La Trompeta
Autobiografía de Herbert W. Armstrong: La obra crece, a pesar de las dificultades y persecución
Continuación de Autobiografía de Herbert W. Armstrong: ¡Una lección costosa vale la pena!
Ahora llegamos al año 1937. Les he explicado cómo, a mediados de noviembre de 1936, comenzamos la pequeña estación de radio kxl , con potencia de 100 vatios, en Portland. Con la cual, utilizando cables de telégrafo para la conexión, incluimos a la estación kslm , en Salem. ¡Ésta fue nuestra primera cadena radial!
La verdad acerca de las cadenas radiales
Creo que será interesante darles a nuestros lectores algunos datos que probablemente no conozcan acerca de las cadenas radiales. Las compañías telefónicas tienen un sistema muy eficiente de transmisión en cadena alimentando la red principal de varias estaciones, cbs, nbc y abc, de costa a costa.
Se trata de líneas muy especiales, diseñadas principalmente con una eficiencia mucho mayor a la de la línea telefónica común. Estas están especialmente reforzadas en intervalos de aproximadamente 80 kilómetros. Esto es, inevitablemente, un servicio muy costoso pero la calidad es tan cercana a la perfección, como la tecnología humana lo permite. El sonido es transmitido de forma instantánea a partir de las estaciones de origen en Hollywood, Nueva York o Chicago a todas partes de Estados Unidos, sin pérdida perceptible de la calidad tonal. La voz se transmite con tanta naturalidad como si el orador estuviera en la sala de casa o en su coche. La música, tanto en las frecuencias superiores e inferiores, se transmite con la misma naturalidad.
La instalación y el mantenimiento de estas líneas especiales es una operación costosa. En 1936 y 1937 no éramos capaces de pagar por tal perfección en las líneas de la red.
Pero para ese momento, la empresa postal ofrecía líneas de telégrafo mucho menos costosas. Estas eran sólo cables de telégrafo ordinario, de menor calidad que las líneas especiales telefónicas de red. No había refuerzos de trasmisión en el camino, e incluso las propias líneas eran inferiores, para nuestro propósito. A menudo la señal se desvanecía o se cortaba. Con frecuencia estas no funcionaban en absoluto. La recepción en el otro extremo estaba lejos de ser perfecta. Pero, sin embargo, ¡estábamos en nuestra primera cadena! La llamamos La cadena de Oregón.
Todo lo que Dios comienza a través de los seres humanos, al parecer, debe comenzar por lo más pequeño y a veces, simple. ¡Pero este fue un comienzo! Y una vez iniciado, ¡La Obra de dios nunca se detiene! ¡No sólo eso, sino que nunca deja de crecer!
Íbamos a utilizar cables de telegrafía postal en el futuro inmediato para llegar a Seattle y Spokane. Más tarde, la empresa postal fue absorbida por Western Union. ¡Pero nos ayudó a conseguir una ventaja mientras duró!
Incluso en ese momento, yo tenía en mente la ampliación de la emisora en Seattle y Spokane, aunque me vi obligado a aprender a ser paciente y esperar a que Dios abriera las puertas. Sabía que no podría llamarla más La cadena de Oregón una vez que esta se extendiese a Washington, por lo que, en mi mente, ya la había nombrado La Cadena Libertad, ¡lista para el futuro!
El evangelio para la tierra Santa
Mientras tanto, yo seguía haciendo servicios de evangelización regulares, el domingo por la noche en nuestro pequeño edificio de la iglesia, en el extremo oeste de la Eighth Street, en Eugene. El interés y la asistencia fueron aumentando gradualmente.
Fue el último domingo de diciembre de 1936, o el primer domingo por la noche en enero de 1937, que un antiguo líder de esa Iglesia de Dios (la que encontramos descrita en Apocalipsis 3:1 como Iglesia de Sardis), con el que yo estaba tratando, en esos días, de cooperar, apareció con un profeso evangelista judío recién convertido.
Este líder de la iglesia en particular, a quien no voy a nombrar ya que no puedo decir nada bueno de él como persona, tenía un plan para llevar el evangelio a los judíos en la Tierra Santa. Ellos habían llegado un o dos días antes y me explicaron su plan. Sonaba muy bien. De hecho, la idea, en sí, era buena.
La razón por la que evangelistas generalmente han fallado en convertir a las personas judías a Cristo, explicó, es porque no tienen el enfoque adecuado. Esto podría no ser toda la razón pero el enfoque de la mayoría de los evangelistas, ¡ciertamente había estado equivocado! Ellos, de costumbre, empiezan por tratar de predicar de inmediato el nombre de Cristo a los judíos. Sin embargo, explicó este evangelista judío, a todos los judíos se les ha enseñado desde la infancia a odiar, despreciar y rechazar el nombre de Cristo. El sólo mencionar este nombre inmediatamente crea un prejuicio. Esto levanta de inmediato una barrera impenetrable.
Este evangelista, siendo judío, dijo que el pueblo judío no se vería perjudicado en contra de él, sino que le escucharían. En lugar de predicar a Cristo directamente, propuso acercarse a ellos con la escritura judía del Antiguo Testamento solamente. Después de despertar su interés con las profecías que se ajustan realmente al día de hoy, luego él iría a unos pocos pasajes tales como Isaías 53, Miqueas 5:2, Isaías 7:14, que describen cómo el Mesías iba a nacer como un bebé, de una virgen en Belén para crecer como un niño, para ser despreciado, rechazado y crucificado.
Dijo que cuando él introduzca a Cristo desde las escrituras del antiguo testamento, desde el punto de vista judío, ellos le escucharían.
Sea o no, que muchos escuchen, esta era la única forma posible de acercárseles que yo conocía, que podría resultar.
El plan consistía en recaudar dinero suficiente para enviar a este hombre a Jerusalén, desde donde iba a trabajar por toda la tierra Santa para hacer llegar el mensaje del Salvador a los judíos allí. Yo estuve de acuerdo en ayudar.
El engaño
El domingo por la mañana entrevisté a este líder de la iglesia y al evangelista judío en mi programa de la radio, y anuncié reuniones públicas donde el judío convertido hablaría en nuestra pequeña iglesia, el domingo por la noche.
Esa noche nuestro edificio de la iglesia estaba lleno. Yo promoví la idea de la gira a la tierra Santa, se pidieron donaciones generosas. A excepción de algo muy especial como esto, nunca tomamos las ofrendas en ninguno de los servicios. La respuesta fue generosa.
A la noche siguiente teníamos una casa llena en Harrisburg. Una vez más, las donaciones fueron generosas, y el evangelista estaba en marcha.
Sin embargo, un año más tarde, después de otras experiencias desagradables con este líder de la iglesia durante el año 1937, el evangelista judío volvió a visitar nuestra casa en Eugene.
Tenía una triste noticia que dar. Su esfuerzo no había sido totalmente honesto y sincero. Le había pesado sobre su conciencia. Sabía que debía devolver el dinero que había ayudado a recaudar, pero no tenía con que pagar.
Él había ido a Jerusalén, era cierto. Sin embargo, había encontrado que la iglesia, junto con los miembros que se suponía existían allí, no existían, dijo. El hombre cuyo nombre había sido utilizado como un representante de la iglesia, también era representante de otras iglesias, y él se aprovechaba de la compensación económica de todas estas.
Los “conversos” que se habían hecho en la tierra Santa, informó, no eran judíos en absoluto, sino árabes, que no se convirtieron en realidad.
El procedimiento utilizado en Tierra Santa, informó, era este: estos misioneros, supuestos evangelistas, o “representantes” que sacaban dinero de varias denominaciones protestantes reportaron “grandes cosechas” de “convertidos”, cada uno tenía una pequeña tienda de campaña, en la que se servían té y galletas. Al igual que un pregonero en un espectáculo de circo, gritaron, golpearon cacerolas de estaño, hacían ruidos para atraer a la multitud, anunciando las galletas y el té. Cuando la multitud se reunía, el “misionero” daba un corto “discurso” de dos o tres minutos, para luego ofrecer las galletas y té gratis a todos los que levantaran la mano y decían que aceptaban a Cristo.
Todos los nativos levantaban sus manos, participaban del té y las galletas y luego se iban a la otra tienda de al lado ¡donde se “convertían” de nuevo!
Bueno, como dice el refrán, “¡Vive y aprende!”
He aprendido muchas lecciones en más de medio siglo en el ministerio de Cristo y yo he quedado completamente desilusionado, ¡con respecto a la sinceridad de una gran cantidad de religiones profesantes en el mundo!
La audiencia de la radio crece
En una carta a los colaboradores que regularmente apoyan la Obra de Dios con sus diezmos y ofrendas, del 12 de febrero de 1937, se estimó que la audiencia de la radio subía a unos cuarenta o cincuenta mil oyentes cada domingo. ¡Y estaba en crecimiento constante “hacia nuestra meta de 100.000”, informé en la carta!
¡Qué enorme meta!
¡Eso parecía poderosamente grande, en ese entonces! Sin embargo, hoy nuestra audiencia que escucha la radio es inmensamente más grande.
¡Pero el punto es, como ya he dicho una vez, que yo, en esos días, no tenía ni la más remota idea de que esta Obra jamás alcanzaría ni siquiera una fracción del poder que posee hoy!
Creo que ya he dicho antes, que yo tenía visión. Que yo, en ese momento, ansiaba ir a estaciones pequeñas en Seattle y Spokane. Pero mi horizonte se había ampliado para incluir a todo el Pacífico noroeste, y a veces hasta me imaginaba que toda la costa. Pero la visión de una Obra de Dios, con poder en la vasta escala de todo el mundo de hoy fue la de nuestra Cabeza viviente y Director General, Jesucristo, ¡no la mía! Ésta es Su Obra. ¡Yo, junto a nuestros colaboradores, hemos sido meros instrumentos en Sus manos! ¡Sin embargo, el tamaño actual, el alcance y el poder de esta gran Obra son un testimonio del poder de Dios para construir, y aumentar su obra, y que siga creciendo hasta que, como el grano de mostaza, llene toda la Tierra!
¡Cualquiera sea la planta que mi Padre celestial no haya plantado será arrancada de raíz! ¡Dios dice que Él nunca detendrá la Obra que Él ha comenzado! Todo lo que viene del hombre, ¡está destinado a reducirse a la nada! Pero lo que es de Dios, ¡no se puede detener! A través de los años nos hemos encontrado con dificultades, con persecución, desilusión; ¡con muchos obstáculos! Pero ninguno nos pudo detener, o prevenir que este trabajo crezca y se multiplique, ¡con gran poder y alcance!
Compare la respuesta de correo de transmisión de hoy en día con la de1937. Una carta enviada a los colaboradores el 19 de marzo de 1937, informó lo siguiente: La “gran” respuesta de correo, en las últimas 2 1/2 semanas, son 26 cartas de kxl, Portland, 20 de los oyentes de kslm, Salem, y 12 de kore, Eugene. Un total de 58 cartas. La carta decía: “Hermanos, ¿vale esto la pena?” Eso parecía grande en ese entonces. Hoy en día, recibimos decenas de miles de cartas a la semana. Y eso es sólo en Estados Unidos. Además de esto, recibimos correo en nuestras oficinas en todo el mundo, mucho mayor en cada oficina a diario de lo que entonces teníamos en 2 1/2 semanas en 1937.
Esta carta del 19 de marzo de 1937, comenzaba así: “Estoy más que satisfecho con la evidencia del rápido aumento en la audiencia y el creciente poder e influencia”. Este conteo de correos nos inspiró a incrementar nuestra actividad en ese momento. ¡Y, en comparación con lo que Dios nos concede hoy, ese mismo informe nos da a todos, que tienen el corazón en la Obra de Dios, una fuerte inspiración para promover una mayor actividad, hoy en día!
Me pregunto si el lector puede darse cuenta, mientras leo estas cartas e informes de archivos polvorientos de hace mucho tiempo, ¡cuánta satisfacción profunda y gratitud inspiradora nuestro Dios me da hoy! Fue una verdadera lucha, en ese entonces. ¡Siempre ha sido! ¡Pero los resultados con los que hemos sido bendecidos, la garantía de un crecimiento continuo desde ese entonces, son muy gratificantes y valen la pena todo lo que ha costado miles de veces!
Hay una razón para este crecimiento rápido y constante a lo largo de los años. Esa razón se afirma en parte en una carta fechada el 8 de abril de 1937: “Ésta no es simplemente otra transmisión religiosa. Es algo completamente diferente, como estoy seguro de que usted se da cuenta en este momento. ¡Ésta se atreve a proclamar la VERDAD bíblica directamente! Se atreve a advertir a la gente del temible Día del Señor que se acerca rápidamente, y a predicar el único evangelio verdadero: ¡la buena noticia del Reino de Dios! ¡Éste se atreve a corregir las fábulas modernas!
¡Lo mismo sigue siendo hasta hoy en día!
Más persecución
El domingo 2 de mayo 1937, el programa fue dedicado a los estudiantes de secundaria en las tres estaciones de radio. Por acuerdos con el director de la escuela Eugene High School, los grupos corales combinados de chicos y chicas de esa secundaria proporcionaron la parte musical del programa. El mensaje fue dirigido a estudiantes de secundaria, y el título del tema escrito en su propia jerga: “Obteniendo una verdadera diversión de la vida”. Una nota especial fue enviada el lunes anterior, a los directores de las escuelas secundarias de Oregón y del suroeste de Washington, pidiéndoles que anunciaran el programa a los estudiantes en una asamblea.
Alrededor de la primera semana de julio, se inició otra campaña de seis semanas en Eugene. La asistencia fue buena, con un promedio de 150 a 200 personas por noche. Como de costumbre, hubo varios conversos.
Además, desde el 20 al 29 de agosto, se realizó una reunión de campamento en Cabin City, en la carretera al norte de Eugene.
Esta reunión de campamento en particular fue lo último de nuestra cooperación con la rama de la iglesia de Salem, Virginia Occidental. El hijo de uno de los llamados “12 apóstoles” de esa iglesia me informó de un complot, tramado en una reunión a la que asistió con su padre, en la que los llamados “ministros principales” de ese grupo tenían la intención de usar esa reunión de campamento, de la cual nosotros en Eugene éramos los anfitriones, para intentar desacreditar y arruinar el programa de la transmisión radial.
Yo había anunciado la reunión del campamento a través de la radio semanas antes, invitando a todos los oyentes a asistir. Inmediatamente, al enterarme del complot, designé un comité para que se encargara de la reunión del campamento, y les pedí que acudieran a los “ministros principales” que ya estaban en Oregón, exigiendo que todos los antagonismos e insinuaciones despectivas en mi contra personalmente y del programa de radio fuesen retirados de sus planes. Ellos se negaron, diciendo que venían otros ministros de la costa este, a quienes no podían silenciar, y que estaban decididos a arruinar la transmisión si fuera posible.
Acto seguido, anuncié que no habría campamento. Dentro de dos días, el “apóstol” a cargo de estos campamentos anuales llegó a Eugene desde el sur de California. Él vino directamente a nuestra casa.
¿Qué era esto?, preguntó, sobre mi amenaza de suspender la reunión del campamento.
“Así es”, le dije, explicándole la conspiración para difamar y destruir la difusión del programa de radio.
“Pero no puedes evitar que esta reunión tome lugar”, él exclamó.
“Pero sí que puedo y lo haré”, le contesté. “Como verá, yo he alquilado este terreno a mi propio nombre, y lo controlo solo. No permitiré que el terreno sea utilizado. Tengo la lista completa de miembros y sus direcciones de correo. Voy a enviar avisos informando a todos de los hechos, diciéndoles que está cancelado, y que no vengan. Alrededor del 85 por ciento de toda la asistencia que se espera son de miembros de las dos iglesias en Eugene y Jefferson, de las cuales yo soy el pastor, y ellos harán exactamente lo que yo les diga. No hay otro lugar posible donde esta reunión pueda tomar lugar. El próximo domingo, voy a anunciar a la audiencia de la radio que el campamento que empezaría esa noche, ha sido cancelado. ¡Nadie vendrá! Ahora dígame, por favor, ¿cómo le hará usted para detenerme de cancelar el campamento, y así salvar la transmisión de radio?”
Su esposa intervino, y le aconsejó, que se diera cuenta de que “lo tenía acorralado”.
Luego me suplicó que no lo cancelara, prometiendo que no habría ningún ataque en mi contra, o del programa de radio desde el púlpito o de ninguna otra forma durante las reuniones. Pero me mantuve firme.
“¿Cuestiona mi palabra?”, me preguntó, un poco indignado.
“No es su veracidad lo que cuestiono, sino su capacidad de detener este ataque mal intencionado”, le contesté.
Él me recordó que era primo del líder de la iglesia, quien tenía a todos estos ministros bajo su pulgar. Dijo que él garantizaba que nada hostil iba a ocurrir. Por último, con esto, yo cedí y acepté que la reunión continuara.
Pero había un trasfondo de amargura y odio. Cada vez que yo predicaba, el siguiente ministro en predicar dedicaba su sermón en un intento a refutar, en desacuerdo, y derribar todo lo que yo había dicho. Me esforcé en predicar temas que no podían ser negados o que no pudieran estar en desacuerdo, sin embargo, ellos siempre encontraban una manera de torcer lo que yo había dicho en un intento por hacerme quedar mal.
Luego, en la reunión de ministros, este mismo “apóstol” que siempre había parecido muy amable conmigo, demostró estar dispuesto a dar un “beso de Judas”. Teniendo la oportunidad, dijo con simpatía fingida, que el querido hermano Armstrong había trabajado tan duro y que estaba tan sobrecargado de trabajo, que decidió “ayudarme” quitándome algunas de mis “cargas”. Por lo tanto, ellos habían decidido nombrar a otro de sus ministros (totalmente hostil hacia mí), como pastor de la Iglesia en Jefferson. El “apóstol” estuvo casi a punto de llorar lágrimas de cocodrilo de simpatía fingida.
Un anciano y un diácono de la iglesia de Jefferson, conmocionados y completamente agitados por este complot tan evidente, hipócrita y engañoso, para “apoderarse” de esa iglesia y así robar la entrega de sus diezmos y ofrendas, renunciaron de inmediato.
Todos nosotros en la iglesia de Eugene, y la mitad de los miembros de Jefferson, cortaron todas sus relaciones y esfuerzos de cooperación con aquellos que habían demostrado estar dispuestos a servir a Satanás y su codicia personal, ¡para perjudicar a la mismísima Obra de Dios! Voy a terminar aquí todos los comentarios acerca de este grupo, con el epitafio de que (como un árbol muerto) ellos desde entonces se dividieron y se han vuelto a dividir en numerosos pequeños grupos, odiándose unos a otros que ninguno parece saber ni dónde se encuentran.
Estos eventos de acoso fueron desagradables. Esto realmente nos hirió a la señora Armstrong y a mí, y a todos los fieles de la verdadera Obra de Dios, tan profundamente, al ver que algunos a los que queríamos tanto, estaban dispuestos a dejarse engañar por predicadores codiciosos y obstinados. ¡Pero así es la vida y este mundo!
Jesucristo dijo que la puerta es estrecha y el camino duro y difícil, que lleva a la vida, y sólo unos pocos lo hallan. ¡Sin duda, hemos encontrado estas palabras ciertas! No ha sido un camino fácil. Sé por qué Jesús era un hombre de tristezas. Esto no se debía a la persecución contra Él o al sufrimiento personal, sino a Su angustia de ver a aquellos a quienes amaba, ¡rechazar la verdad y estar dispuestos a ir por el camino equivocado hacia su propia perdición! Duele profundamente ver gente, ¡caer por el camino!
Pero en la Obra de Dios, las grandes bendiciones superan las penas como 100 a 1. ▪
Continuará...