desempleo, y para dar a los jóvenes más oportunidades educativas y deportivas.

Todo esto es lo que él llama “el plan oficial”. Y desde que asumió el cargo, el presidente Bukele ha dirigido a su gabinete de seguridad, a las fuerzas policiales y al ejército para aplicarlo sin descanso. Pero dice que la razón por la que ha tenido éxito donde tantos de sus predecesores fracasaron no ha sido este plan oficial, sino lo que él llama “la fórmula real”.

“Era una tarea imposible” porque “estaban por todas partes y mataban al azar”, dijo. “Básicamente dije, bueno (…) estamos ante una misión imposible, imposible aquí, así que oramos (…) varias veces (…) por la sabiduría para ganar la guerra” (énfasis añadido).

“Hay una guerra espiritual y una guerra física”, dijo, y “si ganas la guerra espiritual, se reflejará en la guerra física. (…) Nuestra impresionante victoria se debió a que ganamos la guerra espiritual muy, muy rápido”.

Disponer de esta “fórmula real” que aparentemente potencia los esfuerzos humanos ha producido resultados notables. “Nuestra tasa de asesinatos es de 2”, dijo, lo que supone un impresionante descenso del 98% desde el punto máximo. “Somos más seguros que Canadá, más seguros que Chile, más seguros que Uruguay, más seguros que EE UU, más seguros que cualquier país del hemisferio occidental”.

Bukele también afirma que él y su gabinete de seguridad oraron específicamente para que hubiera el menor número posible de bajas entre las fuerzas del orden y los civiles. Tras encarcelar a unos 70.000 miembros de pandillas, el recuento de policías y soldados muertos es de ocho; de civiles muertos, cero.

“Es un milagro”, dijo. “Es un milagro”.

El Salvador hoy

El Salvador de hoy sigue sin ser Shangri-La. Una parte importante de la población sigue viviendo en la pobreza. El acceso a una educación de calidad y a un buen empleo sigue siendo limitado. Casi el 2% de la población adulta está entre rejas, la tasa de encarcelamiento más alta del planeta. Y preocupa la violación de las libertades civiles en la sociedad y los abusos de los derechos humanos en las prisiones. También se teme que, en el celo y la determinación de Bukele, más de un inocente haya sido detenido y condenado y esté actualmente encarcelado injustamente en circunstancias pésimas.

Se trata de preocupaciones y problemas graves. Pero para la inmensa mayoría de los ciudadanos salvadoreños respetuosos con la ley, no hay otra forma de describir las mejoras derivadas del liderazgo de Bukele que como un milagro. Y en febrero, un asombroso 84% de esas personas votaron a favor de darle cinco años más al timón de la nación para preservar y continuar la espectacular transformación.

Esta aplastante victoria convierte a Bukele posiblemente en el funcionario electo más popular de la Tierra. También demuestra que la aprobación de sus métodos por parte de su pueblo, a pesar de cualquier preocupación de extralimitación, apenas podría ser más entusiasta. “Es lo mejor que Dios podría haber enviado a este país”, declaró a Time la salvadoreña Gesenia García.

Muchos salvadoreños que habían huido anteriormente de la nación están regresando ahora, incluyendo a Sara León, que había huido con su hija. “Si es un dictador, que tengamos un dictador durante 100 años más”, dijo el día de las elecciones, embargada por la emoción. “Que se quede en el poder”.

Muchos otros líderes de Latinoamérica y de otros países también se fijan en Bukele con la esperanza de replicar su éxito en sus naciones. El politólogo Steven Levitsky resumió el sentimiento: “Todo el mundo quiere ser un Bukele”.

Bukele se describe en broma como un “rey filósofo” y el “dictador más genial del mundo”. Pero en serio, afirma que todos sus logros se han producido de acuerdo con la ley salvadoreña. “Nunca hemos dejado de respetar ni una sola norma”, afirma. “No es que todas estas reglas hayan sido, ya sabe, estas reglas no han sido dadas por Dios. Estas reglas fueron escritas por personas. Pero aun así, respetamos todas las reglas”.

Millones de personas en El Salvador y en todo el mundo se sienten inspiradas por el “milagro” que se ha logrado bajo el liderazgo de Bukele, y esperan con impaciencia sus logros futuros.

Existe una sencilla ley de causa y efecto. Hay leyes que pueden traer la paz, y si las seguimos traerán la paz, individual y nacionalmente. Los predecesores de Bukele no hicieron cumplir las leyes de la nación, y los efectos de su liderazgo fueron horrendos más allá de las palabras. Pero desde que Bukele hizo que se cumplieran rigurosamente, y desde que parece que solicitó la ayuda divina para hacerlo, el efecto fue una sociedad notablemente más legal, segura y pacífica.

Anticipo del futuro

Al mismo tiempo, sin embargo, sabemos que la transformación de Bukele y El Salvador no son más que un punto algo brillante, quizás incluso trágicamente temporal, en un mundo oscuro e inestable. Las injusticias del pasado no pueden deshacerse. Las injusticias del futuro son inevitables.

Sin embargo, esta dramática transformación, por imperfecta o temporal que sea, puede ayudarnos a contemplar a otro Gobernante que pronto utilizará toda la fuerza necesaria para erradicar perfectamente la rebelión y establecer una paz duradera. “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro…” (Apocalipsis 19:15).

Este futuro Gobernante no sólo pedirá ayuda y sabiduría a Dios, Él es Dios. Y Él hará cumplir una ley perfecta para traer no una mejora imperfecta sino una paz pura y universal; no sólo a una pequeña nación sino a toda la Tierra.

En su folleto The Wonderful World Tomorrow—What It Will Be Like [El maravilloso mundo de mañana: cómo será], el difunto Herbert W. Armstrong escribió sobre este radiante futuro: “Cristo, el Rey de reyes, es perfecto en carácter, con honestidad, integridad, fidelidad y lealtad absolutas. Está lleno de un amor desbordante por sus gobernados, de interés por su bienestar y su salvación; lleno de conocimiento, entendimiento y sabiduría. Con amor, misericordia, paciencia, bondad, compasión y perdón perfectos. Sin embargo, posee un poder absoluto, y nunca compromete ni una millonésima de centímetro con Su ley perfecta, que es el camino del amor. Impondrá la ley de Dios, el gobierno divino, en la Tierra. Obligará a la humanidad altiva, carnal y rebelde a someterse totalmente al gobierno de Dios”.

“Nadie será engañado, como lo está actualmente la gran mayoría de la humanidad. Todos conocerán la verdad. No habrá confusión religiosa. Los ojos serán abiertos a la verdad. Los hombres se dejarán educar y empezarán a vivir según el camino de Dios, el camino de un interés auténtico por los demás, el camino de los verdaderos valores, el camino de la paz, la felicidad, el bienestar y el gozo”.

Esta paz futura irá infinitamente más allá de lo que cualquier persona pueda lograr, y no dejará atrás a ningún hombre, mujer o niño. Es algo que inspira más allá de las palabras.

EL MISTERIO DE LOS SIGLOS

Se ha preguntado usted alguna vez: "¿Quién soy yo? ¿Qué soy? ¿Por qué existo?" Usted es un misterio. El mundo que lo rodea es un misterio. ¡Ahora usted puede comprenderlo!