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Aumento de los desastres ‘naturales’ y climáticos

(JOSH EDELSON/AFP/GETTY IMAGES)

Aumento de los desastres ‘naturales’ y climáticos

¿Q ué está mal con el clima? ¿Es realmente el cambio climático? Los huracanes, tornados, terremotos, inundaciones e incendios forestales ¿son realmente “naturales”? ¿Por qué se acumulan estas calamidades únicas en la vida, las cuales nunca se habían visto y que no sabemos de dónde vienen?

El número de desastres naturales está aumentando de manera apreciable. El Proyecto Borgen, sin fines de lucro, encontró que el promedio de desastres naturales registrados en 1970 fue de 78. Durante la década de 1990, esa cantidad fue de 354 desastres al año según la Cruz Roja. Entre 2000 y 2004, esa cifra se elevó a 728 desastres naturales por año y luego el número disminuyó ligeramente desde entonces. Sin embargo, la gravedad y el costo de estos desastres han seguido aumentando.

Desastres “sin precedentes” y “rompiendo récords” están ocurriendo a un ritmo acelerado. Los eventos “históricos” se están convirtiendo en algo común. Tales catástrofes deberían desafiar nuestro pensamiento. Nos obligan a prever la fragilidad del hombre. Exigen que consideremos algunas de las interrogantes más profundas que todos ignoramos fácilmente en tiempos más prósperos y pacíficos.

Los científicos están buscando explicaciones dentro del propio mundo natural, en particular a medida que los desastres aumentan en frecuencia y letalidad.

¿Por qué los desastres son cada vez más mortíferos? Muchos científicos señalan al cambio climático. Para dar cuenta de todos los desastres relacionados con el clima, frentes fríos dañinos, raras ventiscas, lluvias torrenciales, huracanes y un sinfín de otros peligros, muchos de ellos culpan a los gases de efecto invernadero que entran en la atmósfera de la Tierra debido a la actividad humana como la deforestación, la cría de ganado y la quema de combustibles fósiles. La lección que extraen es que, si los seres humanos dejaran de producir dióxido de carbono, los desastres naturales disminuirían.

Las pruebas indican que el smog procedente de la actividad industrial; el humo de la deforestación de tala y quema en los países en desarrollo; la sustitución generalizada de las superficies verdes y abiertas por el pavimento, el asfalto y los edificios; y los gases de escape de aviones, automóviles, camiones, trenes y barcos han contribuido a que se produzcan ligeros cambios en el clima mundial. Pero ¿son estos factores responsables de todas las calamidades sin precedentes que nos rodean?

Algunos científicos cuestionan la teoría del cambio climático provocado por el hombre. Señalan casos de otros científicos que en realidad cambian los datos de sus modelos climáticos para ajustarlos a su teoría. Argumentan que la doctrina del cambio climático se basa más en la ideología y no en pruebas científicas concluyentes.

Éste es un tema candente nublado por la política y por una cantidad considerable de información conflictiva. Los meteorólogos no saben hasta qué punto se pueden predecir con precisión los cambios o la variabilidad climática a largo plazo, ni entienden las razones que subyacen a los cambios en las principales fuerzas meteorológicas de impacto global, como las corrientes de chorro a gran altitud o las corrientes oceánicas.

Los expertos en meteorología sólo pueden confiar en la observación científica, la experimentación y la razón—la evidencia física—para pronosticar el tiempo a corto plazo. Y el tamaño, la interconectividad y la complejidad de la atmósfera ha demostrado hasta ahora ser demasiado grande para que los científicos lo entiendan suficientemente.

Sin embargo, hay aún más en la historia. La historia completa va mucho más allá de la posibilidad de un cambio climático provocado por el hombre debido a las emisiones de dióxido de carbono.


Más de lo que el ojo puede contemplar

Los átomos que componen nuestro planeta y su atmósfera no se hicieron solos. El agua que se mueve de los océanos a las nubes, de ahí a los ríos y de vuelta a los océanos no diseñó su propio ciclo. El suelo no formuló su propia mezcla de minerales y materia orgánica para sustentar cientos de miles de especies de plantas que viven, crecen y se descomponen, enriqueciendo el suelo del que brotaron. Los pájaros no diseñaron sus propias alas; los animales marinos no diseñaron sus propias aletas.

El clima no trazó sus propias corrientes oceánicas, no constituyó sus propias fórmulas de gases, no generó su propio efecto Coriolis, no proyectó su propia capa absorbente de radiación y meteoros, no equilibró sus propios sistemas de alta y baja presión, frío y calor, seco y húmedo, no diseñó su propio efecto invernadero ni formó su comunidad de plantas y animales con el propósito de escudar, sostener y proteger las frágiles pequeñas formas de vida que se encuentran debajo.

Estos diseños fueron diseñados. Esta creación fue creada.

Eso significa que hay un Diseñador, un Ser con una inmensa inteligencia, creatividad y poder.

El Dios que creó los cielos y la Tierra, las corrientes oceánicas y las corrientes de chorro, las formaciones de nubes y las cordilleras, las variaciones de latitud y los tipos de ecosistemas, todavía controla esas creaciones. Él tiene el poder de enviar suaves lluvias en su debido momento como una bendición o inundaciones torrenciales como una maldición. De hecho, incluso promete enviar el buen tiempo como una bendición a las naciones que obedecen Su ley y enviar desastres climáticos a las naciones que desobedecen.

Dios permite a la humanidad cosechar las consecuencias de la contaminación y otros pecados físicos. Pero también interviene en el clima para castigar a la humanidad por sus pecados espirituales. La Biblia revela que en nuestra época se producirán grandes alteraciones del clima y cada vez más desastres naturales.

Es por eso que la Trompeta observa tan de cerca el aumento de los desastres naturales y climáticos.


Los vecindarios residenciales cerca de la Interestatal 10 están inundados por el huracán Harvey el 29 de agosto de 2017, en Houston, Texas. Un área en Wynnewood, Oklahoma, yace devastada después de haber sido golpeada por un gran tornado en mayo de 2016. La gente camina por la Avenida Pennsylvania en condiciones casi de nieve en Washington el 23 de enero de 2016. (Crédito: MARCUS YAM/Los Angeles Times, ROGER HILL/Barcroft Images/Getty Images, MANDEL NGAN/AFP/Getty Images)

La “estación de transmisión ilimitada” de Dios

No hace mucho tiempo, incluso los intelectuales observaban la naturaleza y no podían evitar ver a Dios.

“Me gusta pensar en la naturaleza como una estación de transmisión ilimitada, a través de la cual Dios nos habla a cada hora, si tan sólo la sintonizamos”, escribió George Washington Carver, el distinguido científico del siglo xx. Ralph Waldo Emerson creía que “la gloria del Dios omnipresente irrumpe en todas partes” en la naturaleza.

La conexión con la naturaleza tiende a llevarnos de vuelta al Creador maestro de nuestro mundo.

Los primeros capítulos de la Biblia describen a Dios creando los océanos y las masas terrestres, la atmósfera y los patrones climáticos, las diversas especies de plantas y animales, los ecosistemas y el vasto conjunto de leyes que rigen el funcionamiento exitoso de la naturaleza. Estos capítulos describen a Dios construyendo la compleja maquinaria por la cual sostendría a la humanidad. Dios diseñó los sistemas oceánicos y atmosféricos que gobiernan el clima de la Tierra, y sólo Él entiende plenamente cómo funcionan y cómo pueden ser controlados.

La Biblia enseña que la naturaleza no sólo es la creación de la mente de Dios, sino que es, de hecho, un instrumento vital a través del cual Él se comunica con nosotros. “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20). Este libro, el cual la mayoría de la gente tiene en su estantería, pero pocos lo entienden, nos da información que los mejores instrumentos científicos y las conjeturas simplemente no pueden proporcionar.

Hoy en día, cualquier persona que se atreva a considerar a la naturaleza como una “emisora ilimitada de Dios” es tachada de fanática religiosa. Pero la Biblia afirma audazmente poder identificar las causas de los cataclismos climáticos y pronostica las tendencias climáticas a largo plazo.


Jesús: el pronosticador máximo

En Mateo 24, los discípulos de Jesús le preguntaron acerca de las señales que precederían Su Segunda Venida y el fin de este mundo actual. Él respondió con la profecía fundamental de Su ministerio terrenal: la profecía del Monte de los Olivos. Cada profecía de la Biblia sobre el tiempo del fin gira en torno a los eventos que Él pronosticó aquí. Una Biblia de letras rojas muestra que todas éstas son las propias palabras de Cristo.

Fíjese en los versículos 4-5: “Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”.

Esta es la primera advertencia que Cristo dio. Es la mayor señal de advertencia que debemos tener en cuenta. Advirtió que la gente vendría en nombre de Cristo, pero no creerían en el mensaje de Cristo. Y dijo que estos falsos ministros engañarían a muchos.

“Y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo” (Lucas 21:11).

¡El enfoque desleal que la mayoría de los líderes religiosos adoptan para responder a los desastres naturales es ciertamente un cumplimiento de esta profecía!

“Y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo”.

— Lucas 21:11

Cristo continuó dando otra importante señal del tiempo del fin: los patrones climáticos y otros fenómenos naturales empeoran violentamente. “Y oiréis de guerras y rumores de guerras (…) Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares” (versículos 6-7). Observe que, además de las “guerras y rumores de guerras”—seguramente una descripción acertada del estado actual de las relaciones internacionales—Jesús les dijo a Sus discípulos que Su regreso sería precedido por un aumento en los desastres naturales.

El relato de Lucas sobre la misma profecía dice: “Y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo” (Lucas 21:11).

Cristo declaró específicamente que antes de Su regreso habría terremotos en diferentes lugares. Es cierto que siempre ha habido terremotos. Pero para que Cristo hubiera dado esto como señal de la inminencia de Su regreso nos dice que debemos estar atentos a un cambio en la norma, un aumento notable y medible en la frecuencia y la furia de los terremotos, y tal vez se produzcan en lugares inesperados. Qué error sería, entonces, desestimar el hecho de que esto es exactamente lo que estamos viendo hoy en día.

En el siguiente versículo, Cristo nos dice: “Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:8). Éste es el punto en el que nos encontramos ahora. ¡Cristo nos dijo que es sólo el comienzo de dolores! Los desastres que ocurren ante nuestros ojos son sólo el comienzo. Van a empeorar mucho más.


Qué es tan diferente hoy

Siempre habrá gente que insista en que no corremos ningún peligro especial. Dicen que siempre hemos tenido tormentas y desastres. Siempre nos hemos recuperado. Siempre hemos reconstruido. Dicen que no hay un Creador, sólo los estallidos aleatorios, sin sentido y trágicos de la “Madre Naturaleza” que siguen su curso sin sentido.

Otros, incluyendo prominentes líderes religiosos, están diciendo, en efecto, que Dios nos creó, que envía bendiciones, que continúa bendiciendo a Estados Unidos, pero que Él no puede detener una tormenta . Dios no es lo suficientemente fuerte como para detener a la “Madre Naturaleza”.

Otros dicen que un Dios amoroso no permitiría que la gente sufriera, por lo tanto, estos desastres ambientales prueban que Dios no es amoroso, ni consciente o poderoso.

¡Ninguna de estas explicaciones concuerda con la verdad de la Biblia!

Así es como Dios responde a los burladores: “Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:13). A medida que el mal empeora, también lo hace el castigo de Dios. Pablo se dirige a los que vivimos en los últimos días. “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos” (versículo 1). La gente se engaña a sí misma pensando que no hay ningún peligro especial en este momento, que el mundo siempre ha sido así.

Estos no son tiempos normales. La Biblia dice que los terremotos, las sequías, inundaciones, tornados, huracanes y tsunamis son todo menos normales. Ya sea que ocurrieron en el pasado o si están ocurriendo ahora, son maldiciones que el hombre se ha acarreado sobre sí mismo como resultado de la desobediencia a las leyes de Dios. Y la Biblia dice que, en las naciones modernas de Israel, estas maldiciones están a punto de estallar; están a punto de ponerse tan mal que serán legítimamente comparadas con los eventos descritos en las páginas de la Santa Biblia. De hecho, ¡algunos de ellos son eventos descritos en las páginas de la Biblia!

La Biblia dice que los terremotos, las sequías, inundaciones, tornados, huracanes y tsunamis son todo menos normales. Ya sea que ocurrieron en el pasado o si están ocurriendo ahora, son maldiciones que el hombre se ha acarreado sobre sí mismo como resultado de la desobediencia a las leyes de Dios.

Dios está dando noticias anticipadas de la tormenta que pronto golpeará a todo EE UU, Gran Bretaña y la nación judía en Oriente Medio, tal como los meteorólogos advierten sobre los huracanes antes de que golpeen. Él está permitiendo a los residentes en el camino del desastre tomar medidas preparatorias.

¿Y qué hay de usted? ¿Discernirá las señales de los tiempos? ¿Prestará atención a la advertencia de Jesucristo, o la ignorará?


Escuchando la advertencia de Dios

El Dios de la Biblia es realmente todopoderoso, omnisciente y amoroso. Promete bendecir a la gente por la obediencia y maldecirla por su desobediencia.

En Levítico 26:3-4, Dios dice: “Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto”. ¿Reciben esta bendición las ciudades que están siendo agobiadas por inundaciones, o las que están languideciendo en la sequía? ¿Por qué no?

Si usted cree en el Dios de la Biblia, sabe que las sequías, las inundaciones y otros desastres son maldiciones por la desobediencia. La solución a tales maldiciones es el arrepentimiento. Para que nuestra tierra sea sanada, debemos entender estas promesas.

2 Crónicas 7:13-14 dice: “Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. Esa es una promesa absoluta. Si nos apartamos de nuestros malos caminos, Dios perdonará nuestro pecado y sanará nuestra tierra. Esta es una poderosa Escritura del Dios vivo que nos dice cómo resolver nuestros problemas.

Los terremotos y otros desastres naturales que preceden a la Segunda Venida de Cristo son evidencia de cuánto se ha alejado de Dios la humanidad. Estos desastres ambientales son el castigo de Dios, no por venganza, sino para que las diminutas formas de vida de este planeta vean su propia debilidad, se aparten de sus malos caminos y busquen a su Creador. Debemos estar muy atentos a la advertencia de Dios.

Cuando ve problemas tan horribles como los huracanes que destruyen ciudades, tiene que preguntarse: ¿Está Dios bendiciendo a la humanidad? La gente religiosa a menudo ora para que Dios sane su tierra. ¿Pero está Dios escuchando esas plegarias? ¿Está sanando nuestra tierra? ¿Nos falta algo?


Después de cinco años de sequía, enormes tormentas de lluvia golpearon partes del norte de California, causando el desbordamiento del desagüe de la Represa Oroville el 11 de febrero de 2017. En algunas áreas, lo que parecía ser una bendición largamente esperada se convirtió en una maldición. (Crédito: Dominio público)

En Amós 4:7, Dios dice: “También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó”.

Esta es una descripción acertada del clima mundial actual. Algunas regiones están experimentando inundaciones récord, mientras que otras zonas experimentan sequías récord. Esto se debe a que estos desastres climáticos son maldiciones divinas que se envían a la humanidad para prepararla para el regreso de Cristo.

Cuando Jesucristo finalmente venga, todos en la Tierra habrán visto la inutilidad de tratar de decidir lo que es bueno y lo que es malo estando apartados de Dios y Su ley. Reconocerán las maldiciones que han venido como resultado, y estarán listos para arrepentirse y volver a vivir el camino de la armonía y la felicidad que Dios le ofreció a Adán y Eva en el Jardín del Edén después de haber renovado la faz de la Tierra.

Eso significará el amanecer de una nueva era. Jesucristo establecerá el gobierno de Dios de amor, paz y alegría.

Con toda la humanidad caminando en los estatutos de Dios, guardando Sus mandamientos y cumpliéndolos, las promesas de Levítico 26 de la “lluvia a su debido tiempo” y de “la tierra dará su fruto” se realizarán en todo el planeta. Este mundo será bendecido con un clima hermoso y estable. No habrá ansiedad por las malas cosechas y la hambruna, ni miedo a morir en un evento climático severo. Con la obediencia a Dios vendrá la abundancia en la tierra.

Si desea saber más sobre ese mundo que se avecina, solicite una copia de nuestro folleto gratuito El maravilloso mundo de mañana: cómo será, [The Wonderful World Tomorrow—What It Will Be Like, disponible en ingles] de Herbert W. Armstrong.

Finalmente, con el benevolente gobierno de Dios en acción, la esperanza de la resurrección se hará realidad y todos los que han vivido alguna vez, incluidos todos los que han perecido en los desastres y cataclismos que han afligido a nuestro mundo, serán levantados a un mundo donde se ha hecho la elección correcta, donde, como dijo el profeta Isaías, el conocimiento de Dios cubre la Tierra como las aguas cubren el mar.

Dios Padre quiere cumplir Su propósito en nosotros. Y cuando Él finalmente descienda a la Tierra, cuando se cumpla el increíble potencial que le ha dado a cada ser humano, todos entenderán por qué el apóstol Pablo fue inspirado a escribir en Romanos 8:18: ¡“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”! 

EL INCREÍBLE POTENCIAL HUMANO

Este es el asombroso relato del verdadero mensaje evangélico de Jesucristo—y de cómo la dimensión faltante fue retenida y el mundo entero engañado.