La Trompeta
Autobiografía de Herbert W. Armstrong: Cuesta arriba todo el camino
Continuación de El crecimiento constante de la Obra en Eugene
En el capítulo anterior habíamos llegado a la primavera de 1935. Ahora me gustaría retroceder brevemente.
Las radiodifusiones habían comenzado el primer domingo de enero de 1934. La primera edición de Plain Truth (La pura verdad) mimeografiada salió el 1 de febrero de 1934. El tercer punto de la “Campaña de Tres Puntos” comenzó el primero de abril con la campaña evangelizadora a pequeña escala en el centro de Eugene, Oregón.
Hallazgo de notación antigua
En un capítulo anterior mencioné que la radiodifusión comenzó con promesas de donación ligeramente superiores a las de la mitad de su costo semanal de $2,50 dólares. Esos $2,50 por media hora en la estación de radio kore, era casi una donación de su propietario, el Sr. Frank Hill. Él probablemente le daba los $2,50 al presentador como un pequeño bono por abrir la estación 30 minutos temprano. Kore había estado saliendo al aire con su programa del domingo a las 10:30 a.m. El Sr. Hill simplemente movió su horario de operaciones media hora más temprano, para conseguir tiempo al aire y darme media hora.
Actualmente, $2,50 dólares podría parecer un poco ridículo como el precio de una transmisión de media hora. ¡En esa época, para mí no era nada absurdo! Estábamos en lo peor de la depresión. Sólo unos pocos meses antes yo había renunciado al salario que estuve recibiendo de $3 dólares a la semana. En ese tiempo un solo dólar era algo considerable para nosotros.
Cuando antes dije que tuvimos que asumir en pura fe, casi la mitad del cobro de $2,50 por la radiodifusión de cada semana, estaba escribiendo de memoria. Los últimos capítulos fueron escritos en Inglaterra.
Desde que regresé a Pasadena he investigado en los archivos antiguos y polvorientos desde el año 1933 hasta alrededor de 1940. Los documentos guardados en carpetas de archivo están todavía intactos en las cajas de cartón que obtuve sin costo en un almacén de víveres. No podíamos darnos el lujo de comprar gabinetes archivadores de acero en ese tiempo. En esos archivos antiguos, almacenados en la bodega del sótano de uno de nuestros edificios en el campus de Pasadena, he seleccionado varios documentos, cartas, boletines y copias interesantes de La pura verdad mimeografiada. Entre ellos encontré una hoja antigua y amarillenta en la cual había escrito anotaciones de las promesas de donaciones para iniciar el programa de la radio.
Bajo “Promesas de Donación para Radio” están los siguientes:
J. J. McGill $0.50
Ernest Fisher $1.00
Sra. C. A. Croffoot $2.00
T. P. Madill $1.00
John Davison & Fam. $0.50
Edgar W. Smith $1.00
Sra. J. W. Snyder $0.25
Sra. Gemmel $0.25
Total: $6.50
Hoy podría parecer un poco extraño que algunos pudieron comprometerse con sólo 25 o 50 centavos al mes. Quizás nos hemos echado a perder por la prosperidad actual. Quizás hemos olvidado esos días de la máxima depresión. Pero en ese momento 25 o 50 centavos al mes, por encima y además de los diezmos y ofrendas regulares, como una promesa de donación especial, pudieron haber significado un sacrificio considerable. De cualquier forma, esos son los nombres que hicieron posible el inicio de la obra de transmisiones que ahora cubre todos los continentes habitados, y que hoy probablemente ha llegado a ser la obra de transmisiones más poderosa de la Tierra, ¡alrededor del mundo!
¡Y ahora lo digo para el honor de esas personas por su sacrificio inicial! ¡Esta no era tan pequeña como hoy podría parecer a primera vista! ¡Dios la ha multiplicado muchos miles de veces!
Cuando el Dios Todopoderoso hace algo por Sí mismo, sólo por Su propio poder, lo hace de una manera tan poderosa y enorme que nuestras mentes no pueden comprenderlo. Pero cuando Dios hace una obra a través de instrumentos humanos, Él siempre la comienza como la semilla proverbial de mostaza que es la más pequeña. ¡Pero ésta crece hasta ser un árbol muy grande!
Así que les doy honor a esos ocho colaboradores originales. La mayoría si no todos, están ahora muertos pero lo que ellos ayudaron a comenzar continúa viviendo, ¡con poder amplificado!
En esa misma hoja de papel amarillenta está la notación por $11,75 dólares, de los diezmos y las ofrendas recibidas; ¡probablemente el ingreso de todo un mes para el sustento de mi familia! También hay ofrendas especiales por $4,25, para el Boletín que yo estaba distribuyendo. Pero bajo éste, aparecen las notaciones: “Gastos para el Boletín: plantillas $1,75; 1 resma de papel, $1,35; tinta, $1,25; correo, $1,50; misceláneos, $1,52; total, $6,02. Eso significaba $1,77 más de las ofrendas recibidas para el propósito. Yo supongo que ese $1,77 se pagó de los $11,75 del ingreso de mi familia, dejándonos menos de $10 para vivir al mes.
He dado esta breve “escena del pasado” porque siento que pocos lectores, adaptados a la prosperidad y lujos actuales, comprenderían de otra forma lo accidentado del camino por el cual esta obra de Dios fue forzada a comenzar.
En realidad, de los $2,50 para la transmisión del domingo, yo tenía un poco más de la mitad de la cantidad prometida como donaciones. Cuando había cinco domingos en el mes, la transmisión costaba $12,50, y cuando había cuatro domingos era $10 dólares. El costo promedio era de $10,83 al mes. Los $6,50 prometidos en realidad eran el 60%. Pero comprometernos con esos $4,33 adicionales al mes en fe pura, ¡fue una prueba de fe mayor en ese tiempo de lo que se comprendería ahora fácilmente!
¡En ese entonces yo no tenía ni idea de dónde iban a venir esos $4,33 adicionales al mes! Pero me sentía positivamente confiado de que Dios había abierto esa puerta de la radio, ¡y que Él esperaba que yo entrara por ella! Y yo confié totalmente en la promesa de la Escritura que dice: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Y aunque Dios ha permitido muchas pruebas severas de fe, ¡Él siempre ha cumplido esa promesa!
Haciendo añicos a su ídolo
Pienso que sería bueno darle al lector una idea de las dificultades financieras bajo las cuales la actual obra de Dios comenzó. ¡Algunos críticos insinúan que yo comencé esto por el dinero! Quizás sería bueno poner las cosas en claro.
Y aún más porque un estudiante avanzado aquí en el Ambassador College campus quedó muy sorprendido el otro día cuando supo que yo había tenido que trabajar duro por 28 largos años de escasez económica. Él había oído que yo había sido “tumbado” económicamente por Dios de una forma similar a la que el apóstol Pablo fue cegado y reclutado en el servicio de Dios. Pero este estudiante había pensado que mi prueba financiera de fe había consistido de unos dos o tres periodos cortos o quizás unas cuantas semanas o unos pocos meses.
Déjenme decir aquí mismo algo acerca de la conversión que yo encuentro que la mayoría de las personas no entienden.
El arrepentimiento requerido como una condición para estar verdaderamente convertidos por haber recibido el espíritu Santo de Dios es algo bastante diferente a lo que la mayoría de la gente supone. Es infinitamente más que simplemente “ver” la verdad de Dios, o algo de ello, y de ser lo suficientemente bueno para abrazarla y aceptarla. Es algo totalmente diferente a simplemente estar de acuerdo con ciertas doctrinas.
Quien sea que usted sea, usted tiene, o usted ha tenido un ídolo. Usted ha tenido otro “dios” ante el verdadero Dios Todopoderoso. Éste pudiera ser un pasatiempo habitual, o una afición. Pudiera ser su esposo, o su esposa, su hijo o hijos. Pudiera ser su trabajo. Pudiera ser su propia vanidad, o el maquillaje que se pone, o su negocio o profesión. A menudo, es la opinión de sus amigos, de su familia o su grupo social, o de sus contactos de negocio.
Pero sea lo que sea, ese ídolo tiene que ser demolido, aplastado; debe de ser literalmente arrancado de su mente, aunque duela más que una extracción de todos sus dientes, ¡y quizás hasta la quijada también! No creo que mucha gente experimente esto sin dolor. Yo no sé de ninguna anestesia que lo haga placentero. Generalmente parece ser algo más traumático que la agonía de muerte por la tortura más cruel.
Pues bien, yo tenía un ídolo. Toda mi mente y mi corazón estaban enfocados en ese ídolo. Yo había trabajado duro noche y día por ese dios falso. Mi objetivo falso era un deseo intenso, desesperado, una obsesión y motivación ambiciosa de convertirme en un personaje “exitoso” a los ojos de hombres importantes de negocios. Quería ser considerado por ellos como una persona sobresaliente e “importante” en el mundo de los negocios. Quería conseguir estatus. Yo no tenía un amor en sí por el dinero.
Después de establecer mi negocio de representante de publicaciones en Chicago, yo tenía la aspiración de algún día tener o construir una casa de las mejores y más finas, de la playa norte del suburbio aristocrático de Winnetka, con un terreno bello y enorme que le diera un aspecto de gran apariencia. Yo quería ser considerado importante por la gente importante.
Chocando con la realidad
Yo estaba tan celosamente enfocado en ese logro, que se convirtió en el dios que yo adoraba y servía.
Dios no podía usarme siempre y cuando yo tuviera otro “dios” que fuera más importante para mí que Él. No obstante, remover esa ambición de mí fue como el arrancarme de raíz, tronco y rama, incluso de mi propia vida. Fue la eliminación de todo para lo que yo sentía que vivía y trabajaba.
Entonces, lo primero que hizo Dios fue quitarme mi negocio en Chicago, llevando a la bancarrota a todos los clientes principales. Después, en dos ocasiones, Él tumbó ante mí unos negocios que prometían ser multimillonarios. Él me redujo a la pobreza y al hambre.
Pero como el dicho dice, ¡mientras más grandes, más duro caen! Y todo mi ego súper inflado se vino estrepitosamente abajo, abajo, ¡ABAJO! Yo había sido tan grande e importante, a mí propio parecer, ¡que no quedaba espacio para Dios! ¡Pero Dios esculpió a su tamaño real al farisaico de Job! Dios puso al jactancioso rey Nabucodonosor a comer hierba, ¡con las bestias del campo! Dios azotó a Saúl con ceguera, le cambió de dirección y luego su nombre a Pablo. Y definitivamente Dios pudo tumbarme de encima de mi alto e imaginario pedestal. Y lo hizo una y otra, y otra, ¡y otra vez! Yo tenía que darme cuenta que toda esta auto “importancia”, ¡era una pura ilusión! Fui tumbado al suelo y a la realidad, ¡de golpe!
En vez de mi ego, vanidad y auto importancia, ¡Dios me alimentó durante 28 años con una cruda dieta de carestía, humillación y pobreza!
Si Dios me hubiera permitido sufrir solamente breves períodos de unas semanas de dificultades financieras, incluso al punto de pasar hambres, ¡yo hubiera vuelto inmediatamente después a acomodar a mi ídolo para servirlo otra vez! Si Dios me hubiera permitido sufrir ese tipo de humillación y pobreza por tan sólo un año, o incluso seis o siete años, yo hubiera probablemente retornado a ese ego súper inflado una vez que me recuperara financieramente.
Pero, como los eventos de toda mi vida lo han comprobado, lo que Dios tenía en mente era usarme como Su instrumento en preparar el camino para el Mundo de Mañana, para paz mundial, para felicidad, gozo y prosperidad universal, y para una obra mundial de gran crecimiento, involucrando grandes gastos en Su servicio. Y Él sabía que nunca me podría confiar el manejo de Su dinero en la administración de Su Obra mientras yo tuviera mi corazón puesto en el dinero o las cosas que el dinero pudiera comprar.
Por favor no me malinterpreten. No es malo tener o disfrutar las cosas buenas materiales de la vida. Lo que sí es malo, y por lo tanto dañino para nosotros mismos, es poner nuestros corazones en estas cosas, ¡en vez de los verdaderos valores! El amor por cosas materiales, la vanidad de querer exaltar el ego en vez de a Dios, de querer la adulación de la gente y ser considerado “importante”. Estas sí son cosas malas sobre las cuales enfocarnos. Cuando el corazón está puesto en tales valores falsos, ¡el alma se marchita y se seca internamente! ¡Gracias a Dios que me salvó de tal destino por medio de 28 años de pobreza y humildad!
Muriendo para VIVIR
Yo nunca fui convertido sino hasta que fui llevado al lugar donde me di cuenta que no soy nada; hasta que me sentí completamente abatido, derrotado, y entendí la grandeza de Dios que todo lo abarca. Cuando llegué a considerarme como un “pedazo de basura humana” inútil que ni siquiera valía la pena tirarlo al basurero de desperdicios humanos (realmente arrepentido por haber imaginado que yo era “alguien”) y quedé completa, total y amargamente afligido por la dirección que había tomado y las cosas que había hecho (digo, real y verdaderamente arrepentido), le dije a Dios que ahora estaba listo para entregar mi ser y mi vida a Él. Ésta, ya no tenía valor para mí. ¡Y le dije que podía tenerla si Él podía usarla! En ese entonces pensé que era inútil, ¡incluso en las manos de Dios!
Pero permítame decirle al lector, que si Dios pudo tomar a ese hombre totalmente derrotado, fracasado e inútil al que yo tuve que ser reducido, y usar esa vida para desarrollar y construir lo que Dios ha hecho, Él puede tomar su vida también, y usarla en una manera que usted simplemente no puede imaginar ahora, ¡si se la entrega sin reserva y la deja en Sus manos! De lo que ha pasado desde aquel entonces, yo no me doy gloria, sino que ésto magnifica una vez más el poder de Dios, ¡de tomar una herramienta sin valor y llevar a cabo Su voluntad a través de ella!
Pero nunca suponga que fue fácil. Si una madre sufre dolores de parto para que su niño pueda nacer, la mayoría de nosotros tenemos que sufrir para que podamos nacer de nuevo de Dios, ¡inclusive en esta primera etapa de engendramiento que llamamos la conversión!
Y, ¿qué significa todo esto? ¡Significa que millones de cristianos profesos han sido engañados en la creencia de una conversión falsa! Significa, como dijo Jesús: “porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. O, en otro lugar, “El que ama su vida la perderá”.
¡Significa que el individuo debe ser transformado! ¡Es un cambio de lo que usted ES! Jesucristo nunca describió el camino de salvación como el camino amplio, fácil y popular. Más bien, dijo que la ruta popular es el camino que guía a la destrucción, y que muchos están viajando por ese camino. ¡Él dijo que muchos desearían entrar al Reino de Dios, y no podrán! ¿Por qué? Porque ellos no son capaces de renunciar a este mundo, a los caminos del mundo, de dejar de preocuparse principalmente del “¿qué dirán mis amigos, mi club, mis socios y mis parientes?”
¡Arrepentimiento significa renunciar a su camino, el camino del mundo y la opinión del mundo acerca de usted! Significa volver al camino de Dios, ¡el camino de Su ley! Significa una entrega, entrega incondicional, para vivir por toda palabra de Dios. ¡Ya que la Biblia es la Palabra de Dios, significa vivir por la Biblia! ¡Significa absoluta sumisión voluntaria a la autoridad de Dios, como está expresado en Su palabra!
Cuando uno se da cuenta completamente de todo lo que involucra la rebelión contra la autoridad de Dios, de la Biblia, ¡no es fácil renunciar! Es mucho más que un cambio de dirección. ¡Es un cambio en lo que usted ES! ¡Ese viejo yo no quiere morir! Este verdadero arrepentimiento es terriblemente doloroso. ¡Es agonía! ¡Jesús dijo que pocos encuentran ese camino!
No fue fácil para mí. ¿Qué de usted?
El único pueblo de Dios, yendo por Su camino, que conocíamos en ese tiempo se encontraba en el extremo opuesto de la sociedad humana de los grandes (y los casi grandes) con quienes había estado orgulloso de asociarme. Por supuesto, pensé inmediatamente en lo que pensarían de mí, mis viejos amigos y socios de negocios. Ellos me considerarían como un fanático abrazando la superstición. Era humillante. Sabía lo que significaba renunciar a tales compañías. Sabía lo que significaba renunciar a las ambiciones de mi vida. Significaba renunciar a todo lo que yo me había impulsado tan duro para obtener. Pero ahora estaba desilusionado. Todo eso había sido puro ego, un puro inflar de la vanidad. Se trataba de un globo inflado, y el globo había sido pinchado.
Cuando le entregué mi vida literalmente a Dios, ¡lo dije en serio! Ya no la consideré como mía. Sin embargo, si Dios simplemente me hubiera traído a esta experiencia agonizante de la conversión, y luego me hubiera restaurado a la facilidad y prosperidad económica, probablemente habría vuelto a los mismos objetivos y caminos. La vieja arrogante auto confianza probablemente hubiera vuelto. Probablemente no hubiese aguantado como un cristiano.
Así que Dios no solo me llevó hasta abajo. ¡Él me mantuvo así por 28 largos años!
Sin embargo vivir sin este antiguo “dios” ya no era doloroso, una vez renuncié a él. En vez de eso encontré al verdadero Dios. Había encontrado un gozo desbordante al recibir nuevo entendimiento de la verdad de Dios, de la Biblia. Ahora me sumergí en el estudio de la Biblia con un celo energético que sobrepasaba a cualquier esfuerzo que había gastado en la búsqueda del éxito material. Encontré nueva felicidad y gozo en la comunión de ese pueblo humilde y moderado, que era infinitamente más grande que cualquier gozo experimentado antes. La Sra. Armstrong y yo ahora estábamos buscando primero el Reino de Dios, y Su justicia. Aprendimos que la felicidad no consiste en las adquisiciones materiales.
Cuando Dios abre las puertas
Entre viejos papeles, cartas y boletines en esos archivadores antiguos y polvorientos, encuentro una carta mimeografiada dirigida a los colaboradores. Nuestra pequeña familia de colaboradores que hacen posible esta Obra de Dios era todavía muy pequeña, quizás un par de docenas más o menos. La carta está fechada el 20 de diciembre de 1934.
Comenzaba: “Estoy muy contento de poder hacer un anuncio muy maravilloso e importante. El Señor ha bendecido muy gentilmente la Obra. (…) Y ahora ha abierto el camino para una influencia mucho mayor durante 1935 (…). ¡Ha llegado una maravillosa oportunidad para que la Iglesia de la Radio salga al aire en Portland! Esto se puede lograr por medio de un enlace entre kore (nuestra estación actual), en Eugene, y la estación kxl en Portland”.
Algunos otros extractos de esta carta pueden resultar interesantes.
Aquí hay uno, ¡y cuan verdadero es, aun hoy! “Pero hay un dato del cual quiero que ustedes se den cuenta. Se ha dicho que si un ministro se atreve a presentarse ante su congregación y predicar la pura verdad de la Biblia, no le quedarían ni una docena de miembros. De eso se trata la verdad, porque la Palabra de Dios es útil para redargüir, para corregir (2 Timoteo 3:16), y el ministro que la use para redargüir y corregir (2 Timothy 4:2) como Dios manda, ¡encontrará que el momento ha llegado cuando la gente ha adoptado fábulas! ¡Nosotros nos hemos atrevido a predicar la verdad! No hemos resguardado palabra, ni le bajamos el tono a la Palabra de Dios. Sin embargo POCOS apoyarán tal predicación”.
“Sin embrago”, continúa la carta, “hemos encontrado una paradoja peculiar. Hemos aprendido que la gente escuchará, por la radio, la pura verdad que les haría levantarse y salirse, ¡si sus propios ministros la predicaran en sus propias Iglesias! Mas ellos sí la escucharán por la radio, ¡pero no van a apoyar tal predicación! Nos privamos completamente de su apoyo financiero, ¡sin embargo ellos sí escuchan! ¿Y sabe usted, que hay millones en Estados Unidos que nunca escucharán la última advertencia del evangelio de ninguna manera, excepto por la radio? ¡Ellos pueden ser alcanzados por la radio, y SÓLO por la radio!”
¡Cuán verdadero ha sido esto! Ésta es una razón por la que Dios Todopoderoso abrió la puerta de la evangelización en masa por la radio, y después por la televisión. Actualmente, decenas de millones de personas escuchan cada semana; sin embargo, las cifras que apoyan esta gran Obra en todo el mundo (incluso hoy en día), son sólo unos pocos cientos de miles en todo el mundo, ¡y muchos de ellos en las categorías de ingresos más bajas!
Sin embargo, incluso desde sus comienzos en 1934, ¡sólo a aquellos pocos que han llegado a ser colaboradores activos (voluntariamente y sin solicitud nuestra), les hemos dado a conocer las necesidades financieras! Nunca hemos rogado ningún apoyo financiero al aire. Nunca hemos tomado colectas en campañas de evangelización. ¡Nunca le hemos puesto un precio a ninguna literatura del evangelio! La gente debe enviarnos sus ofrendas o diezmos, voluntariamente y sin solicitud, o deben decirnos que desean colaborar, ¡antes que los consideremos como colaboradores, o que les demos a conocer las necesidades financieras de la Obra!
¡Esa política de financiamiento estuvo en vigor desde la primera difusión en el año de 1934! Cada colaborador que ayuda a apoyar esta Obra de Dios es responsable individualmente de alcanzar a miles con el evangelio de Cristo, ¡porque sólo uno de varios miles, es colaborador!
Pero el punto que quiero dar es que, para finales de nuestro primer año al aire, ¡Cristo abrió otra puerta! Él abrió la puerta para que nosotros estuviéramos en la estación KXL, Portland, en ese entonces de sólo 100 vatios.
Pero en ese momento yo tenía miedo de entrar por esa puerta, hasta después que los colaboradores se hubieran comprometido con suficiente dinero para pagar por eso. Esta carta citada arriba continuó con pedirles a los colaboradores que se comprometieran; para un total global de sólo $50 por mes, para el año de 1935. Un formato y cupón de compromiso fue mimeografiado en la parte inferior de la segunda página de la carta.
Nuestros colaboradores no se comprometieron a los $50 global necesarios por mes. Lo que recuerdo es que ellos sólo se comprometieron a la mitad de esa cantidad. Y yo fallé al no entrar por la puerta que Cristo había abierto. ¡Tuvimos que esperar casi dos años más antes de que Dios nos diera otra oportunidad para que Su Obra se expandiera en Portland! Después se abrieron otras puertas, donde yo quería compromisos definidos antes de caminar por esas puertas. Pero los compromisos específicos no eran fe.
Teníamos que aprender, por experiencia, que cuando Dios abre puertas para el evangelio de Cristo, ¡Él espera que nosotros comencemos a caminar a través de ellas, en fe, confiando que Él va a suplir toda y cada una de nuestras necesidades!
Cuando hemos hecho esto, Dios siempre ha suplido la necesidad, aunque nos ha dado pruebas severas de fe. ¡Pero cuando nos hemos rehusado a seguir por donde Cristo guía, hasta que el dinero esté en la mano, el dinero nunca llegó!
¡Y así pasó todo el año 1935 y aun estábamos sólo en la pequeña estación de 100 vatios, en Eugene, Oregón!
Mi primer carro
Durante el año de 1935, continuamos mejorando La Pura Verdad hecha a mano en el Neostyle anticuado. La lista de correo había comenzado con 106 nombres. Pero entre 1934 y 1935 continuó creciendo como resultado del programa radial.
En la mayor parte de 1935, las reuniones de evangelización continuaron los domingos en la noche en nuestra “Pequeña Iglesia al final oeste de la Octava Avenida”. Yo había destinado tiempo para una breve campaña de seis noches a la semana de quizás dos semanas en la Escuela Clear Lake entre Eugene y Alvadore. También, había conducido una campaña de dos o tres semanas en una Escuela cerca de Globe, Oregón, como 40 millas al norte de Eugene.
Un Boletín fechado de marzo de 1935, anunció el incremento de 200 copias a la publicación de La Pura Verdad, y una audiencia de 8.000 radioescuchas cada domingo, estimada por la respuesta de correo.
Para Agosto de 1935, se estima que la radio audiencia era de 10.000.
Encuentro una carta con fecha del 19 de septiembre de 1935, que fue enviada por tres miembros de la Iglesia de Eugene, diciéndoles a los miembros y colaboradores acerca de nuestra extrema necesidad de un automóvil. Yo no había tenido auto desde la salida de Salem para Astoria en diciembre de 1931. Para todas estas reuniones que he tenido 8 millas, 12 millas y 15 millas al oeste de Eugene, me he visto obligado a “echar dedo” (pedir un levantón) o a ser llevado por alguien que tuviera auto.
Algunos extractos de esta carta pueden arrojar luz adicional sobre las circunstancias de la época. Estos son algunos:
“Querido amigo: Queremos traer a su atención algunos datos que no han sido conocidos acerca de la Obra, del ministerio y las circunstancias de su pastor de la radio y editor (…) Él comenzó esta obra de evangelización bíblica sin nada de dinero ni ingresos propios. Él no ha recibido ni salario ni ingresos de ninguna organización, sino que únicamente en pura fe en el Señor para suplir sus necesidades y las de su familia (…) Para hacer esto, el Hermano Armstrong y su familia se han sacrificado como ni se imaginan ustedes (…) La mayoría del tiempo el Hermano Armstrong ha estado predicando de seis a nueve veces a la semana. Él y su esposa hacen todo el trabajo ellos mismos de imprimir, doblar, escribir el domicilio y poner estampilla de correos en La Pura Verdad, para ahorrar gastos (…) Nosotros somos tres de los muchos que han sido convertidos por su predicación durante el año pasado. Ahora esta Obra se está expandiendo (…) Él tiene un llamado urgente para abrir reuniones de evangelización ya mismo, en Salem. El camino se está abriendo para que él salga al aire en Portland (…) Pero el Hermano Armstrong tiene grandes limitaciones, y puede estar impedido de expandir esta gran Obra, porque no tiene un automóvil. Ha llegado el tiempo en que él debe hacer viajes cortos de ida y vuelta entre Portland, Salem, y Eugene. También, debe haber una manera de poder visitar a más de su audiencia radial, especialmente a los enfermos y afligidos que lo llaman por oración. Así que nosotros, los firmantes abajo, nos hemos comprometido como un comité de tres para tratar de, con la ayuda y bendición del Señor, proveer un auto para este gran propósito (…). Tenemos en mente, no un carro nuevo del precio más bajo, sino un auto usado, al precio más bajo de autos, que sirva para el propósito y que cubra el kilometraje que ahora tendrá que cubrir. Uno de los firmantes es un mecánico experimentado y hombre de automóviles, quien seleccionará el auto correcto para el propósito. Nosotros tres estamos comenzando este fondo, aun sacrificando de nosotros mismos”.
Como resultado de esa carta, se recaudó un fondo de $50. Compramos un modelo usado Graham-Paige 1929, en Portland. El precio era de $85. Firmamos los papeles para pagar los $35 adicionales, con el acuerdo de que yo tenía 10 días para pagarlo en efectivo y ahorrar los recargos de un contrato de pago de un año. Pedí prestado los $35 y pagué por el auto. Después el hombre de quien lo tomé prestado, creo que era Ernest Fisher, se dio cuenta que debía esa cantidad de dinero en diezmo, y canceló la nota.
En mis días anteriores como un orgulloso en Chicago, habría sido un golpe muy doloroso para mi ego haber aceptado un carro en esa manera.
A lo largo de los primeros años, 1934 a 1936, algunas veces riendo me jacté de que “¡Tengo un traje para todos los días de la semana, y eso es todo!” Pero ese traje finalmente se gastó. Se convirtió en un obstáculo para la Obra. El Sr. Elmer Fisher decidió que yo tenía que tener uno nuevo, y me llevó a la tienda Montgomery Ward y me compró un nuevo traje por $19.89. Debió haber sido un año y medio o dos años después cuando éste se veía igualmente impresentable. En ese momento Milas Helms, cerca de Jefferson, formó dos comisiones, una encabezada por él en Jefferson, y la otra en la iglesia de Eugene, para solicitar contribuciones de los miembros para otro traje nuevo. Ellos recaudaron $35.
En estos años mi esposa usó ropa que su hermana le enviaba, y la manera en que mantuvimos vestidos a nuestros niños no me acuerdo, excepto que una mujer en Alvadore dejó de diezmar diciendo: “Bueno, no voy a permitir que ninguno de mis diezmos compren medias de seda para esas niñas Armstrong”. Ella dijo que las medias de algodón eran lo suficientemente buenas para ellas. Sin embargo, ¡todas las niñas en la preparatoria usaban medias de seda! Esto fue antes de los días del nylon. Si hubiésemos dejado que nuestras niñas usaran medias de algodón, ellas habrían sido ridiculizadas y burladas por las otras niñas. La Sra. Armstrong no quería que esto sucediera. Ella lo impidió al aceptar medias de seda usadas de otros, tanto para sus hijas como para ella, con agujeros y costura en los agujeros.
Fueron incidentes como estos los que amargaron y llenaron de prejuicios a nuestros hijos contra la verdad de Dios. A lo largo de esos años la mayoría de los miembros de la iglesia en Eugene vivían mejor que nosotros, económicamente.
Tengo una carta escrita el 13 de noviembre de 1935, demostrando que en ese tiempo, después de casi dos años al aire con el programa de radio, el ingreso de la Obra estaba avanzando aproximadamente de $40 a $45 por mes.
Fue en algún momento de 1935 que llegó la oportunidad de comprar una pequeña casa propia en la West Sixth Avenue en Eugene. Algunos miembros de la Iglesia recaudaron el pago inicial. En esto tengo que confiar en la memoria. No hay cifras a la mano mientras escribo. Pero creo que el precio fue $1.900, con el 10% de enganche ($190) y el 1% del balance de $1.710 de pagos por mes, o sea, $17.10 mensuales. Los miembros de la iglesia acordaron que si yo podía mantener los pagos, la propiedad, cuando fuera pagada, debía ser traspasada a mí. Fue escriturada a los tres oficiales de la iglesia y a mí, como depositario para la Iglesia, lo que la hizo propiedad de la Iglesia.
Más persecución
Me había llegado una petición para tener reuniones de evangelismo por tres semanas en la Escuela Eldreage en un camino rural a 12 millas al norte de Salem, Oregón.
En capítulos anteriores he tenido mucho que decir acerca del Sr. y la Sra. O.J. Runcorn. Hemos llegado a verlos como nuestros padres “espirituales”. Ellos vivían en Salem durante esos años. Su hijo, Fern Runcorn, y su familia vivían en esa comunidad cerca de la Escuela Eldreage, y el Sr. Fern Runcorn era un miembro de la junta escolar. Fue a través de él que se obtuvo el permiso de la junta, para tener las reuniones. Fui invitado a asistir como su huésped mientras las tenía.
Esta escuela era una de las dos escuelas más nuevas. Los salones eran divididos por puertas corredizas o plegables. Éstas se podían abrir para que los dos salones se convirtieran en un salón de auditorio más grande.
Aunque se trataba de una comunidad rural, tuvimos una asistencia en aumento de 50 a 70 cada noche. Entre ellos había como 15 adolecentes, incluyendo algunos chicos fornidos de 16 años. Ellos no llegaron porque estaban hambrientos y sedientos por la verdad de Dios. Llegaron por travesura. Se sentaban en los asientos traseros, maullando y haciendo ruidos extraños, tratando de perturbar el sermón.
El Sr. Runcorn me había advertido acerca de ellos de antemano. Dijo que si trataba de calmarlos o disciplinarlos de alguna manera, encontraría a todos los adultos resentidos, y la asistencia se detendría. No podía entender por qué, pero me advirtió que la gente estaba acostumbrada a esta confusión ruidosa, y resentiría cualquier esfuerzo de mi parte por detenerlo.
En consecuencia, cuando comenzó la molestia, dejé de predicar lo suficiente para decir que había sido advertido en contra de detenerlo.
“Ahora bien”, dije, “si esa es la manera en que ustedes lo quieren, esa es la manera en que pueden tenerlo. Estos muchachos están sentados en la parte trasera. Están más cerca a ustedes de lo que están de mí. Si ustedes pueden soportarlo, yo puedo. Pero si, y cuando ustedes se cansen de eso, y quieren que se detenga, ¡yo le pondré el alto!”
Cuando estos jóvenes bulliciosos vieron que no podían perturbar mis reuniones de esa manera, después de unas noches, una vez hicieron vandalismo en la escuela después de la media noche, quebrando una ventana y robando una serie de libros.
La siguiente noche, el Sr. Runcorn dijo que el presidente de la junta escolar había convocado a una reunión de la junta, y que él y el tercer miembro habían votado para rechazar el permiso de que las reuniones continuaran, sobre la base de que mi presencia allí estaba poniendo en peligro la propiedad de la escuela. Pero supe también que el jefe de la junta escolar era un miembro de cierta iglesia, de la cual aproximadamente la mitad de todos los residentes del barrio eran miembros, y que él mismo, había ordenado deliberadamente a estos muchachos al vandalismo del edificio de la escuela, con el fin de darle a él la oportunidad de negarme a mí el uso del edificio.
Esto más bien despertó mi indignación. Se me permitió un servicio más esa misma noche. En este servicio, le anuncié a la congregación lo que había pasado. Les dije que no quería ser un partido de una guerra religiosa en esta comunidad religiosamente dividida, pero que creía que Dios me daría la sabiduría para manejar la situación. Me sentía seguro de que la decisión de la junta sería revocada antes de la siguiente noche, y les aconsejé a todos que vinieran.
La mañana siguiente manejé a la oficina de Sheriff en Salem. Le pregunté si su oficina estaba dispuesta a defender la Constitución de Estados Unidos que garantiza el derecho de reunión pacífica.
“Sr. Armstrong”, dijo él, “si hay algo por lo que esta oficina se mantendrá firme, es por el derecho a la reunión pacífica. ¿Cuál es su problema, y qué podemos hacer por usted?”
Expliqué lo que había sucedido. Pedí que dos alguaciles estuvieran presentes cada noche, empezando en el momento de las reuniones, hasta aproximadamente dos horas después de la media noche, para prevenir más disturbios o destrucción de la propiedad de la escuela. El me aseguró que sus hombres estarían encantados de acabar con los disturbios de estos jóvenes rufianes arrestándolos y llevándolos a la cárcel si perturbaban más las reuniones, si prefería presentar cargos. Se hizo el acuerdo. Los alguaciles debían permanecer en la ludoteca de la escuela, justo afuera de la escuela.
Después, fui inmediatamente, con dos testigos, a la casa del jefe de la junta escolar.
“A ver, Sr. X”, dije cuando llegué a la puerta, “Entiendo que su única objeción a mis reuniones es su temor a la destrucción de la propiedad de la escuela, y su deseo de tener la propiedad protegida. ¿Es correcto?”
“Oh, sí, por supuesto”, contesto él.
“Y por supuesto”, proseguí, “aquí no hay persecución religiosa ni intolerancia en su acción ¿verdad? ¿Usted no está tratando de comenzar una guerra religiosa en esta comunidad donde la mitad son de su religión y la mitad de otro tipo de cristiandad?”
“Oh, no, claro que no”, dijo él, tornándose roja su cara.
“Bien, entonces, ya que usted no está haciendo esto como una cuestión de fanatismo religioso e intolerancia, sino sólo por proteger la propiedad de la escuela, estoy seguro que cambiará su voto en esto, porque no habrá más peligro para la propiedad de la escuela. La oficina del alguacil está enviando dos tenientes armados cada noche a partir de ahora. Ellos van a proteger la propiedad de la escuela hasta mucho tiempo después de la media noche, mientras haya algún peligro. Así que usted no tiene otra objeción ahora, ¿verdad?”
“Bien”, tartamudeó, “¡Yo-o su-supongo que n-no!”
“Gracias”, dije. “Estos hombres son mis testigos de que ahora nosotros tenemos su permiso para continuar las reuniones”.
Salimos, y nos dirigimos a la casa del tercer miembro de la junta. Le dije lo que había sucedido.
“Usted podría también hacerlo unánime”, dije, “ya que los otros dos miembros de la junta han dado permiso, de todos modos”. Él estuvo contento de hacerlo.
Esa noche tuvimos una gran cantidad de público.
“En el inicio de esta noche”, dije, “quiero decirles que estoy seguro (después de esta irrupción y robo en el edificio de la escuela), que ustedes estarán de acuerdo conmigo en exigir el derecho constitucional de tener una reunión pacífica. Hay dos alguaciles justo afuera de esta puerta. ¡El primero de ustedes jóvenes pendencieros, que haga un sólo sonido perturbador va a ser removido de su silla y encarcelado por la noche, y yo apareceré en su contra y exigiré la pena más severa de la ley!”
Al cabo de tres semanas, el interés había aumentado, y las reuniones se continuaron por seis semanas. ▪
Continuará...