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iStock.com/CactuSoup, Melissa Barreiro/IDF

Barack Obama en la profecía bíblica (segunda parte)

Estados Unidos bajo ataque: Capítulo uno

Continúa de “Barack Obama en la profecía bíblica (primera parte)”.

Persona transformada

Chandoo, de origen pakistaní, se identificaba como marxista. Otro amigo recordaba que “era muy radical en aquella época”. Durante el semestre de otoño de 1981, Obama se volvió más activo políticamente. Empezó a asistir a mítines marxistas. Sus amigos recuerdan que Obama “argumentaba una versión bastante simplista de la teoría marxista” y que “era un apasionado de su punto de vista”. Obama y Chandoo crearon una sección en la universidad del “Comité de Solidaridad con el Pueblo de El Salvador”, un grupo que apoyaba a la oposición de izquierda de El Salvador, que tenía vínculos con el partido comunista. Chandoo también organizó un foro en el campus en el que participaron un antiguo juez del Tribunal Supremo de Pakistán y el fundador exiliado del partido marxista militante de Pakistán.

En Los sueños de mi padre, Obama describe una noche en la que sus amigos blancos se mostraron educados pero visiblemente incómodos en una fiesta en la que la mayoría de la gente era negra. Después de esa noche, escribió: “Había empezado a ver un nuevo mapa del mundo, uno que era aterrador en su simplicidad, sofocante en sus implicaciones. (…) Cualquier distinción entre blancos buenos y malos tenía una importancia insignificante. De hecho, ni siquiera podía estar seguro de que todo lo que había asumido como una expresión del ser negro, sin restricciones (…) había sido elegido libremente por uno mismo. En el mejor de los casos, estas cosas eran un refugio; en el peor, una trampa. Siguiendo esta lógica enloquecedora, lo único que podía elegir como propio era el repliegue en un espiral de rabia cada vez más pequeño, hasta que ser negro sólo significaba el conocimiento de la propia impotencia, de la propia derrota. Y la ironía final: si uno se negara a esta derrota y arremetiera contra sus captores, ellos también tendrían un nombre para eso, un nombre que podría enjaularle igual de bien. Paranoico. Militante. Violento. Ni***r [una de las palabras más ofensivas en el idioma inglés]. Durante los siguientes meses, busqué corroborar esta visión de pesadilla. [Leyendo libros de Baldwin, Ellison, Hughes, Wright, DuBois y Malcolm X], tratando de reconciliar el mundo tal como lo había encontrado con los términos de mi nacimiento”.

Por aquel entonces, escribe Garrow: “Obama también se dio cuenta de que el consumo de cerveza, marihuana y cocaína que le ofrecía Oxy [Occidental College], al igual que Punahou [el instituto preparatorio de Obama], y que le había consolidado su reputación de ‘fiestero empedernido’ para algunos amigos, era incompatible con cualquier autotransformación en un estudiante y persona más seria”.

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Obama decidió rehacerse. Quería un nuevo comienzo. Un amigo recordó que Obama quería mudarse a un lugar donde tuviera “acceso a una experiencia cultural negra que no conozco”.

En 1982, Obama se transfirió a la Universidad de Columbia, en Nueva York. Allí fue a alojarse con un amigo de Chandoo llamado Siddiqi. Garrow escribe que “Siddiqi también fue testigo de una ‘transformación’ del Obama ‘divertido (…) tranquilo’ que había conocido 18 meses antes en South Pasadena a alguien que ahora era ‘muy serio y menos alegre”.

En una entrevista realizada años después, Obama habló de su época en Columbia. Garrow escribe que su madre le llamaba en broma Gandhi “por su nueva vida ascética, pero Barack no negó que se había vuelto ‘mortalmente serio’ durante esos últimos años de universidad”.

Obama recordaba: “La gente me invitaba a fiestas y yo decía: ‘¿De qué estás hablando? Tenemos que hacer una revolución”.

Barack Obama estaba ahora en un curso que le llevaría al Partido Demócrata, a Chicago, al Senado y a la presidencia.

Entrada en la política

Después de la Universidad de Columbia, Obama se mudó a Chicago, donde entró en el mundo de la organización comunitaria. Buscaba un lugar al que pertenecer y trataba de crearse una identidad. En Chicago se forjó una. En un artículo de 2007 para The New Republic, Ryan Lizza escribió que Obama “anhelaba una experiencia que lo conectara con la era de los derechos civiles”. Obama escribió en su autobiografía que se “ganó” su pertenencia a la comunidad afroamericana “a través de la organización” y el “sacrificio compartido”. Obama, escribió Lizza, “quería unirse al club”.

Obama comenzó a asistir a los servicios religiosos del pastor Jeremiah Wright. Décadas más tarde, su relación con Wright se convertiría en uno de los pocos retos a los que se enfrentaría en su carrera política. Durante su campaña presidencial de 2008, empezaron a aparecer en Internet fragmentos de los sermones de Wright. Estos muestran la ira y la indignación de Wright (“¡El racismo es el estilo americano!”) durante sus discursos cargados injurias y basados en teorías conspirativas (“El gobierno mintió sobre la invención del virus del vih como medio de genocidio contra la gente de color”) y a la vez revestidos de un lenguaje espiritual (“¡Jesús era un pobre hombre negro (…) que vivía en una cultura controlada por los blancos ricos!”). En estos videos, las declaraciones más calumniosas de Wright reciben los vítores más fuertes de su congregación.

Barack Obama insistió en que nunca escuchó a Wright decir esas cosas. Pero asistió a la iglesia antisemita y antiblanca de este hombre durante 20 años. Durante dos décadas se sentó en la iglesia de Wright oyéndole despotricar con odio malicioso hacia este país. Su relación era profunda. Obama tituló uno de sus libros La audacia de la esperanza, por uno de los sermones de Wright.

Lamentablemente, la prensa y gran parte del público estadounidense pasaron por alto voluntariamente esta sorprendente señal de advertencia. Es como si estuvieran en un estado de estupor, ¡sin preocuparse de que la visión del mundo de Obama fue formada por algunas de las mentes más radicales y racistas de Estados Unidos!

Durante su estancia en Chicago, Obama conoció el método de Saul Alinsky sobre la organización comunitaria. En su libro Tratado para radicales, Alinsky elogió a Lucifer por ser el “primer revolucionario conocido por el hombre, aquel que se rebeló contra el poder establecido y lo hizo de manera tan eficaz que pudo al menos ganarse su propio reino”. Obama nunca conoció a Alinsky personalmente, pero fue entrenado por algunos de los seguidores más cercanos de Alinsky.

“Alinsky llevaba muerto más de una década cuando Obama llegó a Chicago, pero su legado seguía muy vivo”, escribió Lizza sobre la conexión de Obama con el hombre. “[Mike] Kruglik, [Gerald] Kellman y [Gregory] Galluzzo habían estudiado sus enseñanzas a través de la Industrial Areas Foundation (iaf), la escuela de organización que fundó Alinsky. En la década de 1980, ni siquiera la iaf se adhería estrictamente a todos los principios que enseñaba Alinsky. Pero al menos uno de los maestros de Obama se consideraba un verdadero creyente: ‘Me considero como el San Pablo que nunca conoció a Jesús’, me dijo Galluzzo sobre Alinsky, quien murió poco después de que Galluzzo se mudara a Chicago en una peregrinación para conocerlo en 1972. ‘Soy su mejor discípulo”.

Galluzzo fue uno de los tres hombres que enseñaron a Obama sobre organización comunitaria.

Después de Chicago, Obama se marchó para asistir a Harvard. Pero, como señaló Lizza, Obama “mantuvo un pie en el mundo de la organización”. Obama viajó a Los Ángeles para asistir a un curso de formación impartido por la iaf. Lizza escribió que después de Harvard, Obama regresó a Chicago, donde “formó parte de las juntas directivas del Fondo Woods y de la Joyce Foundation, que también concede subvenciones a grupos del estilo de Alinsky, y siguió impartiendo talleres de organización”.

Tras estudiar en la Universidad de Chicago, Obama se dedicó a la política estatal en Illinois, primero como senador estatal en 1996 y luego durante ocho años en el Senado de Estados Unidos. En sólo 12 años, Obama pasó de ser un político estatal poco conocido a presidente de Estados Unidos de América. Pocos políticos se mueven con tanta rapidez por las filas de la política.

A lo largo de la carrera política de Obama, casi nadie hablaba de estas influencias perjudiciales en su juventud, de su último encuentro con Frank que hizo temblar la tierra bajo sus pies, de su época en Occidental en Pasadena, de su nuevo sentido de propósito, de la solidificación de su agenda racial y de su transformación en un revolucionario. Pasaron por alto cómo estos factores influyeron en la visión de Barack Obama sobre esta nación. Y no conectaron estos hechos con su declaración durante un mitin el 30 de octubre de 2008, justo antes de las elecciones presidenciales de 2008: “Estamos a cinco días de transformar fundamentalmente Estados Unidos de América”.

Barack Obama quería transformar fundamentalmente la nación porque no estaba de acuerdo con sus principios fundacionales. Creía que la Constitución fue creada por blancos ricos para blancos ricos y que los blancos han estado robando a todos los demás. Simpatizaba profundamente con una ideología que se opone directamente, incluso con violencia, al gobierno constitucional de Estados Unidos: el comunismo.

Transformación fundamental

Como presidente, el Sr. Obama persiguió con pasión su ambición de transformar Estados Unidos. Y tuvo un éxito formidable.

Empecemos con un ejemplo. Mucha gente dijo que elegir (y reelegir) a un hombre negro para el cargo más poderoso del mundo resolvería los problemas raciales de nuestra nación. Pero ocurrió lo contrario, y la razón es que Barack Obama fomentó activamente esos problemas.

El presidente Obama hizo repetidamente comentarios públicos sobre asuntos con carga racial, comentarios que aumentaron la desconfianza de la gente en la policía y erosionaron la fe en el sistema judicial. Dijo cosas que eran comprobablemente falsas, pero que le hicieron el juego a los radicales racistas.1 En un momento dado, Obama dijo que el racismo forma parte del adn de Estados Unidos. Eso significa que la nación es irremediablemente racista. ¡Una acusación tan infundada es satánica hasta la médula! Satanás utiliza la raza como un arma para dividir a la gente. Dios no considera a ninguna raza como superior o inferior a otra; ¡Él hizo todas las razas y tiene un potencial trascendente reservado para todas las personas!

En Estados Unidos post-Obama, los principales medios de comunicación y los demócratas radicales hablan continuamente de que los republicanos y el estadounidense común son racistas. En casi todos los casos, están mintiendo y saben que están mintiendo. Los radicales fomentan el racismo contra los blancos, enseñando a los estudiantes blancos —incluso a los niños de la escuela primaria— a pensar que son inferiores a los negros, los hispanos y cualquier persona de color. Con frecuencia escuchamos comentarios racistas en la televisión y la radio. Un comentarista negro de la cadena nbc dijo: “¡Este no es un país para jóvenes negros!”. Estos comentarios tan feos y racistas están llenando el país de odio y división que llevarán a la violencia y a la guerra racial. Estos comentaristas, o ignoran lo que están haciendo, o quieren una guerra racial. Ciertamente, algunos extremistas la quieren. La profecía bíblica nos dice que van a conseguir una.

Este es sólo un ejemplo de cómo Barack Obama transformó a Estados Unidos. Hay muchos más.

El gobierno de Obama forzó engañosamente la aprobación de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, una legislación destructiva que aumentó la deuda nacional y convirtió a Estados Unidos en un Estado más socialista. Permitió que el Servicio de Impuestos Internos se centrara ilegalmente en los grupos conservadores mediante auditorías, confiscación de cuentas bancarias, vigilancia y otras formas de acoso. Esta fue una de las muchas formas en que, bajo Obama, las instituciones federales fueron politizadas y convertidas en armas. En capítulos posteriores de este libro se detalla cómo este peligroso proceso fue particularmente atroz con el Buró Federal de Investigaciones, la Agencia Central de Inteligencia y otras agencias de inteligencia. El presidente Obama utilizó éstas y otras instituciones federales para espiar a los senadores y representantes estadounidenses, a los periodistas, a las campañas políticas y a millones de estadounidenses del común. Estas acciones erosionaron gravemente el Estado de derecho, socavaron las protecciones constitucionales del pueblo estadounidense y empujaron al país de forma dramática hacia la tiranía.

La administración Obama perpetró igualmente importantes “cambios fundamentales” en la política exterior de Estados Unidos. En 2009, el presidente Obama visitó El Cairo y pronunció un discurso destinado a reconciliarse con Irán. Dijo que nadie tenía derecho a negar las armas nucleares a esta nación patrocinadora del terrorismo. Este discurso ayudó a provocar, y la administración Obama apoyó, un levantamiento popular islamista contra el presidente egipcio Hosni Mubarak (un buen amigo de Israel), que llevó a los Hermanos Musulmanes al poder. Luego, su gobierno ignoró la revuelta popular en Irán, fortaleciendo a los mulás radicales en la principal nación patrocinadora del terrorismo en el mundo. Luego negoció un grotesco acuerdo nuclear con los líderes iraníes, liberando a espías iraníes, inundando a Irán con dinero en efectivo y proporcionando una línea de vida para la actividad nuclear en curso. Y cuando una turba yihadista atacó la embajada de Estados Unidos en Bengasi, Libia, en el aniversario del 11-S en 2012, y los terroristas mataron a un embajador y a otros tres estadounidenses, los funcionarios de Obama dijeron vergonzosamente a nuestra gente que se retirara. Luego trataron de desviar la culpa por los asesinatos para que no recayera sobre los asesinos y se disculparon porque Estados Unidos supuestamente provocó el ataque.2

En varias ocasiones, Obama insultó a Gran Bretaña y mostró hostilidad hacia el Estado judío. Sin embargo, reestableció los lazos diplomáticos con Cuba, rescatando a su gobierno comunista y dando a enemigos poderosos una vía para presionar y amenazar a Estados Unidos a menos de 160 kilómetros de distancia. Apoyó con entusiasmo a organizaciones internacionales como la corrupta Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas que son antiisraelíes y antiestadounidenses. Participó con entusiasmo en los Acuerdos Climáticos de París, que estrangularon la industria y la economía de Estados Unidos.

Tales acciones perniciosas caracterizaron todo lo que hizo Barack Obama como presidente. Estudiaremos más profundamente varias de ellas en este libro. Estas son las acciones de un hombre y su camarilla “transformando fundamentalmente” una nación que él consideraba fundamentalmente malvada.

Sin embargo, la verdad es que Barack Obama fue utilizado como una herramienta por un ser espiritual con un odio mucho mayor hacia Estados Unidos.

La mayoría de la gente no habla de esto, pero es la verdad, y sólo la verdad nos hará libres (Juan 8:32).

Antíoco

La mayoría de la gente dice que cree en la Biblia. Me gustaría que pensaran en el ejemplo del rey Saúl de Israel registrado en 1 Samuel 16:14 y 19:9-10, quien fue perturbado por un espíritu maligno y trató de matar al hombre que Dios eligió para reemplazarlo.

¿Cree que es posible que un espíritu maligno pueda influir al rey de Israel? Ha sucedido varias veces.

El apóstol Pablo hizo una profunda declaración en 2 Corintios 2:11. Dijo que más vale que no ignoremos las maquinaciones del diablo, o de lo contrario nos convertiremos en sus víctimas.

El diablo es real. ¡El diablo vive! La gente se burla, pero no se burlará por mucho tiempo. Pronto se darán cuenta de lo ignorantes que eran de las maquinaciones y artimañas de Satanás.

Muchos pasajes bíblicos históricos y proféticos muestran cómo Satanás actúa a través de los seres humanos, especialmente a través de los hombres en posiciones de poder. Un ejemplo impresionante y detallado aparece en el octavo capítulo del libro de Daniel.

La profecía de Daniel es específicamente para este tiempo del fin, y para ningún otro tiempo (Daniel 12:4, 9). La última parte de Daniel 8:17 dice: “Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin”. En el versículo 26, Dios le dijo a Daniel que sellara la visión, “porque es para un futuro lejano” (Moffatt). Muchos de los acontecimientos descritos en este capítulo se cumplieron en tipo en los siglos posteriores al registro de Daniel en el año 550 a. C. Sin embargo, incluso esos acontecimientos apuntan al cumplimiento principal de esta profecía, que ocurre en el tiempo del fin, los últimos años de la era del hombre justo antes de la Segunda Venida de Jesucristo.

A partir del versículo 9 hay una profecía de un “cuerno pequeño” que surgió de una de las cuatro divisiones del Imperio Griego. Prácticamente todos los comentarios coinciden en que se trata de una profecía de Antíoco iv Epífanes, un rey seléucida engañoso y malvado que obtuvo el gobierno en Palestina en el año 176 a. C. mediante el engaño y la adulación.

Mientras que a los pueblos de otras zonas se les permitió mantener sus religiones, Antíoco destruyó con ira a muchos hombres, mujeres y niños judíos, e intentó destruir la propia fe judía. Saqueó el templo, levantó un altar pagano y un ídolo de sí mismo en su interior, asesinó o esclavizó a decenas de miles de judíos en Jerusalén, y quemó y demolió gran parte de la ciudad.

Este hombre estaba claramente muy influenciado, si no poseído, por el diablo, que lo utilizó con fines impactantemente destructivos. Estudiaremos más a fondo este ejemplo histórico más adelante en el libro.

Los comentarios reconocen que la profecía de Daniel se cumplió en el siglo ii a. C. Lo que no entienden es que esta profecía del “cuerno pequeño” también tiene un cumplimiento en el tiempo del fin, que es la más importante. De nuevo, la profecía de Daniel es para el tiempo del fin; nuestro tiempo hoy.

El cumplimiento del tiempo del fin de esta profecía es detallado y significativo, y lo explico en mis folletos Daniel: ¡Al fin descifrado! y Daniel Unlocks Revelation [Daniel Desvela Apocalipsis] (solicite sus ejemplares gratuitos). Esta profecía habla en última instancia de un líder en Europa que unirá un imperio europeo aterrador que atacará a Estados Unidos y a las otras naciones modernas de Israel.

Sin embargo, lo que le mostraré en este libro es la evidencia de que Estados Unidos ha sido gobernado desde dentro por otro tipo de Antíoco. Durante ocho años, ¡este hombre utilizó el engaño y la adulación mientras saboteaba la nación desde la cima de nuestro propio gobierno! Me doy cuenta de que esta es una afirmación explosiva, pero la evidencia es abundante. La profecía de Daniel proporciona una visión extraordinaria de la crisis política de nuestra nación.

He estado advirtiendo sobre el Sr. Obama y sus ambiciones antiestadounidenses desde antes de que llegara a la presidencia en 2008. Durante su presidencia, expliqué que era un tipo de Antíoco que buscaba la destrucción de nuestra república constitucional. Este fue el tema principal de mi mucho más pequeño folleto de 2013, Estados Unidos bajo ataque.

Cuando el Sr. Obama dejó la Casa Blanca en enero de 2017, algunos dijeron que era una profecía fallida. Ya no era presidente, y parecía que tenía poca influencia en la política estadounidense, especialmente cuando su sucesor trató de deshacer gran parte de su trabajo. Pero como leerá en este libro, la verdad es que este Antíoco nunca dejó la escena política. Incluso después de dejar la Casa Blanca, continuó trabajando en su agenda. Y nunca ha dejado de intentar socavar a Estados Unidos.

Barack Obama llegó como un “ángel de luz”, y millones de estadounidenses le creyeron y le siguen creyendo. Pero, como presidente, ¿fue el guardián de las “instituciones y tradiciones democráticas de Estados Unidos, como el Estado de derecho”? ¿Dejó los “instrumentos de nuestra democracia al menos tan fuertes como los encontró”?

Hizo precisamente lo contrario. Concéntrese en sus acciones. Mire sus frutos. Cualquiera debería ser capaz de ver más allá del artificio “angelical” y reconocer el verdadero poder en acción.

Continúa en “La ley bajo ataque (primera parte)”.


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