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¿Puede EE UU evitar una segunda guerra civil?

¿Puede EE UU evitar una segunda guerra civil?

‘Si nosotros, los estadounidenses, no podemos encontrar a Lincoln, estamos perdidos’.

La Guerra Civil estadounidense fue calificada como “la catástrofe más grande provocada por el hombre en la historia de Estados Unidos”. Entre 1861 y 1865 murieron 623.000 soldados estadounidenses, más que todos los estadounidenses caídos en las dos guerras mundiales.

A pesar de lo sangrienta que fue la Guerra Civil, al final el país volvió a unirse. Es casi seguro que esto nunca hubiera ocurrido de no ser por el liderazgo de un hombre: el presidente Abraham Lincoln.

Hoy, los estadounidenses vuelven a estar amargamente divididos y muchas personas bien informadas debaten seriamente sobre la posibilidad de otra guerra civil en EE UU.

Lincoln tiene mucho que enseñarnos hoy. De hecho, en su libro November: Lincoln’s Elegy at Gettysburg [Noviembre: Elegía de Lincoln en Gettysburg], el autor Kent Gramm escribió: “Si los estadounidenses no podemos encontrar a Lincoln, estamos perdidos”. Creo que es cierto, y explicaré por qué.

La educación de Lincoln

Aunque Abraham Lincoln tuvo menos de un año de educación formal, creo que fue el hombre más culto que hemos tenido en nuestra presidencia. Era realmente un ser humano excepcional.

Durante su vida, mucha gente pensó que era el único hombre que podía ganar la Guerra Civil y salvar la unión. Esa guerra fue una época de violencia aterradora como ninguna otra en la historia de EE UU, pero este hombre poco común y pensador profundo, estuvo a la altura del desafío y desempeñó un papel fundamental. Pero ¿de dónde venían sus pensamientos? ¿Cómo movió y dirigió a la gente?

Abraham Lincoln leyó la Biblia de principio a fin, y lo que lo hacía aún más raro era que él creía en la Biblia. Eso es verdaderamente poco común. La mayoría de la gente es bastante ignorante sobre la Biblia, sin embargo, ¡la Biblia es Dios en imprenta! ¡Qué desperdicio tener la mente de Dios en este libro y no creer en él o ni siquiera leerlo!

Lincoln dijo una vez: “Con respecto a este gran libro, no tengo más que decir que es el mejor regalo que Dios le ha dado al hombre”. Eso es algo que usted también puede comprobar por sí mismo.

Piense en esto: la mayor parte de la educación básica de Abraham Lincoln procedía de la Biblia. Su madrastra se la leía y él también la leía por sí mismo. Él sabía que contenía aquello que necesitamos comprender.

“Lincoln leía la Biblia con atención”, escribió su biógrafo Carl Sandburg, “la conocía de principio a fin, estaba familiarizado con sus historias y su poesía. Citaba de ella en sus conversaciones ante los jurados, en las campañas políticas, en sus discursos y en sus cartas”.

Resulta interesante que Lincoln leyera y creyera en la Biblia y, sin embargo, no asistiera regularmente a los servicios religiosos. ¿Fue porque no estaba de acuerdo con la Biblia? No: era porque creía en la Biblia y estaba en desacuerdo con las Iglesias. Reconocía que incluso los predicadores de la Iglesia no enseñaban a partir de la Biblia.

Lincoln dijo: “Cuando cualquier Iglesia inscriba sobre su altar como único requisito para ser miembro, la declaración condensada del Salvador de la sustancia tanto de la ley como del evangelio, ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo’, a esa Iglesia me uniré con todo mi corazón y toda mi alma”. ¡Esto sí que es una condenación de las Iglesias!

Este hombre tenía una mente profunda y creía en la Biblia. Por ese simple hecho, conocía a Dios de una manera especial.

Una casa dividida

Mateo 12:25 cita a Jesucristo diciendo: “Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá”. Es bien sabido que Lincoln citaba esta Escritura en sus discursos. A mediados del siglo xix, EE UU era una “casa dividida”. Hoy, EE UU y sus naciones hermanas de Gran Bretaña y el Estado judío —todas las cuales descienden de la nación bíblica de Israel— sufren amargas divisiones internas.

Unas décadas antes de la Guerra Civil, cuando la discordia en EE UU hervía a fuego lento, el aristócrata y escritor francés Alexis de Tocqueville estudió a fondo la sociedad estadounidense y escribió Democracy in America [La democracia en EE UU]. Le recordó a la gente ese mismo principio de esa misma Escritura: “Cualquier sociedad libre fundada en la libertad, pero sin un código moral sagrado que rija las acciones de los individuos, no puede mantenerse en pie”.

En 1858, con la nación terriblemente dividida, Lincoln les recordó a los estadounidenses esa Escritura y dijo: “En mi opinión, [la división] no terminará hasta que se haya logrado y superado una crisis”. ¡Y qué crisis tan terrible, amarga y mortal fue la Guerra Civil!

¿Qué lecciones hemos aprendido de esa terrible guerra? ¿Qué lecciones hemos aprendido de Abraham Lincoln?

Una casa dividida contra sí misma no puede permanecer.

Lincoln se enfrentaba —y hoy nos enfrentamos— ¡a la amenaza del colapso!

Un día de ayuno

En la década de 1860, EE UU tenía a Lincoln. Un ejemplo de su liderazgo que salvó a la nación se resume en su proclamación en la que designó el 30 de abril de 1863 “día de humillación nacional, ayuno y oración”. En ella, este gran presidente escribió: “Es deber de las naciones, así como de los hombres, reconocer su dependencia del poder supremo de Dios (…) y reconocer la sublime verdad anunciada en las Sagradas Escrituras y comprobada por toda la historia, de que sólo son bienaventuradas aquellas naciones cuyo Dios es el Señor. (…) Hemos sido los receptores de las más selectas bendiciones del cielo. Hemos sido preservados estos muchos años en paz y prosperidad. Hemos crecido en números, riqueza y poder como ninguna otra nación lo ha hecho jamás. Pero nos hemos olvidado de Dios”.

¡Nos hemos olvidado de Dios!

Esas son palabras fuertes, y vienen directamente de un presidente de EE UU. ¿Puede imaginarse hoy a un presidente dirigiéndose así al pueblo estadounidense?

“Hemos olvidado la mano misericordiosa que nos preservó en paz y nos multiplicó y enriqueció y fortaleció”, continuó; “y hemos imaginado vanamente en el engaño de nuestros corazones que todas estas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría y virtud superior nuestra”.

Esta proclamación procedió a convocar un día de humillación, ayuno, oración y confesión “ante nuestro Dios”. ¡Lincoln hizo un llamado al pueblo estadounidense a arrepentirse! Y en medio de un sufrimiento tan terrible, ese mensaje resonó en mucha gente.

Cómo se hizo grande EE UU

Como señaló el presidente Lincoln, los estadounidenses se encuentran “en posesión pacífica de la porción más hermosa de la Tierra, en cuanto a extensión de territorio, fertilidad del suelo y salubridad del clima”. Pero nos recordó a menudo que “no trabajamos arduamente” para adquirir estas bendiciones, y que no procedían de los esfuerzos de los fundadores de EE UU, sino que en realidad provenían de las bendiciones de Dios. Era una reminiscencia de cómo Moisés dijo a los israelitas antes de que entraran en la Tierra Prometida que no recibían esas bendiciones por ser grandes o merecedores.

Después de la guerra civil y de la muerte de Lincoln, EE UU estalló en riqueza y poder. Desarrolló una economía enorme y también ganó dos guerras mundiales. Esto fue un cumplimiento de las profecías dadas a los antepasados de EE UU, incluyendo Génesis 35:11-12. Gran Bretaña, que procedía del patriarca Efraín, se convirtió en el “conjunto de naciones” más grande de la historia mundial, y EE UU, que descendía de Manasés, se convirtió en la nación singular más grande.

Incluso cuando esa grandeza estaba llegando a EE UU, Lincoln estaba allí para decirnos que nosotros no trabajamos duro para conseguirlo, ¡fue un regalo de Dios!

Usted debe saber por qué EE UU se hizo grande en primer lugar. Lincoln le da una pista, y Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía , por Herbert W. Armstrong, se lo explicará todo de una manera que lo asombrará. Y encaja exactamente con lo que dijo el presidente Lincoln.

Considerando la generosidad que Dios ha tenido con nosotros, ¿no le debemos nuestra gratitud y devoción? ¿No deberíamos esforzarnos por respetarle y obedecerle? Incluso Abraham Lincoln estaba profundamente perturbado por los pecados de EE UU en aquella época, incluyendo la esclavitud. Y aunque hoy en día no practicamos la esclavitud a la escala que lo hacíamos en aquel entonces, la inmoralidad y el desafuero de EE UU han empeorado escandalosamente en las últimas décadas en comparación con lo que era a mediados del siglo xix.

Lincoln advirtió que el desafuero era un suicidio nacional.

En 1863, el presidente Lincoln emitió una proclama para apartar el último jueves de noviembre como día de acción de gracias y oración para expresar el arrepentimiento hacia Dios por los graves pecados nacionales que causaron la guerra. Dijo a los estadounidenses: ¡Arrepiéntanse de esos pecados! En verdad es un discurso poco común, un tema extraordinario para un presidente.

El Segundo Discurso de Investidura de Lincoln fue como un sermón; en él citó repetidamente las Escrituras. Mencionó a Dios 14 veces, invocó la oración cuatro veces y declaró que la esclavitud era un pecado. Es un pecado, y deberíamos saberlo.

Lincoln comprendió que para que un pueblo disfrute de verdadera libertad, debe tener un carácter personal fuerte. ¡La Constitución no funcionará para un pueblo que carezca de verdadero carácter y fe en Dios! No se diseñó para que funcionara para personas que no pueden gobernarse a sí mismas. Lincoln amaba la idea de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Sin embargo, ¿cuántos en la actualidad odian ese tipo de gobierno?

Uno de los discursos más grandiosos de la historia

En Lincoln’s Mentors [Los mentores de Lincoln], Michael Gerhardt escribe lo siguiente sobre el discurso de Gettysburg: “Para Lincoln, honrar la batalla era secundario. Él tenía los ojos fijos en el panorama general. Y lo que había ocurrido en Gettysburg era monumental, pero sólo era una parte de la Guerra Civil más amplia, que seguía sin resolverse. La pregunta ardiente en la mente de muchos era: ¿Por qué debe continuar esta horrible guerra? ¿Por qué no podemos detenerla?”.

Lincoln podría haberla detenido. Se enfrentaba a enormes presiones. Pero pronunció el discurso de Gettysburg en menos de tres minutos, el cual es, de lejos, uno de los mejores discursos de la historia.

“Hace cuatro veintenas y siete años”, inició, “nuestros padres trajeron a este continente una nueva nación, concebida en la libertad y dedicada a la proposición de que todos los hombres son creados iguales”.

No sólo estaba recordando la aspiración articulada en la Declaración de Independencia. Con un lenguaje como “cuatro veintenas y siete años”, también se hacía eco de la Biblia.

Lincoln le recordó a la gente este hecho extraordinario: EE UU fue la primera nación en la historia en declarar al mundo que “todos los hombres son creados iguales”. ¡Qué declaración tan maravillosa! ¿Lo cree usted realmente?

La Declaración continúa diciendo que todos los hombres están dotados de derechos específicos e inalienables por su Creador. Los fundadores que la redactaron tenían entre ellos la fea institución de la esclavitud. Aunque no pudieron erradicarla, sí intentaron, como dijo Lincoln, ponerla en el camino de la “extinción definitiva”. Ahora las divisiones habían provocado una crisis terrible, y él ayudaría a la nación a erradicarla y a vivir más perfectamente esa hermosa afirmación de que todos los hombres son creados iguales.

Lincoln dijo a los estadounidenses que si no recurren a la Biblia, sencillamente no pueden saber lo que está bien y lo que está mal.

Lincoln estaba insinuando: Sólo tenemos unos pocos años —setenta años, como dice la Biblia— y luego morimos. ¡Debemos aprovechar nuestra vida para hacer lo que es correcto!

2 Timoteo 2:3 dice que Dios ha elegido a Su pueblo para ser soldados —soldados espirituales— y que debemos luchar por la verdad. Esa es la única manera en que la gente puede tener verdadera libertad y la oportunidad de tener una vida maravillosa en la Tierra. Lincoln era un soldado y un defensor de la verdad. Estaba dispuesto a luchar como todos los demás soldados en Gettysburg. Ese servicio acabó costándole la vida.

“Más bien nosotros debemos dedicarnos a la gran tarea por delante”, dijo en Gettysburg, “que de estos muertos a los que honramos, tomemos un mayor fervor hacia la causa por la que ellos entregaron la mayor muestra de devoción, que resolvamos firmemente que estos muertos no dieron su vida en vano. Que esta nación, bajo Dios, tendrá un nuevo nacimiento de libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparecerá de la Tierra”.

¡Qué maravilloso es un gobierno para el pueblo, en lugar de que un tirano nos gobierne!

¡Los fundadores de EE UU querían mantener ese noble ideal como ejemplo para todas las naciones! ¡Qué objetivo! Ese era el propósito que Dios había querido que cumpliera antiguamente su nación elegida, Israel: ser un ejemplo para el mundo. EE UU desciende del antiguo Israel, y me temo que hemos fracasado en esa responsabilidad.

“Esta nación, bajo Dios”, dijo Lincoln. Lincoln trajo a Dios a la Guerra Civil. Y con la ayuda de Dios, ¡ganó la Guerra Civil y salvó la unión!

¿Cuánto aman los estadounidenses a Abraham Lincoln? Fue uno de los más grandes, si no el más grande, de los presidentes estadounidenses. Somos responsables de su historia; en muchos sentidos, es un testigo contra nosotros. La única manera de evitar el sufrimiento a una escala aún mayor que la de la Guerra Civil es buscar al Dios que Lincoln invocó, y arrepentirnos.

NO HAY LIBERTAD SIN LEY

En todas partes, la gente lucha y se esfuerza por obtener mayor libertad. Al mismo tiempo, luchan contra la ley. Esto demuestra una peligrosa incomprensión de la naturaleza de la libertad verdadera y de la necesidad de una ley justa. El hecho es que sin ley no hay libertad verdadera. ¿Tiene usted la actitud hacia la ley que conduce a la libertad verdadera?