(OLIVER CONTRERAS/FOR THE WASHINGTON POST VIA GETTY IMAGES)
Avivando las llamas del odio
Ayer [21 de abril de 2021], un jurado de Minnesota declaró a Derek Chauvin culpable de todos los cargos por la muerte de George Floyd. Por sujetar a un hombre negro con la rodilla en el cuello durante un arresto, este ex policía fue condenado por homicidio no intencionado en segundo grado, homicidio en tercer grado y homicidio imprudente en segundo grado. La defensa de Chauvin se basó en gran parte en el hecho de que Floyd había sufrido una sobredosis de fentanilo y metanfetaminas antes de morir, pero los expertos forenses aun así determinaron que Floyd murió por asfixia bajo la rodilla de Chauvin. Las directrices de sentencia de Minnesota recomiendan 12 años de prisión como condena por homicidio no intencionado en segundo grado para una persona sin antecedentes penales, pero los fiscales quizá intenten condenar a Chauvin a un máximo de 40 años.
Dadas las circunstancias del juicio, nunca sabremos con certeza si fue justo. Junto con los medios de propaganda, los demócratas radicales incluyendo miembros del Congreso y el ocupante de la Casa Blanca hicieron todo lo posible para intimidar a los miembros del jurado y a los testigos para que dictaminaran que Chauvin era culpable. Se encontró una cabeza de cerdo cortada y ensangrentada en la puerta de uno de los expertos que testificó a favor de Chauvin, y los manifestantes del movimiento Black Lives Matter dejaron perfectamente claro que si Chauvin era absuelto ellos harían que la nación ardiera en llamas.
“Espero que obtengamos un veredicto que diga culpable, culpable, culpable”, dijo la representante Maxine Waters en una manifestación de Black Lives Matter dos días antes del veredicto. “Y si no lo conseguimos, no podemos irnos. Tenemos que seguir en las calles. Tenemos que estar más activos; tenemos que ser más conflictivos. Tenemos que asegurarnos de que entiendan que hablamos en serio”.
El juez del caso de Chauvin declaró que los comentarios provocativos de Waters podrían hacer que el juicio fuera “anulado” en la apelación si los abogados logran argumentar que los miembros del jurado fueron intimidados para tomar una decisión que no creían realmente. Los disturbios que se iniciaron tras la muerte de George Floyd el año pasado causaron la muerte de al menos 30 personas y le costaron al país unos 2.000 millones de dólares. Por lo tanto, nunca sabremos hasta qué punto el temor a los disturbios influyó en las decisiones de los miembros del jurado. Sea o no culpable Chauvin, su juicio fue un ejemplo clásico de justicia popular.
Y la turba no se tranquilizará aunque Derek Chauvin reciba 40 años de prisión.
El periodista Ami Horowitz entrevistó a manifestantes en Minneapolis mientras el jurado anunciaba su veredicto, y sus reacciones a la condena de Chauvin fueron impactantes. Una extremista de Black Lives Matter le dijo: “Ni siquiera debería haber un juicio, debería ser condenado tal cual”. Otra dijo: “Quemen toda la ciudad, ¿qué importa?”. Y otra dijo: “No quiero decir que tengamos que empezar a matar a todos los blancos, pero pareciera… Tal vez necesiten sentir el dolor y el sufrimiento”. Cuando Horowitz le preguntó a una cuarta manifestante si era necesaria una guerra civil, dijo: “Si eso es lo que hace falta, entonces tenemos que hacerlo”.
En una transmisión en vivo fuera del Capitolio, la representante Alexandria Ocasio-Cortez le dijo a su audiencia: “Este veredicto no es justicia. Francamente, ni siquiera creo que lo podamos considerar una rendición de cuentas completa porque hay varios oficiales que estaban presentes en la escena. No sólo fue Derek Chauvin. Y tampoco quiero que este momento se entienda como que este sistema funciona”.
En otras palabras, Ocasio-Cortez no estará contenta hasta que los cuatro policías presentes durante la muerte de George Floyd sean condenados por asesinato, y Estados Unidos tenga un sistema de justicia penal completamente nuevo.
En una conferencia de prensa, el fiscal general de Minnesota, Keith Ellison, dijo: “Sin embargo, yo no llamaría justicia al veredicto de hoy, porque la justicia implica una verdadera restauración. Pero es rendición de cuentas, que es el primer paso hacia la justicia. Y ahora la causa de la justicia está en sus manos. Y cuando digo sus manos, me refiero a las manos del pueblo estadounidense”. El ex presidente Barack Obama publicó una declaración en la que decía: “Hoy, un jurado de Minneapolis ha hecho lo correcto. (…) Pero si somos honestos con nosotros mismos, sabemos que la verdadera justicia es mucho más que un solo veredicto en un solo juicio. La verdadera justicia requiere que aceptemos el hecho de que los estadounidenses de raza negra son tratados de forma distinta a diario. (…) Aunque el veredicto de hoy puede haber sido un paso necesario en el camino hacia el progreso, dista mucho de ser suficiente. No podemos descansar. Tendremos que seguir con reformas concretas que reduzcan y finalmente eliminen los prejuicios raciales en nuestro sistema de justicia penal”.
Muchos otros líderes radicales están de acuerdo con ellos. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, incluso le dio las gracias a Floyd “por sacrificar su vida por la justicia”, como si se alegrara de que Floyd muriera por su agenda política.
¿Qué quieren decir estos radicales cuando afirman que “hay que ser más conflictivos” y “hablamos en serio”? ¿Qué quieren decir cuando afirman que todo el sistema no funciona, que la condena que deseaban obtener para todos los cargos no es justicia, que “no podemos descansar”?
¿Qué es lo que realmente buscan los radicales?
Durante su segundo mandato, el presidencial Barack Obama admitió que “no puede federalizar a todas las fuerzas policiales del país y obligarlas a readiestrarse”. Pero ciertamente actuó como si quisiera avanzar hacia esa dirección.
Cuando la administración de Obama publicó el reporte del Grupo de trabajo del Plan de vigilancia policial para el siglo xxi en 2015, recomendó imponer normas federales para los cuerpos de policía estatales y locales. Los críticos señalaron que el plan pretende, de forma solapada, nacionalizar las fuerzas policiales, violando un principio crucial de la Constitución, al utilizar el dinero de los impuestos federales como sobornos.
“Debe haber una política nacional y una ley nacional sobre la vigilancia policiaca”, dijo el activista racial Al Sharpton. “No podemos ir de estado a estado; tenemos que tener una ley nacional para proteger a la gente contra estas continuas cuestiones”.
En otras palabras, debido al racismo, debemos arrebatarle el poder sobre la policía al gobierno local y dárselo al gobierno federal.
Por eso los izquierdistas radicales no se tranquilizarán pase lo que pase con Derek Chauvin. A ellos no les importa la justicia para George Floyd. A los izquierdistas que están desarrollando su agenda política les importa crear un cuerpo de policía nacional. Están avivando las llamas del odio racial en un intento de provocar disturbios raciales, una crisis que pueden utilizar como excusa para despojar a los votantes de las comunidades locales del poder que actualmente tienen sobre la policía local.
En su artículo “La verdadera agenda detrás de Black Lives Matter”, mi padre explicó que se trata de una estrategia maquiavélica sacada directamente del libro de jugadas comunista. “Estos líderes siguen utilizando frases como ‘brutalidad policial’ y ‘poder negro’ para promover su agenda”, escribió. “En un pasaje de la década de 1950 titulado ‘Y no se disparó ni un tiro’, el teórico del partido comunista checo Jan Kozák escribió de cómo los comunistas tomaron el control de Checoslovaquia por medio de maniobras parlamentarias. La estrategia que él describió requería presión para un cambio radical desde dos direcciones simultáneamente: desde altos niveles del gobierno y desde provocadores en las calles”.
La administración Biden-Harris está utilizando una estrategia similar para transformar fundamentalmente a Estados Unidos. Políticos radicales como la representante Waters se reúnen con agitadores callejeros que abogan por los disturbios como forma de protesta, mientras que los burócratas del “Estado profundo” impulsan que se quite el poder a la autoridad policial como medio para resolver esos disturbios callejeros.
Esta estrategia puede sonar chocante, pero el fallecido Herbert W. Armstrong la pronosticó hace décadas. En un personal de Plain Truth (La Pura Verdad) de marzo de 1969, preguntó: “¿Por qué nuestra sociedad es incapaz de reconocer la línea comunista ––el plan y la conspiración comunista–– en las revueltas de los colegios y universidades, en la propaganda que acusa de ‘brutalidad policial’, en consignas como ‘poder negro’, ‘pantera negra’ y otros, incluso en la ‘desobediencia civil’ y en los movimientos de protesta ‘no violentas’ que conducen a la violencia?”. Entonces respondió con esta impactante verdad: “La mano que guía la revuelta estudiantil es el Partido Comunista. Muchos estudiantes, con sus emociones agitadas y enfurecidas hasta la violencia, no se dan cuenta de ello. Sin embargo, en realidad, estos líderes jóvenes del movimiento de la “Nueva Izquierda” van más allá del Partido Comunista. Su plan es incitar a estudiantes universitarios a rebelarse primero, y a los adolescentes de secundaria. Si consiguen corromper o ganarse a los estudiantes del futuro, obtendrán el control”.
Algunos de esos estudiantes universitarios sobre los que escribió el Sr. Armstrong ahora controlan el Partido Demócrata, y siguen utilizando la misma propaganda con carga racial. Sin odios raciales, reales y percibidos, ¡ellos no tendrían influencia ni poder!
La Biblia muestra que las llamas que estos agitadores izquierdistas están avivando incendiarán a toda la nación (Isaías 1:7). Esto se debe a que hay una fuerza espiritual maligna que busca destruir Estados Unidos. Ni siquiera los instigadores raciales más estrategas lo entienden.
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ESTADOS UNIDOS BAJO ATAQUE
¿Está usted preocupado sobre hacia dónde está dirigiendo el país la administración actual? ¿Y sobre si la nación puede o no sobrevivir los próximos cuatro años? La situación está peor de lo que usted piensa, y sólo existe una forma para solucionar este problema gigantesco.