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Biden defiende su legitimidad furiosamente
Joe Biden voló a Pensilvania el 13 de julio para promover su presidencia ilegítima atacando las leyes de transparencia electoral y las auditorías electorales. “La Gran Mentira es sólo eso: una gran mentira”, dijo a una audiencia en el Centro Nacional de la Constitución en Filadelfia. “La elección de 2020 —no es una exageración sugerirlo— fue la más transparente y la más plena expresión de la voluntad del pueblo en la historia de esta nación. Esto debería celebrarse como el ejemplo de lo mejor de Estados Unidos. Pero en lugar de eso, seguimos viendo un ejemplo de lo peor de la naturaleza humana, algo más oscuro y siniestro. (...) La negación de unas elecciones libres, justas y transparentes es lo más antiestadounidense que cualquiera de nosotros pueda imaginar, lo más antidemocrático, lo más antipatriótico y sin embargo, tristemente, no es algo sin precedentes”.
Este es el presidente falso, visiblemente enfadado porque la gente sigue cuestionando la legitimidad de su elección, a pesar de que nuevas pruebas indican que se emitieron más de 10.300 votos ilegales en Georgia y más de 74.000 votos ilegales en Arizona. Estos votos ilegales pueden acabar siendo suficientes para deslegitimar la victoria de Biden en ambos estados, por lo que ahora los republicanos de Pensilvania quieren llevar a cabo una auditoría forense a gran escala en su estado, que ha sido un nido de fraude electoral durante décadas. El airado discurso de Biden en contra lo que él denomina “lo más antiestadounidense que cualquiera de nosotros pueda imaginar” son las palabras de un embustero a punto de ser expuesto.
Si las auditorías obedecen a meras teorías de conspiración, ¿por qué dar un discurso a nivel nacional para atacarlas?
Una encuesta nueva de Morning Consult-Politico revela que tres cuartas partes de los republicanos apoyan los esfuerzos estatales de auditoría a los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, y la mitad de los republicanos piensan que estas auditorías descubrirán suficiente fraude como para cambiar el resultado electoral. Biden no puede impedir que estas auditorías se lleven a cabo, así que está haciendo todo lo posible para deslegitimarlas antes de que ellas lo deslegitimen a él. Realmente, la evidencia principal de que a los demócratas no les importan unas elecciones libres, justas y transparentes es su afán irracional por eliminar las leyes de identificación de los votantes.
“Debemos aprobar la Ley Para el Pueblo”, continuó Biden en Filadelfia. “Es un imperativo nacional. También debemos luchar por la Ley de Avance del Derecho al Voto John Lewis para restaurar y ampliar las protecciones del voto y evitar la supresión de votantes. (...) Tan pronto como el Congreso apruebe la Ley Para el Pueblo y la Ley de Avance del Derecho al Voto John Lewis, la firmaré y dejaré que todo el mundo la vea. Ese será un momento importante”.
Llamar inconstitucional a la Ley Para el Pueblo sería una subestimación enorme. Junto con la Ley de Avance del Derecho al Voto John Lewis, este proyecto de ley reforma el sistema electoral exigiendo a los estados poner a disposición de todos los electores el registro de votación sólo por Internet con firma electrónica para que puedan hacerlo sin salir de casa. Esto es una invitación abierta para que la gente falsifique nombres y cometa fraude durante el registro electrónico de votantes. El proyecto de ley también prohíbe el requisito de proporcionar un número de seguro social para el registro de votantes. No tener que proporcionar pruebas de que se tiene derecho a votar, de que está vivo o que es una persona real no sólo va facilitar que extranjeros ilegales y delincuentes voten, sino también que la gente utilice las identidades de personas muertas y ficticias para multiplicar sus votos. Sin embargo, los demócratas favorecen estas condiciones de voto fraudulento porque saben que los votos fraudulentos les favorecerán.
Biden no está impulsando esta legislación porque la gente la quiera (alrededor de 4 de cada 5 estadounidenses están a favor de que se exija a los votantes mostrar una identificación válida) sino para que la gente no pueda auditar elecciones futuras. No se puede demostrar si una papeleta es real o no si la gente no tiene que presentar ninguna prueba de su identidad cuando la emite. Por lo tanto, la engañosamente llamada Ley para el Pueblo legalizaría el fraude electoral y permitiría que las personas que lo usan gobiernen a EE UU durante siglos. Pero antes de que los demócratas logren sancionar esta ley, tienen que convencer a los estadounidenses de que las elecciones de 2020 fueron legítimas y que Joe Biden es el verdadero presidente.
“El discurso que Joe Biden pronunció el martes en Filadelfia no fue el de un hombre recto o confiado”, informa Conservative Treehouse. “Por el contrario, el discurso fue una petición amarga, furiosa y divisiva de ayuda a los extremistas de izquierda que apoyaron su instalación como presidente. La necesidad de control es una reacción al miedo. Ese miedo fue lo que Biden mostró por encima de todos los demás atributos. Un miedo a que más estadounidenses empiecen a ver la falsa construcción de su instalación presidencial. Un miedo a que los que perpetraron el fraude de su elección sean expuestos porque la escala de su manipulación es demasiado grande para seguir escondiéndose. El miedo a que una pequeña investigación real, con más auditorías por venir, descubra cómo unos pocos condados corruptos clave coordinaron un fraude electoral masivo”.
Los demócratas temen que su robo de las elecciones de 2020 quede al descubierto. Por eso Biden está condenando las auditorías electorales como “la cosa más antiestadounidense que cualquiera de nosotros pueda imaginar”. Y por eso condena las leyes de identificación del voto como la mayor amenaza para la democracia estadounidense desde la Guerra Civil. Biden sabe que si todos los condados del país exigen que los votantes muestren una prueba de identificación, no hay forma de que los demócratas sigan en el poder.
El hecho de que Biden tenga tanto miedo a las auditorías debería decirle todo lo que necesita saber sobre estas últimas elecciones. El apóstol Juan escribió en Juan 3:20-21: “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. Si Biden realmente ganó las elecciones presidenciales de 2020, los demócratas estarían ofreciéndoles a los republicanos toda la ayudar posible para realizar el mejor recuento electoral posible. En cambio, condenan las auditorías como “la cosa más antiestadounidense que cualquiera de nosotros pueda imaginar”. ¡Ellos odian la luz porque sus actos son malos y la luz los expone!
Para una explicación de las profecías bíblicas que muestran que Donald Trump recuperará la presidencia, lea el artículo de mi padre “Qué pasará después de que Trump recupere el poder”. ▪