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Caos en Francia, una oportunidad para Alemania

Emma Moore/GETTY IMAGES

Caos en Francia, una oportunidad para Alemania

Esté atento para ver quién llena el vacío político de Europa. 

Después de que las elecciones anticipadas le dieran una sorprendente victoria a la izquierda radical en julio, Francia se quedó sin saber cómo formar un gobierno que funcione.

Se trata de la nación más grande que se ha visto afectada por la parálisis democrática. Los Países Bajos, después de sus elecciones de noviembre, tardaron casi seis meses en formar un gobierno. Bélgica tardó más de 16 meses después de 2019, y después de sus últimas elecciones de junio podría tardar aún más. Después de las elecciones de junio en la Unión Europea, el Parlamento Europeo está dividido relativamente de forma pareja entre partidos opositores, y es difícil imaginar cómo pueden aprobar algo incluso remotamente controvertido.

Una Bélgica sin líder no representa una crisis mundial. Pero una Francia sin líder podría transformar a Europa. Hace 90 años, una Francia dividida permitió a la Alemania nazi apoderarse del Continente. ¿Qué ocurrirá esta vez?

Humillación

El presidente francés Emmanuel Macron sufrió una humillante derrota durante las elecciones parlamentarias de la Unión Europea celebradas del 6 al 9 de junio. La Agrupación Nacional obtuvo la mayoría de los votos. Este partido suele describirse como de extrema derecha, aunque decir que es de extrema izquierda sería igual de exacto. Como quiera que se les llame, están fuera de la norma de la política francesa y, durante décadas, los partidos de izquierda y derecha, que están en desacuerdo sobre todo, se han unido para mantener a los candidatos de la Agrupación Nacional fuera de las elecciones.




Esta vez, la Agrupación Nacional obtuvo el 31% de los votos y el partido de Macron obtuvo menos de la mitad de eso.

En lugar de pasar el resto de su presidencia como un pato cojo con un apoyo público cuestionable o claramente ausente, Macron convocó elecciones anticipadas. El Parlamento Europeo existe sobre todo para darle a la UE una apariencia democrática; el resultado de la votación popular en junio, o en cualquier otro momento, tiene muy poca importancia. Pero Macron estaba convocando unas elecciones “de verdad”, confiando en que los votantes abandonarían la Agrupación Nacional y mantendrían en el poder a los “adultos” como él. Toda Europa estaba prestando mucha atención.

El día de la votación, el 30 de junio, se anunció el ganador: la Agrupación Nacional. Este partido, anteriormente marginal, aumentó su porcentaje de votos a más del 33%. Parecía destinado a tomar el poder.

Pero ésta fue sólo la primera ronda de votaciones. Sólo los candidatos que obtienen más del 50% en su distrito pueden ocupar un lugar en el Parlamento. En la mayoría de los casos, nadie lo obtuvo, así que los candidatos que recibieron más del 12,5% del electorado pasaron a una segunda ronda. El futuro de Francia, y de Europa, colgaba de un hilo.

En la segunda vuelta, la Agrupación Nacional aumentó su porcentaje de votos hasta el 37%. Pero quedó en tercer lugar gracias al voto táctico: si un candidato de derecha obtenía mejores resultados, la izquierda se retiraba, y viceversa. Así, casi por accidente, el Nuevo Frente Popular ganó las elecciones y 180 de los 577 escaños de la legislatura, a pesar de haber obtenido sólo una cuarta parte de los votos.

En un mundo que habla constantemente de la importancia de la “democracia”, ésta fue una ilustración notable de los extraños resultados que surgen de la idiosincrasia de las normas electorales que supuestamente fueron promulgadas para llevar a cabo la voluntad del pueblo.

Una vez más, a la Agrupación Nacional la mantuvieron fuera del poder. ¿Pero a qué precio?

El ascenso de la izquierda

Esto está lejos de ser una derrota importante para la Agrupación Nacional. Ha obtenido 143 escaños, muchos menos de los que esperaba, pero aun así es una mejora significativa respecto a los 89 escaños que tenía antes. El verdadero premio es la presidencia, que estará en juego en 2027. Y a pesar de estar en el lado perdedor de la votación estratégica de otros partidos, la Agrupación Nacional está bien posicionada para lograr ese premio.

Por ahora, sin embargo, la alianza de partidos de izquierda que formó el Nuevo Frente Popular es la fuerza más poderosa de Francia.

El partido más grande dentro de la alianza Nuevo Frente Popular está dirigido por Jean-Luc Mélenchon. Después de las elecciones, exigió ser nombrado primer ministro. Pero hay un problema: Mélenchon es tan radical como la Agrupación Nacional.

Es un socialista tradicional. Quiere que el ya socialista sistema francés de bienestar social y derechos laborales se amplíe aún más. Su política más popular es revertir el aumento de la edad de jubilación, bajándola de 64 a 60 años. Y quiere un impuesto del 90% sobre todos los ingresos que superen los 400.000 euros, lo que supone una concesión respecto a sus anteriores demandas de un impuesto del 100%.

En el ámbito internacional, Mélenchon considera que tanto la otan como la UE son demasiado de derecha y quiere salir de ambas. También está a favor de la inmigración, atrayendo el apoyo de los musulmanes de Francia, que también aprecian la oposición de su partido a Israel y el apoyo a los palestinos.

Su postura ha empujado a los judíos franceses a una posición sorprendente. La Agrupación Nacional es el nombre nuevo de un partido más antiguo, el Frente Nacional. Su líder era Jean-Marie Le Pen (padre de la actual dirigente, Marine Le Pen), quien solía meterse en problemas por negar el Holocausto, con declaraciones como: “No estoy diciendo que las cámaras de gas no hayan existido. Yo no las he visto. Tampoco he estudiado el tema en particular. Pero creo que es sólo un detalle en la historia de la Segunda Guerra Mundial”.

Marine Le Pen distanció a su partido de ese pasado, llegando incluso a expulsar a su padre. Pero ¿ha cambiado realmente el partido?

Mélenchon es tan radicalmente socialista que, a pesar de lo que Le Pen y el Frente Nacional habían defendido en el pasado, muchos judíos franceses votan por primera vez por la Agrupación Nacional.

Mientras el islam radical se ha vuelto más amenazador, mientras el mundo se tambaleaba tras la masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre de 2023, mientras Francia se escandalizaba por la violación de una niña judía de 12 años en Courbevoie simplemente por ser judía, Mélenchon negaba que él o su partido fueran antisemitas. Pero ahora que su partido quedó en primer lugar, exige que Francia reconozca un Estado palestino.

El arenque de Bismarck

Hay otro país que no le gusta a Mélenchon: Alemania.

Hace una década, Mélenchon publicó un libro titulado El arenque de Bismarck, en el que advierte que el “Imperio alemán ha vuelto”. “Se ha convertido en un peligro para sus vecinos y socios”, escribe. “Denuncio su arrogancia y su supuesto ‘modelo’, impuesto sólo para su beneficio. Ha nacido un monstruo al otro lado del Rin”.

Mélenchon señala con precisión cómo Alemania ganó poder en toda la UE durante la crisis del euro. En aquel entonces, él quería que Francia arremetiera contra Alemania al imprimir miles de millones de euros, dándole al Estado francés más dinero en efectivo y, de hecho, robándole en el proceso a las cuentas de ahorro alemanas al disminuir el valor de la moneda. Hoy no está en condiciones de dar un paso tan drástico, pero las políticas socialistas que defiende se reflejarán en cierta medida en el nuevo gobierno francés. Y Francia no puede costeárselas.

Francia tiene una deuda de más de 3 billones de dólares, equivalente al 110% del producto interno bruto del país. En junio, el Banco Central Europeo consideró que el país incumplía las normas de gasto de la UE. El Instituto Montaigne calcula que el paquete de gastos del Nuevo Frente Popular costaría 195.000 millones al año. “Es exorbitante y destruiría todo lo que hemos conseguido en los últimos siete años”, declaró el ministro de Finanzas saliente, Bruno Le Maire. “El riesgo inmediato es una crisis financiera”.

Un indicador clave de la preocupación de los ciudadanos por un país europeo es cuánto más tienen que pagar para obtener un préstamo, en comparación con la segura y poco endeudada Alemania. En el periodo previo a las elecciones, esta diferencia en los tipos de interés de los préstamos entre Francia y Alemania fue la más alta desde la crisis de la deuda griega de 2011. Los prestatarios y los inversionistas temían que la Agrupación Nacional ganara, redujera la edad de jubilación y debilitara aún más la economía francesa. Ahora, los que más gastan son los vencedores.

La falta de liquidez de Grecia supuso una crisis para Europa. La economía francesa es 13 veces mayor que la griega. Comparada con el aguacero de la crisis griega, una crisis de la deuda francesa sería un huracán.

La oportunidad de Alemania

El resultado electoral de Francia es un peligro claro e inminente para Alemania. Con más gasto francés se corre el riesgo de una crisis monetaria, y uno de los líderes más poderosos de Francia quiere atacar deliberadamente a la economía alemana.

Pero Alemania también tiene una oportunidad.

Mélenchon y los radicales de izquierda tienen un poder considerable en el Parlamento, pero están muy lejos de los 289 escaños necesarios para tener mayoría; ningún partido o coalición está cerca.

El presidente francés nomina al primer ministro, pero necesita la aprobación de los legisladores de la Asamblea Nacional. Es difícil que alguien reciba dicha aprobación.

El presidente Macron ha dicho que no trabajará con la Agrupación Nacional. También está intentando dividir el Nuevo Frente Popular, diciendo que no trabajará con Mélenchon y su partido Francia Insumisa (lfi, por sus siglas en francés), pero que sí lo hará con el resto de la alianza. Pero esos dos grupos controlan 213 de los 577 escaños. No queda mucho con lo que trabajar.

“Francia será probablemente ingobernable durante algún tiempo”, escribió John Keiger en The Spectator. “… Francia se enfrenta ahora a una parálisis y a una crisis institucional. Francia ha tenido 16 constituciones desde 1789. Jean-Luc Mélenchon y lfi llevan años reclamando una sexta república. Ese momento puede estar acercándose” (7 de julio).

Politico lo expresó de forma más sencilla: “Gobernar Francia será ahora un infierno”.

Irónicamente, la victoria de Mélenchon puede acelerar lo que él más teme: el dominio alemán de Europa. Con Francia paralizada y un activista antialemán a la espera, Alemania podría decidir que debe actuar con rapidez para cimentar aún más su dominio sobre Europa. Macron ya se ha mostrado dispuesto a potenciar a Alemania si eso favorece sus intereses.

Cuando comenzó la crisis financiera mundial en 2008, el redactor jefe de la Trompeta Gerald Flurry, escribió: “La crisis de Grecia es precursora de toda una serie de crisis similares que pronto estallarán en toda Europa. Proporcionarán el catalizador para que la nación líder de la UE, Alemania, pase a primer plano con soluciones propias. La profecía bíblica dice que el resultado será un superestado europeo con Alemania al timón. Y esas no son buenas noticias para Estados Unidos, Gran Bretaña y la pequeña nación llamada Israel” (“Did the Holy Roman Empire Plan the Greek Crisis” [¿Planificó el Sacro Imperio Romano la crisis griega?; disponible en inglés en theTrumpet.com/5809).

Francia podría estar a punto de iniciar otro acto en esta crisis.

El euro vincula el destino de Alemania al de otros países. Cuando países como Grecia y Chipre cayeron en problemas financieros, Alemania intervino y los rescató, y también asumió el control de sus gastos, dirigiendo esencialmente gran parte del país.

Un rescate francés sería mucho más doloroso. Mientras Francia está dividida, Alemania podría aprovechar la ocasión para establecer un control sobre todo el gasto europeo, evitando así la necesidad de un costoso rescate financiado por Alemania.

Puede que el actual gobierno alemán no sea lo suficientemente perspicaz como para aprovechar esa oportunidad. Pero el euro se creó para empujar a los países hacia un superestado europeo que los votantes nunca han querido. Vincula tan estrechamente sus economías que es inevitable algún tipo de control común sobre los impuestos y el gasto; de lo contrario, un país que es imprudente con su gasto —como hemos visto en Grecia, Italia y otros lugares— perjudica a los que son mucho más cuidadosos.

La historia rima

Antes de la Segunda Guerra Mundial, fueron las divisiones políticas de Francia las que permitieron que una Alemania mucho más unida arrasara políticamente, y luego literalmente, el continente europeo. En teoría, el ejército de Francia era mucho más grande, estaba mejor financiado y tenía más experiencia. Muchos lo veían como la potencia militar dominante de Europa. Puede que el sol nunca se pusiera sobre el Imperio británico, pero eso también era cierto para el Imperio francés, con sus 80 millones de habitantes y 10 millones de kilómetros cuadrados de territorio.

El Nuevo Frente Popular de Mélenchon no es un partido singular, sino una alianza de partidos con ideas similares. Evoca una alianza similar en la época anterior a la guerra: el Frente Popular.

El líder del Frente Popular, Léon Blum, se convirtió en el primer líder socialista de Francia en 1936. Su elección fue propiciada por una división nacional similar. Sus oponentes antisemitas utilizaron el eslogan “mejor Hitler que Blum”. Ambos extremos eran repugnantes, pero muchos sintieron que debían elegir un bando para frenar un mal mayor.

Mientras Adolfo Hitler se apoderaba del control de Renania, se anexionaba Austria, luego los Sudetes y después el resto de Checoslovaquia, el ejército más poderoso de Europa no hacía nada, paralizado por las divisiones internas y consumido por la violencia política.

Hoy en día, la economía y la población de Alemania son mayores que las de Francia, y en los últimos años ha gastado más en su ejército. Pero en lugar de apoderarse de Europa mediante la fuerza armada, lo está haciendo mediante la política y la economía.

Con Gran Bretaña fuera de la UE, si alguna nación se opusiera a la visión alemana de Europa esa sería Francia. Podría reunir a las naciones endeudadas del sur de Europa en una coalición a la que Alemania tendría dificultades para oponerse.

Sin embargo, una vez más, Francia está demasiado inmersa en las luchas internas. Y Macron prefiere dar más poder a Alemania que cederlo a sus rivales. “Mejor Scholz que Le Pen” no es un eslogan tan aterrador como “Mejor Hitler que Blum”, pero le entrega Europa a Alemania igualmente.

La profecía bíblica describe los grandes cambios que se avecinan en Europa. Ya se están produciendo, aunque pocos prestan atención.

Apocalipsis 17 describe una “bestia” o imperio, dirigido por una mujer, simbolismo bíblico de una Iglesia. Este imperio se levanta y cae siete veces. Sólo Europa se ha jactado de tener un imperio fuertemente influenciado por una Iglesia que ha surgido y caído repetidamente a lo largo de la historia.

En esta última reencarnación moderna, 10 reyes, o grupos de naciones “tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia” (versículo 13). Unen sus fuerzas, otorgan su autoridad y su poder a este Sacro Imperio Romano resucitado y se convierten en una poderosa fuerza conquistadora.

En el pasado, Francia desempeñó un papel clave en este imperio europeo. Napoleón basó su régimen en la antigua Roma y en el Sacro Imperio Romano de Carlomagno. Hoy Francia será de hecho una de las naciones que aporte su considerable fuerza al nuevo Sacro Imperio Romano. Pero la historia y la profecía bíblica muestran que Alemania será la nación líder, y un alemán será el gobernante supremo.

Pronto Alemania saldrá victoriosa de este renacido Sacro Imperio Romano. La inestabilidad de Francia le brinda a Alemania una poderosa razón y una oportunidad para acelerar ese momento profético crucial.

ALEMANIA Y EL SACRO IMPERIO ROMANO

Muchas personas están al tanto de las atrocidades cometidas por Alemania en la Segunda Guerra Mundial pero lo consideran como historia antigua. Estas personas ignoran por completo el legado que inspiró a Adolfo Hitler a crear su máquina de guerra nazi. Este surgimiento fue simplemente la resurrección reciente de un imperio guerrero con una larga y sangrienta historia. ¿Sabía usted que la Biblia profetizó de este régimen, así como del terrible resurgimiento de su última resurrección, en nuestros días?