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Cómo prevenir el pecado

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Cómo prevenir el pecado

Usted debe hacer algo más que mantenerse alejado de lo malo.

¿Se da cuenta usted de que si está mal hacer cierta cosa, está mal albergar pensamientos de esa cosa en su mente?

“Todos pecaron”, dice la Escritura.

En todo caso, ¿qué es el pecado?

Satanás debería saberlo, y él es la fuerza invisible que influye en el curso de este mundo.

Hollywood es considerado por muchos como la meca mundial del pecado. Los quioscos de Hollywood solían vender un folleto muy mundano, escrito en un tono muy ligero, despreocupado y satírico, titulado Cómo pecar en Hollywood. Allí se daba una definición de pecado. La definición es expresiva, y no muy alejada de la verdad. Aquí está: “El pecado es tener pensamientos que no debería estar teniendo sobre cosas que no debería estar haciendo mientras piensa en esa clase de pensamientos”.




La definición de Dios es: “El pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4), la ley del amor, tal como se define en los Diez Mandamientos.

Jesús dijo: “Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias [todas las violaciones de la ley, los Diez Mandamientos]” (Marcos 7:20-22).

“Todos pecaron”, dice la Escritura. ¿Y qué hombre, especialmente qué cristiano, hay que no haya experimentado una y otra vez la lucha contra el pecado descrita por el apóstol Pablo? “No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. (…) Porque el bien que quiero hacer, no lo hago; mas el mal que no quiero hacer, eso hago” (Romanos 7:15, 19). ¿Quién hay que no haya perdido esa lucha, tal vez muchas veces?

Por supuesto, ningún hombre, por sí mismo, puede vivir por encima del pecado. “Para los hombres es imposible”, dijo Jesús, “pero para Dios todo es posible”.

Y Pablo prosigue (Romanos 8:4, 14) para mostrar que la única liberación de este “cuerpo de muerte” es a través de Jesucristo y el poder del Espíritu Santo de Dios morando en nosotros: “Para que la justa exigencia de la ley se cumpla en nosotros que no andamos conforme a la carne sino conforme al Espíritu. (…) Estos son hijos de Dios” (versión New King James; traducción nuestra).

Sí, pero también tenemos nuestra parte. Y todo se centra en la mente.

El arrepentimiento del pecado significa, literalmente, cambiar de opinión con respecto al pecado. Si nos arrepentimos y somos bautizados, aceptando a Jesucristo como Salvador, la promesa es que recibiremos el don del Espíritu Santo y seremos renovados en el espíritu de nuestra mente (Efesios 4:23). La presencia del Espíritu Santo es la renovación de la mente.

¿Cómo sucede el pecado? “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia [deseo] es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia [el deseo en la mente], después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1: 14-15).

La tentación está en la mente. Cuando usted piensa en lo que lo tienta, y deja que este pensamiento permanezca en su mente (ya sea el deseo de ir a algún lugar, de hacer algo o de tener algo que sabe que está mal), el estar pensado en ello finalmente concibe, se convierte en acción, y produce el pecado.

Termina haciendo lo que no dejaba de pensar que quería hacer. Si sigue pensando en ello, al cabo de un tiempo será incapaz de resistirlo.

Por esa razón usted ha perdido tantas de estas luchas contra el pecado: siguió pensando en ello, deseándolo, queriéndolo.

La forma de evitar el pecado es dejar que el Espíritu de Dios llene la mente. “Pongan su mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3: 2; versión nkj, traducción nuestra).

La forma de sacar algo de la mente es poner en ella un pensamiento opuesto.

Muy a menudo he notado que los padres se esfuerzan mucho en “callar” a sus bebés cuando lloran. Hay algo que causa dolor, que debe eliminarse, o algo en la mente del bebé que está causando su llanto o inquietud. Sólo decir “¡shhh!” u ordenar al bebé que se aquiete no suele obtener muy buenos resultados.

Nosotros criamos a cuatro hijos, y hace mucho tiempo aprendí el truco de calmar al bebé haciéndolo pensar en otra cosa. En lugar de ordenarle que deje de llorar, atraiga su atención con algún objeto nuevo y haga que se interese en jugar con él (a menudo he usado mi estilógrafo con excelentes resultados), y antes de que usted se dé cuenta, el niño se olvidará por completo de su llanto.

Intente aplicar este mismo método con usted mismo. Pero en lugar de cosas materiales o mundanas, una persona madura debe usar autodisciplina y poner su mente en las cosas espirituales. Abra su Biblia. Ponga el estudio de algún tema espiritual en su mente.

La próxima vez que sea tentado, inténtelo. Ore al respecto. Pídale a Dios que le ayude. Vea lo rápido que comienza a ganar la victoria sobre la tentación y el pecado, y cuán maravilloso será su crecimiento espiritual y de carácter.

CÓMO SER UN VENCEDOR

Gane su guerra contra el pecado